Hace años que sector primario pierde fuerza, tierras y producto en Euskadi. Los jóvenes dispuestos a afrontar los retos del futuro y continuar su proyecto en el mundo rural se enfrentan a la escasa rentabilidad y la dificultad de acceso a la tierra. Los hijos de los agricultores y ganaderos abandonan el entorno mientras llegan a goteo las nuevas incorporaciones, que, lejos de tratarse de una falta de interés, se encuentran con verdaderos problemas para reconstruir el sector.
La media en Euskadi se aproxima a los 60 años, un hecho que no es fácil invertir y para lo que las administraciones vascas lanzan un plan de rejuvenecimiento, sin todo el éxito que requiere la situación, aunque con herramientas a disposición de todo aquel que quiera incorporarse al sector agrario vasco. Conseguirlo en solitario es complicado y asegurar el relevo en los negocios familiares, también. En este sentido, buscar acompañantes, socios, o pertenecer a cooperativas controladas por el propio sector, en definitiva, trabajar en red se torna esencial a la hora de reactivar un sector que necesita de urgente renovación. Y Bizkaigane puede que sea uno de los mejores ejemplos. El proyecto daba sus primeros pasos en el 83 de la mano de tres jóvenes que se instalaron en el sector al no haber generaciones de relevo agrario.
Situado en Errigoiti, y fuera del marco del negocio familiar, el objetivo era mantener viva la actividad, la tierras y el ganado a través de la renovación generacional a medida que se jubilan las personas fundadoras. Y funciona. En los últimos tres años se han incorporado al proyecto cinco jóvenes a la explotación de vacuno, leche y ovino, "No nos ha costado nada encontrar a gente que le interese participar", explica Markel Ezuntza, "ahora lo formamos diez personas, y seis somos menores de 40. Al final es un problema enorme teniendo en cuenta que no producimos ni el diez por ciento de lo que consumimos en el primer sector vasco, sobre todo ganadería y agricultura".
Una oferta atractiva
Markel es, además, uno de los pocos que tenía relación con la ganadería antes de integrarse en Bizkaigane, sin ni siquiera llegar a conocer el caserío de su abuelo en Arrieta, reformado y reconvertido antes de que naciera por falta de relevo. Antes de decidir cuáles iban a ser sus pasos, pudo conocer el trabajo en la explotación gracias a un vínculo familiar. "Decidí ir a la escuela de pastores y realizar las prácticas en Bizkaigane", cuenta, "cuando empecé éramos seis, trabajábamos de sol a sol, con descanso al mediodía, ganábamos más pero es importante cuidar a las personas, mejorar sus condiciones".
Fue entonces cuando decidieron contratar a más gente y reducir sus ingresos. "Es una vida condenada a trabajar 365 día al año de sol a sol a no ser que te organices en el asociacionismo o cooperativa, las madres y padres quieren estar con su familia y los jóvenes tener tiempo libre", explica. Que el trabajo en el campo es muy duro y sacrificado es un tópico, pero también una realidad. Lo que no impide alcanzar una renta suficiente si, a través de más personal, se reduce la jornada de trabajo y permite lidiar con otros proyectos de vida, aunque sea casi imposible enriquecerse.
Muchos hijos de ganaderos han abandonado el campo porque han visto lo duro que es, incluso les ha faltado esa figura paternal y otros se piensan dos veces el sacrificio que requiere empezar de cero. "Intentamos ofrecer una alternativa atractiva para la gente joven, que sea viable y puedan compaginarlo con otras cosas". En el caso de Bizkaigane la incorporación no tiene coste alguno, es después de un año en la cooperativa cuando se toma la decisión. Es una forma de vida que se basa, o así lo pretenden, en una decisión consciente, y sobre la percepción constante de la dedicación y trabajo como parte de un esfuerzo global.
"Que lo público siga siendo público"
La administración juega un papel fundamental para rejuvenecer el campo y aumentar sus puestos de trabajo. Frente al coste que supone el poner un proyecto en marcha, renovarse y adaptar la maquinaria, los ganaderos y agricultores precisan de una pieza que acelere y facilite el proceso de instalación y transformación en el mundo rural. En los último cinco años, se ha logrado la inserción de 511 personas entre los 25 y 40 años con medidas de ayudas a la instalación que oscilan entre los 30.000 y 60.000 euros y ayudas a la inversión que puede alcanzar el 50%.
En este sentido, Bizkaigane, gestiona las herramientas que hacen posible la explotación si bien delega en una fundación controlada por el sindicato ENHE Bizkaia y Etxalde para gestionar todas las subvenciones, que impide que el dinero público se pierda si deciden cesar su actividad "Queremos que el dinero público siga siendo de uso público aunque pasados los años no tengamos compromiso con la administración. El objetivo es asegurar la continuidad del negocio, que esas inversiones no se pierdan porque si pasan a manos privadas nada te impide vender la explotación y repartir el dinero sin que el esfuerzo público haya servido para mantener la actividad".
Los proyectos de 2021 se han reducido casi a la mitad respecto a los registrados anteriormente, la pandemia, “ seguramente habrá hecho desistir a más de una persona de dar el paso de emprender y realizar inversiones, en espera de ver cómo evoluciona la situación", explican desde Lorra, la entidad de servicios agrícolas y ganaderos que realiza el servicio de acompañamiento en el marco de Gaztenek, coordinado por HAZI y la Diputación Foral de Bizkaia, en su caso con casi 30 proyectos registrados en años anteriores, lo que no frenado los planes de trece personas que con su proyecto bajo el brazo pretenden instalar sus negocios a lo largo del año.