La ansiada recuperación de la crisis económica de la pandemia se está encontrando con muchos obstáculos en el camino, y el incremento de los precios puede llegar a convertirse en uno de los principales.
La subida de los precios, absolutamente desbocados por el coste de la luz y de los carburantes, ha situado el Índice de Precios al Consumo (IPC) en el 5,5% la tasa más alta desde 1992, hace casi 30 años.
El incremento de los precios en estos niveles va a tener consecuencias inmediatas sobre múltiples factores que pueden frenar la recuperación, empezando por el encarecimiento de la cesta de la compra que puede retraer el consumo, la devaluación de los salarios y las dificultades para abordar la negociación colectiva, con propuestas de subidas salariales que en ningún caso cubrirán el alza de los precios.
Pero, además, pone sobre la mesa la posibilidad, cada vez más certera, de que ante una inflación desbocada, el Banco Central Europeo (BCE) opte por una subida de los tipos de interés. Hay que tener en cuenta que estas importantes subidas, no sólo en España , sino en el conjunto de la zona euro - por ejemplo Alemania también está en máximos desde 1993- se están produciendo antes de que entren los meses duros de invierno, en los que la electricidad, los carburantes y la energía en general, pueden tener todavía un peso todavía mayor del actual en el desajuste de la inflación.
Si finalmente el Banco Central Europeo opta por la subida de los tipos de interés, esta decisión tendría una influencia directa sobre el volumen de crédito actual vigente en el País Vasco, que, según datos del Banco de España del mes de junio, asciende a 71.977 millones de euros, de los que 9.488 millones corresponden a administraciones públicas, y el resto a particulares y empresas, a los que les variarían sustancialmente las condiciones de los intereses que paga por sus préstamos. Algo que alteraría de forma significativa el ya de por sí difícil equilibrio de los balances empresariales, y también domésticos, todavía en plena crisis de esta pandemia.
Además, en los últimos meses ha producido un incremento de los créditos hipotecarios, que están canalizando buena parte del ahorro de la pandemia, y con los consumidores animados a suscribir préstamos por los bajos tipos de interés vigentes en estos momentos.
El BCE es consciente de las consecuencias nefastas que tendría una subida de los tipos en la recuperación económica y quiere estirar al máximo el entorno de bajos tipos de interés, pero lo cierto es que se están encadenando ya demasiados meses con los precios al alza y no se sabe muy bien cuándo puede terminar la secuencia de subidas..
Tras la reunión del pasado jueves, el BCE decidió dejar sin cambios la política monetaria europea, aunque su presidenta, Christine Lagarde, reconocía su preocupación por la inflación y que el incremento de los precios se había convertido en protagonista de la reunión de la entidad reguladora, porque lo cierto es que el IPC en la zona euros está ya por encima de lo que entiende por una estabilidad en los precios.
Con todo, Lagarde, confía en que esta subida, aunque se mantenga los próximos meses, se frene en 2022 y se mantengan sus previsiones a medio plazo y en 2023 apenas esté en 1,5%, una vez superado el repunte actual. Es decir, que esta subida de la inflación es transitoria.
En que se cumplan estas previsiones pesará mucho sin embargo, el que se pueda controlar la subida de la energía, que la propia Lagarde considera que puede suponer un "freno a la recuperación".
Con esta subida, el IPC promedio de 2021 se sitúa ya en el 2,5%, muy por encima de la expectativa de inflación del 0,9% que había pronosticado el Gobierno y también del objetivo de estabilidad de precios del 2% marcado por el Banco Central Europeo.