Los empresarios vascos ven el arranque del próximo 2022 con pesimismo. Así lo refleja el último Estudio de Confianza Empresarial elaborado por el Departamento de Estudios de Laboral Kutxa. Agregando los indicadores anteriores ponderándolos para obtener el valor del Índice de Confianza, el resultado es 47,8. Ello implica una caída en relación al trimestre anterior (55,6).
Así, las empresas mantienen una visión moderadamente pesimista con respecto a la evolución de la economía de cara al primer trimestre de 2022. El valor del índice por debajo de 50 implica estar en zona de contracción, y es más negativo que los valores obtenidos para otros ámbitos geográficos de interés como España (dato octubre: 56,2) o la propia Zona Euro (dato octubre: 54,2).
En cuanto a facturación, las previsiones de las empresas indican cierta estabilidad de cara al primer trimestre de 2022, aunque más de la mitad de ellas creen que se mantendrá igual a la actual. En coherencia con esto, sobre la actividad el 54% cree que se mantendrá, aunque el 26,8% ve que empeorará.
La duda que surge inmediatamente es el comportamiento de las claves sobre las que se sustentan las expectativas de facturación y actividad, es decir, las cantidades vendidas y los precios. En este sentido, los resultados apuntan a una cierta estabilidad en los pedidos y una subida de los precios. El 21,1% de los encuestados esperan que el volumen de pedidos se incremente y el 23,4% que empeore, frente al 55,6% que piensan que será similar al trimestre actual.
Los datos analizados ofrecen un panorama menos positivo que los trimestres previos y ante esto, las empresas estiman cierta ralentización y, por consecuencia, detienen algo los planes de inversión de las compañías: el 63,6% cree que se mantendrá y el 20,7% que disminuirá. Sobre el empleo, el 77% tiene previsto mantenerlos igual, y el 23% se divide a partes iguales entre los que pretenden incrementar la plantilla y quienes ven posible tener que reducirla.