La intención del PNV de crear una subdenominación de origen alavesa dentro de la DOC Rioja evidencia el fracaso de la idea inicial del Gobierno vasco de crear una denominación propia bajo el nombre de `Viñedos de Álava´ que ha quedado relegada al olvido, tras la falta de apoyos de las bodegas pequeñas y el miedo existente a quedarse fuera del abrigo de Rioja DOCa.

El Ejecutivo autonómico activó el trámite para inscribir la nueva denominación `Viñedos de Álava´ que, a la hora de la verdad, no ha contado con las adhesiones inicialmente prometidas, ya que la mayoría de las bodegas de Rioja Alavesa se mostraron contrarias al proyecto. Tampoco se ha sabido nada ni hecho público los nombres que estaban detrás de las supuestas 40 bodegas que demandaron la creación de la nueva denominación que conllevó turbulencias y problemas internos dentro de la propia Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA).

La nueva denominación sigue su trámite, aunque la falta de adhesiones y las tensiones en la Comarca alavesa hizo que la Diputación de Álava activara una nueva vía que abogaba por "mantener a los vinos alaveses dentro de la Denominación Rioja con una especifidad propia de Álava". Así lo manifesto el diputado general de Álava, Ramiro González, quien dio un giro de volante a favor de mantenerse dentro de Rioja DOCa, pero con una clara diferenciación para los caldos de Rioja Alavesa.

El Congreso de los Diputados votará el próximo martes la proposición de ley jeltzale que pretende modificar la normativa de denominaciones de origen y crear una subdenominación de origen alavesa dentro de Rioja DOCa que le posibilitaría determinar los límites máximos de producción y calificar la cosecha, entre otras decisiones, y que se ha encontrado con la oposición frontal del Gobierno de la Rioja y del propio Consejo Regulador de Rioja DOCa.

El pleno del Consejo Regulador se reunirá el lunes, un día antes de la votación, para intentar frenar la propuesta con todas lar armas políticas y jurídicas existentes, mientras que buena parte de las miradas estarán puestas sobre la incómoda postura que tomará el Partido Socialista en el Congreso bajo la mirada atenta de la presidenta socialista de La Riojala también socialista Concha Andreu.

Por su parte, el portavoz peneuvista en el Congreso, Aitor Esteban, salió ayer miércoles a la palestra para aclarar que el PNV no pondrá sobre la mesa la propuesta de reformar la ley de denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas Protegidas en la negociación con el Gobierno sobre los presupuestos del Estado. 

Díficil convivencia de dos modelos de negocio antagonistas

Más allá de la confrontación política, la problemática con la denominación no debe esconder los problemas que padece el sector y es que la Denominación de Origen Calificada Rioja da cabida a diferentes modelos de negocio que no tienen nada que ver entre ellos al conjugar a grandes operadores con viñedos familiares que se han visto durante años agraviados por el rodillo de la mayoría absoluta de las grandes empresas que han rechazado una tras otra todas sus propuestas.

Dentro de la denominación Rioja se pueden encontrar modelos enormes como García Carrión en Labastida o Faustino en Laguardia, con unas producciones anuales de botellas que alcanzan de modo sobrado los cinco millones de unidades con otras pequeñas bodegas, en muchos casos de origen familiar, con producciones que rondan, en el mejor de los casos, las 500.000 botellas. Se trata de viñas viejas, cultivadas en vaso, que requieren un trabajo manual, una poda en invierno, la espergura en el arranque del verano... En definitiva, un trabajo artesanal que se nota en la calidad del resultado.

Así, conviven en el mismo grupo modelos contrapuestos de bodegas industrializadas con un enorme volumen de producción y un menor precio de venta en el mercado con viñedos viejos, de menor extensión, producción baja y de muy buena calidad que, por lo tanto repercute en el precio final del producto. Ambos modelos conviven con la misma etiqueta `Rioja´ y el consumidor encuentra bajo la misma descripción a vinos crianza de precios que pueden oscilar desde los 5 hasta los 18 euros por botella. Son elementos que condenan a las pequeñas bodegas a competir en un modelo que prima la producción y el precio, frente a la calidad y el margen en cada unidad.

Necesidad de diferenciación

Sobre este problema de modelo de negocio, se añade además el de la calidad del vino. Los mercados maduros que buscan una mayor diferenciación en los caldos. De tal modo que se pueda determinar, no la región, sino el pueblo de donde procede un vino. Así, el catador de Robert Parker en España, Luis Gutiérrez, ha llegado a defender que "la no diferenciación de los vinos es la filoxera del siglo XXI". Y denominaciones de origen como la de Burdeos, cuentan con más de una treintena de subzonas en su delimitación.