Los hogares vascos encaran el otoño desde el pesimismo ante la trayectoria inflacionista y la pérdida de dinamismo en el crecimiento económico, que afectarán 2022 y 2023, y, en consecuencia, anticipan la merma en su capacidad de gasto y ahorro, según las conclusiones del Estudio de Confianza de los Hogares Vascos de Laboral Kutxa.

El estudio publicado este miércoles indica que, en el tercer trimestre de 2022, el índice de confianza de los hogares vascos es "claramente" negativo y refleja su preocupación ante un otoño dominado por "una trayectoria inflacionista que ya ha justificado la subida de los tipos de interés de referencia (Banco Central Europeo) para su contención".

Los hogares vascos (-22) convergen en el pesimismo con sus homólogos del resto de España (-33) y de la UE-27 (-27), afrontando un otoño que auguran "muy difícil". La pérdida de confianza y la instauración de un perfil pesimista ya era "más evidente" entre los hogares españoles y del conjunto europeo, mientras que los hogares vascos habrían tardado algo más en llegar a esta percepción de pesimismo y preocupación, aunque todavía es algo menor.

Crece la preocupación

De esta forma, el tercer trimestre de 2022 evidencia la alta preocupación que asola a los hogares vascos, con una importante pérdida de confianza (-22 puntos) y un pesimismo que se acerca a los niveles registrados durante la reciente pandemia y post-pandemia.

La preocupación que manifiestan los hogares vascos ha crecido a lo largo de 2022, con una pérdida de confianza progresiva (+8, -7 y -22, desde el primero al tercer trimestre), altamente condicionada por la espiral inflacionista generalizada y, específicamente, la energética.

El incremento de los precios, que se extiende a la práctica totalidad de bienes y servicios, ha obligado a rebajar las previsiones de recuperación económica y, sobre todo, no se percibe una solución efectiva con respecto de las presiones en los precios y suministros energéticos, mercados distorsionados por las consecuencias de la situación bélica.