Hablar de retrasos en el Tren de Alta Velocidad (TAV) es como hablar de la lluvia en Bilbao. Se trata de algo convertido ya en costumbre. La penúltima demora tiene que ver con la conexión con Francia de la Y vasca. Este mismo miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba en sede parlamentaria que pedirá al país vecino que acelere las obras.
El jefe del Ejecutivo se comprometía en el Congreso a hacer este movimiento después de que trascendiera que las autoridades galas prevén terminar la conexión ferroviaria de alta velocidad con la Y vasca en el corredor atlántico (Madrid-Vitoria-Dax) en 2042, cuando lo acordado es que la infraestructura esté finalizada en 2030.
Tal y como recoge Efe, Sánchez admitía haberse visto "sorprendido" por la publicación de un informe francés con dichos plazos. En respuesta a una pregunta del diputado del PNV Aitor Esteban en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, decía que va a exigir al francés que cumpla lo acordado en la Cumbre Bilateral de Barcelona en diciembre pasado.
Además, Sánchez aseguraba que va a respetar los plazos fijados en la parte que compete a España. Un mensaje que evidentemente estaba destinado a calmar a los peneuvistas y a muchos de los implicados en las larguísimas obras del TAV, que han sufrido numerosas demoras en las dos últimas décadas.
Esteban criticaba que Francia haya anunciado el incumplimiento de lo pactado en Barcelona y se ha preguntaba para qué ha servido la Cumbre y de qué sirve que ambos países tengan firmado un Tratado de Amistad y Cooperación. "Que nos les tomen el pelo", espetaba al presidente del Gobierno.
Además, el portavoz peneuvistas reprochaba que algunos pasos fronterizos entre los dos países sigan cerrados, que "esté en cuestión" la conexión eléctrica con el Golfo de Bizkaia y el H2Med (conexión para transporte de hidrógeno).
Dentro de su mensaje de calma, Sánchez afirmaba creer que España tiene "extraordinarias sinergias" con Francia "y algunos puntos de discordia", aunque son socios privilegiados.