China va camino de convertirse en la primera potencia mundial y este será el mayor desafío geopolítico de los próximos años. Por eso, el experto en internacionalización, estrategia de mercado y negociación Julio Ceballos cree que entender a los chinos resultará decisivo para habitar en un mundo liderado por un país que hace apenas cuarenta años era pobre, eminentemente rural y poco industrializado, tal y como remarca en su ensayo ‘Observar el arroz crecer’ recién publicado por la Editorial Ariel.
Sin embargo, aunque China sea uno de los históricos archienemigos de Estados Unidos, junto con Rusia, parece preferir mantenerse al margen en el conflicto bélico iniciado por la potencia liderada por Putin hace un año. Incluso parece tener un papel como intermediario que, lejos de alentar la guerra, pudiera tratar de empujar a las negociaciones con Ucrania. Y es que China no parece estar interesada en destruir sus principales mercados, radicados en Europa y Estados Unidos, por lo que juega un papel decisivo de cara a promover la paz y la estabilidad en Occidente.
¿Cómo se explica el milagro económico chino?
El milagro económico chino se explica gracias a tres factores. En primer lugar, gracias al esfuerzo ímprobo de cientos de millones de personas a lo largo de los últimos cuarenta años. En segundo lugar, gracias a una gestión eficaz, estratégica y largoplacista del gobierno chino de Pekín, del Partido Comunista. Y en tercer lugar, gracias a Estados Unidos y a Richard Nixon porque, en el año 1972, se convierte en el primer presidente estadounidense que visita la República Popular China y lo hace por un motivo, porque en plena Guerra Fría, Estados Unidos lo que quería era evitar que China cayese en la órbita de la Unión Soviética. Necesitaba evitar que se generase un bloque antiamericano chino-ruso que le hubiese costado mucho contener.
¿Y cómo logró Nixon alcanzar un acuerdo con China?
Nixon transmite a China su deseo de diseñar un orden mundial en el que sistemas de gobierno distintos puedan convivir y colaborar de manera pacífica aunque existan discrepancias, tanto en sus prioridades como en sus valores. Y para sacar a China de la órbita soviética, Estados Unidos traslada a este país asiático un enorme volumen de producción de sus multinacionales, convirtiéndola en la gran fábrica del mundo y dando luz en ese momento a lo que conocemos como globalización.
¿Fue en ese momento en el que el comunismo abrazó al capitalismo?
Exactamente. Y viceversa. Es el economista estadounidense Milton Friedman, muy cercano a Nixon, quien identifica que China tiene una masa poblacional gigantesca que puede convertirse en una mano de obra barata que rebaje los costes de producción. Además, EEUU pensaba que a medida que fuesen aterrizando en China compañías estadounidenses, sería cuestión de tiempo que se occidentalizara y fuera adoptando poco a poco valores democráticos y capitalistas por ese atractivo irresistible que ellos mismos consideran que tienen. Pero aunque es cierto que ha asumido muchos atributos del capitalismo, siguen siendo una economía centralizada con un mercado controlado por un Estado en el que tampoco ha habido un gran progreso político. Es decir, ellos siguen siendo un sistema de partido-Estado con muchos atributos autoritarios y tampoco está en su programa democratizarse al estilo de los países occidentales liberales.
¿Podría calificarlo como un ‘win-win’ para ambas partes?
Las compañías estadounidenses, y las multinacionales occidentales en general, se han beneficiado enormemente gracias al abaratamiento de sus costes de producción y nosotros nos hemos acostumbrado a comprar productos a muy bajo precio y a cambiar de ordenador cada dos años y de coche cada tres. Eso ha hecho que China se haya enriquecido y que esté a las puertas de convertirse en primera potencia mundial. Y lo ha hecho aprendiendo a ganar en un juego al que le han invitado a participar que se rige por reglas inspiradas en las democracias liberales occidentales y capitalistas, cuando China ni es Occidental, ni es democrática, ni es capitalista.
Hasta el punto de disputarse con Estados Unidos, como dice, el puesto de primera potencia económica mundial.
Sí porque su peso económico es monumental. Te voy a dar cuatro datos que lo pueden ilustrar. En primer lugar es el mayor exportador mundial, pero es que también es el tercer país del mundo que más invierte en el exterior, el segundo que más inversión recibe y el que tiene mayor cantidad de deuda de otros países. La deuda extranjera que ahora mismo tiene China equivale al 6% del PIB mundial.
