El comercio local lleva años sufriendo las consecuencias del despliegue de grandes cadenas internacionales, una revolución comercial que llega a través de un consumidor cada vez más sensible a las ofertas y rebajas y más acostumbrado a comprar por Internet, donde el pequeño comercio apenas tiene presencia hoy en día. La última gran marca en incorporarse a las concurridas calles de Gran Vía en Bilbao ha sido Primark, sumándose a la larga lista de franquicias que aterrizan en Euskadi, en el caso de la firma irlandesa, con próxima apertura en el centro comercial Garbera, en Gipuzkoa. Sus precios atractivos, grandes dimensiones y numerosas herramientas para llegar al mayor número de gente posible aprisionan a las tiendas locales que se centran en potenciar sus fortalezas -y el talón de Aquiles para muchas de las grandes superficies-, como son la calidad de producto y atención personal.
Más allá de la muchedumbre generada por la novedad de una nueva macrotienda en la capital vizcaína, es el bajo coste lo que atrae a la mayoría de visitantes, en busca de la variedad a precios exageradamente bajos. "No es solo Primark, es Pull and Bear, Zara, Bershka, o compras por calidad o compras por precio, y ahora mismo la mayoría miramos el precio", argumenta una de las personas que formaban la cola kilométrica frente a la nueva franquicia la mañana de su inauguración.
Los más optimistas aluden al 'boom' del primer fin de semana que en unos días se convertirá en el ajetreo propio del centro de Bilbao; el resto ve un duro golpe para el comercio de proximidad, al que se suma el auge de la venta online que en 2020 aglutinaba a un 74% de los consumidores frente al 51% de hace cuatro años, según el Barómetro del Consumidor. Un reto que asume el comercio local, si bien lo componen "personas de edad avanzada que hasta ahora no se habían propuesto dar el salto a la digitalización, donde el trato personalizado no existe", afirma el responsable de Euskaldendak, Xabier Aldalur, como portavoz de un sector en el que solamente el 11% de los comerciantes contemplan la venta online, ante lo que intentan responder con plataformas conjuntas que faciliten la compra por Internet en las tiendas más pequeñas y no tan bien posicionadas.
El gerente de la asociación de comerciantes Bilbao Centro, Jorge Aio, reconoce que esta tendencia comenzó hace años, si bien los cambios que ha potenciado la pandemia obligan al comercio de proximidad a adaptarse de manera "acelerada" a todo tipo de competencia, especialmente en relación al precio, ante lo que tratan de reforzar la atención cercana y "aprovechar el flujo de nuevos clientes que vienen de otras ciudades y municipios y generan actividad en diferentes sectores". Algo en lo que coincide Rosa Pardo, vicepresidenta de la Asociación de Comerciantes de Casco Viejo y propietaria de La Boutique de la Media, locales cercanos a la euforia de las grandes tiendas que acogen con resiliencia la apertura de este tipo de establecimientos: "El primer golpe nos va a afectar porque se trata de precios muy bajos pero pretendemos seguir siendo el corazón de la ciudad, trabajamos otro tipo de producto, un producto de calidad muy diferente al de otras tiendas que priorizan lo económico".
Su mayor temor, y el de la mayoría de comerciantes, pasa por el "modelo económico hacia el que nos dirigen, que roza la competencia desleal por parte de marcas que no ayudan a levantar colegios, ni carreteras, ni a mejorar la calidad de vida", explica Pardo, "habría que preguntarse qué modelo de país y de economía queremos y reeducar a buena parte de la población que quizá no es tan consciente de lo que supone el consumo en masa en estas superficies". En este sentido, desde Euskaldendak, la reivindicación pasa por "una legislación que cubra el vacío legal en torno a la tributación y otro tipo de ventajas que permiten a empresas gigantes desviar fondos y competir en condiciones beneficiosas", afirma Aldalur: "Es importante que las instituciones regulen esta materia y, si apoyan al comercio local, sean consecuentes con sus decisiones".
Condiciones que aunque no pillan desprevenidos a los comerciantes, sí lo ha hecho la pandemia que arrasaba con 700 comercios en 2020 y un balance de las ventas en el comercio minorista de un 5%, aunque las asociaciones cifran las pérdidas en un porcentaje mucho mayor. Los retos se acumulan para un sector herido que afronta cada crisis con total decisión, "debemos posicionarnos frente a una competencia agresiva, bien se física u online, poner el foco en el consumidor que es quien demanda el producto y con quien nos tenemos que hacer valer", concluye Aio.