Unite era un proyecto todavía desconocido para el gran público. Era, sí, en pasado, pues acaba de claudicar dejando atrás una corta historia que ha durado unos pocos meses. La razón, los costos en las transacciones para trabajar sobre la red de Ethereum, demasiado para una plataforma de tokens sociales cuyo fin era permitir la distribución de monedas ERC-20 a los usuarios de herramientas como Discord o Twitter.
Hace solo unos días las comisiones de gas necesarias para utilizar la red de Ethereum alcanzaban nuevos máximos, algo inasumible para pequeños inversores y también para proyectos basados en transacciones de micropagos, pues resulta imposible realizar operaciones de poco capital si las comisiones son superiores al valor que se intenta mover de un punto a otro. Sobre todo si, además, los responsables se niegan a trabajar sobre una segunda capa, como declararon en el comunicado en el que explicaban a sus seguidores que tiraban la toalla.
El problema de escalabilidad de Ethereum se resume en que cada intercambio está asociado a un sistema de subasta. La red, que ha crecido mucho, se satura porque acepta muy pocas transacciones por segundo, y los mineros se benefician de ello. ¿Cómo lo hacen? Priorizando la validación de las transacciones que más beneficio les dejan, pues los mecanismos de incentivos son fundamentales para el correcto funcionamiento de la blockchain.
Cuanto más se congestiona la red, y las DEFI (finanzas descentralizadas) han 'ayudado' mucho a esto, más suben los precios de las comisiones. El usuario con poco capital tiene dos opciones: pasar por el aro y pagar tarifas en muchos casos muy por encima de lo que podría considerarse abusivo, o no mover ETH o cualquier token que use su red hasta que esta se encuentre más despejada.
Minar Ethereum nunca ha sido tan rentable
Según Glassnode, el pasado 5 de febrero los mineros de Ethereum se embolsaron 3,74 millones de dólares en solo una hora, la cifra más alta de su historia. Cuenta ese mismo informe que las ganancias totales en esas 24 horas superaron los 55 millones de dólares, también números de récord en este apartado. Como además las operaciones con mucho gas ocupan más recursos en la red, no es difícil deducir que los mineros están recaudando más que nunca.
Para rematar estos números, las tarifas de transacción promedio han crecido aproximadamente un 600% desde que comenzara 2021, algo que hace inviables las operaciones de pequeños montos. Es por esto que algunos mineros ya han alzado la voz en contra de la transición de la prueba de trabajo (POW) actual a la prueba de participación (POS) que llegará de la mano de la versión 2.0 de Ethereum. A ellos, claro, les perjudica.
¿Qué harán los nuevos participantes?
Más allá de las ganancias de los mineros a corto plazo, Ethereum pasa por una etapa crucial en la que debe resolver grandes problemas con un cronómetro que lleva tiempo jugando en su contra. Su precio actualmente no es un problema, pues en estos días se encuentra de nuevo en niveles de máximos históricos, en un momento en el que las criptodivisas en general están creciendo. Las expectativas en ese sentido son buenas, y que el precio continúe rompiendo techos aumenta la probabilidad de que con ello lleguen también nuevos máximos en sus comisiones, y que estas sigan favoreciendo lo que bien podría llamarse 'la mordida del minero', que traerá más problemas para el pequeño inversor. Efectivamente, la pescadilla que se muerde la cola.
Vitalik Buterin y su equipo juegan con ventaja en lo que a infraestructura se refiere. Ethereum posee un gran ecosistema, un puzzle enorme con miles de piezas ya unidas. El presente, en cambio, lo tienen perdido. En el estado actual Ethereum disuadirá a cualquier nuevo participante interesado en desarrollar o simplemente probar la Defi. Solo hace falta evaluar costes para darse cuenta de que existen alternativas menos frustrantes, más ágiles y, sobre todo, mucho más rentables.
A Ethereum 2.0 (que en teoría resolverá este problema) aún le falta tiempo, y no parece que la implantación del prometedor protocolo EIP-1559 llegue antes de finales de este año. Esto aliviaría presumiblemente los problemas de congestión de la red, pero hasta que sea una realidad dará una oportunidad nada despreciable a competidores cada vez más potentes como lo son Cardano, Polkadot o la misma Binance Smart Chain. No sería raro ver en los próximos meses a varios proyectos desfilar hacia estas u otras blockchains con menos dificultades para ser escalables donde puedan desarrollarse en plenitud sin el yugo de unas comisiones leoninas y al alcance de muy pocos bolsillos. Y es que, cuando hablamos de tecnología, tiempo es oro (o bitcóin).