Dependencia y búsqueda de paz
En este sentido, debemos tener en cuenta que China y Estados Unidos son interdependientes entre sí.
Así es. A día de hoy China es el segundo mayor acreedor de Estados Unidos, lo que hace que la tensión que existe entre ambas orillas del Pacífico no llegue a un escenario de guerra abierta porque aquellas naciones que están vinculadas por fuertes lazos comerciales y de interdependencia económica no van a la guerra.
Ahora estamos viendo, incluso, que China podría ser el actor que canalice esa tan ansiada paz entre Rusia y Ucrania, algo que históricamente parecía impensable.
Sí. En primer lugar hay que tener en cuenta que a día de hoy muy pocos problemas planetarios se pueden resolver sin China en la ecuación: desde el cambio climático hasta el acuerdo de no proliferación de armas nucleares o la estabilización del precio del petróleo, incluyendo la guerra de Ucrania. Y en segundo lugar, China es, por encima de todo, mucho antes que un país comunista, un país de comerciantes que necesita del comercio para seguir creciendo y necesita seguir creciendo para mantener la paz social y unas cuotas de creación de empleo potentes. Es decir, la guerra, ésta y cualquier otra, no le beneficia a China.
¿Y qué hay de su afinidad con Rusia?
Es cierto que China no tiene muchos aliados y ante todo no tiene ningún otro aliado internacional tan poderoso como Rusia y aunque geopolíticamente hay bastante conexión y afinidades, económica y comercialmente Rusia es para China bastante irrelevante. Creo que se trata de una alianza muy oportunista la de China y Rusia pues hay pocas cosas tan distintas como un chino y un ruso. Si se han aliado es porque les interesa y tienen un enemigo común, pero históricamente no se han llevado bien y ellos tienen claro que sus clientes, de quien depende el crecimiento chino a largo plazo es de Occidente, concretamente de la Unión Europea y Estados Unidos -y también de algunos países de Asia Pacífico. Entonces China no va a hacer nada que amenace un bloqueo de esos mercados y ahuyente a sus clientes.
¿Y en qué se traduciría ese liderazgo chino?
El liderazgo que va a desplegar China es muy distinto al de Estados Unidos, fundamentalmente cultural, militar y de consumo. China es ya el principal socio comercial de más de 140 países del mundo, lo que da pistas de que todo apunta a un liderazgo económico y comercial, haciéndonos cada vez más dependientes de sus cadenas de suministros, de las que tienen el control global.
El grupo Alibaba ha convertido la fecha del 11/11, la del Global Shopping Festival, en el mayor acontecimiento comercial del año, muy por encima del Black Friday estadounidense. Y es que en sólo 24 horas, a través de sus plataformas de comercio electrónico Taobao o Tmall, esta empresa es capaz de vender más de la mitad de todo lo que vende Amazon en un cuatrimestre.
Sí. El gran salto cualitativo en lo tecnológico que ha experimentado China se explica en gran parte gracias a la transferencia de tecnología, a veces legítima y otras veces un poco tramposa, porque saben que de la innovación tecnológica depende que puedan modernizar su modelo económico y mantener su crecimiento. China no puede seguir creciendo a base de mano barata, productos de mala calidad y exportación. Necesitan alimentar el mercado de consumo interno y necesitan que la innovación tecnológica nutra el 50% del crecimiento en los próximos cincuenta años. Es decir, es una cuestión vital para ellos.
Y por último, ¿podemos competir con ellos de alguna manera a través de una mayor investigación en I+D+i o de más aranceles?
Mientras Occidente no haga un uso equivalente al que está haciendo China de la inteligencia artificial en términos de eficacia y efectividad, vamos a estar en desventaja competitiva. Es decir, juega en nuestra contra el no controlar esta nueva tecnología que ha venido a cambiar por completo las reglas en un juego en el que lo que prima es precisamente la productividad, la efectividad y la eficacia.
Y respecto a la competitividad, la Unión Europea, la Organización Mundial del Comercio y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) le hacen a China una serie de exigencias que sí son legítimas porque es algo a lo que China se había comprometido para que el terreno de juego esté equilibrado, es decir, que las empresas occidentales puedan hacer negocio en China con las mismas condiciones con las que las empresas chinas pueden hacer negocio en Occidente. Y a día de hoy hay una serie de distorsiones que resultan anti-competitivas para las empresas occidentales.