El Plan Territorial Sectorial de Energías Renovables se ha convertido en uno de los documentos más polémicos aprobados durante la era Urkullu y, después de haber sido aprobado de forma inicial en abril del pasado año, pasa ahora, como una patata caliente, a manos del nuevo Ejecutivo liderado por Imanol Pradales.
Y es que hay que recordar que ha recibido más de 4.000 alegaciones por parte de organizaciones ecologistas, sociales y vecinales, que han sido secundadas también por los ayuntamientos de las poblaciones afectadas por la inclusión de su suelo como susceptible de acoger instalaciones para la generación de energía renovable.
Y centrándonos en la energía solar, Euskadi cuenta con 53 localidades idóneas para aprovechar el sol que, según este documento elaborado por el Gobierno vasco, podrían servir como escenario para acoger proyectos para la construcción de parques fotovoltaicos.
El mapa de los parques solares, al detalle
Por territorios, el PTS elige hasta 23 municipios en Bizkaia: Berango, Erandio, Galdakao, Lezama, Valle de Trápaga, Zamudio, Lemoiz, Plentzia, Urduliz, Gamiz-Fika, Gatika, Maruri-Jatabe, Meñaka, Mungia, Abadiño, Amorebieta-Etxano, Berriz, Elorrio, Dima, Zeanuri, Valle de Carranza, Sopuerta y Orduña.
Otros 23 en Álava: Alegría-Dulantzi, Arratzua-Ubarrundia, Asparrena, Barrundia, Elburgo, Iruña de Oca, Iruraiz Gauna, Salvatierra, San Millán, Vitoria-Gasteiz, Ribera Alta (dos), Lantarón, Valdegovía, Arraia-Maeztu, Bernedo, Campezo, Elvillar, Laguardia, Amurrio, Ayala, Urkabustaiz y Zigoitia.
Y sólo 7 en Gipuzkoa: Albiztur, Alegia, Bidania-Goiatz, Tolosa, Antzuola, Donostia / San Sebastián y Zestoa.
Un reparto desigual que explican por las distintas condiciones del suelo y del tiempo, que ha abierto la batalla entre los tres territorios, que en vista del mapa diseñado por el Ejecutivo vasco no han dudado en mostrar su rechazo. Un rechazo no sólo por la distribución de los futuros parques de generación de energía renovable que puedan solicitar permiso para instalarse en estas zonas, sino también un rechazo al modelo de evacuación de la energía obtenida, ya que amenaza con impactar en decenas de poblaciones vascas con la construcción de torres de muy alta tensión, de hasta 440 kV de electricidad, a lo largo de kilométricos tendidos trazados desde su origen hasta destinos a largas distancias.