
Trabajador de la construcción / GETTY IMAGES
La economía sumergida en Euskadi: 9.000 millones con comercio y construcción a la cabeza
La economía no observada tiene muchas formas, pero el resultado es el mismo: menor capacidad de inversión pública
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La economía sumergida sigue siendo uno de los grandes desafíos para cualquier sistema económico. Trabajos sin contrato, empresas que no declaran la totalidad de sus ingresos, servicios que se pagan en B… Las maneras de la economía sumergida son muchas, pero el resultado es único: menor capacidad de inversión en lo público, y por lo tanto, una posible reducción del Estado de bienestar.
Durante años, gobiernos e instituciones han buscado las formas para reducir su impacto. Por ejemplo, digitalizando las facturas. Sin embargo, el porcentaje de lo que se conoce como el Valor Añadido Bruto (VAB) sigue representando un porcentaje muy alto. En el caso de Euskadi, según las últimas estimaciones realizadas por Eustat, la economía no observada representó en 2022 el 10,7% del PIB total, hasta alcanzar un total de 9.318 millones de euros.
En el caso de España, la economía sumergida en 2022 representó un 15,8% del total del PIB, según un estudio elaborado a cuenta del Consejo Económico y Social (CES). Sin embargo, a día de hoy, según los últimos datos, la economía no declarada en España ya supone el 24% del PIB, solo por detrás de Grecia (36%) e Italia (31%).

Una mujer le corta el pelo a una clienta
La economía sumergida en Euskadi
En el Comercio, transporte y hostelería es donde se identifica una mayor economía sumergida, incluida la reparación de vehículos. Entre los tres registraron un 25% del total de la actividad sumergida de Euskadi. Le sigue la Construcción, cuya actividad no declarada asciende al 23,5%. Es decir, entre estas dos categorías de sectores, representan la mitad de la economía sumergida de Euskadi.
El investigador y secretario de la Comisión Económica de la Universidad de Deusto, Luis Ramón Arrieta explica a este diario las claves de la economía sumergida en estos sectores: “Son sectores con una alta mano de obra y que son de baja cualificación o estacionales, en general hay pocas barreras de entrada lo que en ocasiones hace que pues que no haya contrato o que no se declaren todos los ingresos en esos contratos”.
En este sentido, según el experto, el concierto económico es una virtud para Euskadi: “Por un lado, hay una mayor percepción de las mejoras a cuenta del contribuyente, como una mejor sanidad o educación; y por otro lado hay un mayor control por parte de las Haciendas Forales que conocen muy bien su territorio”.
Percepción del contribuyente y control por las Haciendas Forales
En Euskadi, que exista un concierto económico y haciendas forales, parece haber una relación más directa entre los ciudadanos y la administración: “Las haciendas forales conocen muy bien su territorio, incluso a las empresas y sus personas físicas, lo que hace que haya una fiscalización muy personalizada”, explica Arrieta.

Luis Ramón Arrieta, investigador y secretario de la Comisión Económica de la Universidad de Deusto
En este sentido, el contribuyente vasco sabe cómo se utilizan sus impuestos por tratarse de una administración más local, lo que refuerza la legitimidad del sistema: “Si los ciudadanos saben que sus impuestos se están utilizando de manera razonable, entonces estarán más dispuestos a pagar”.
Que haya un menor fraude fiscal también implica que el PIB per capitá sea superior en Euskadi que en el resto de España: “Al ser una recaudación muy local, hay menos economía sumergida; y como hay menos economía sumergida, la recaudación per cápita es superior porque hay más gente pagando impuestos —y, añade—, y como tenemos el concierto, podemos utilizar mejor esos recursos para tener un mejor servicio público”.
Soluciones a la economía sumergida
El experto habla de varias medidas de control o incentivos para disminuir el nivel de la economía sumergida en Euskadi. En primer lugar, el experto menciona la responsabilidad institucional a la hora de invertir el dinero público, que tiene que ser eficiente; y la facilidad para tramitar ciertas cuestiones, es decir, que no haya barreras burocráticas.

Interior de un local de hostelería
Asimismo, desde el punto de vista operativo, confía en la digitalización, que puede ser muy útil para cruzar todos los datos que sean necesarios y detectar incoherencias, como las facturas electrónicas, que actualmente están incentivadas pero “se pueden incentivar más aún” porque permite que haya una trazabilidad. Asimismo, el experto considera que, tras la subida de impuestos de los últimos años, “quizá no haya que subir tanto los impuestos cómo conseguir que la gente pague”.
Asimismo añade la operativa judicial en los casos en los que los contribuyentes no cumplen con sus obligaciones fiscales: “La justicia tiene que ser rápida” en los casos de incumplimientos en la fiscalidad.
Y por último, y la cuestión de fondo, “educar y concienciar”. Arrieta considera que a largo plazo lo importante es la sensibilización del contribuyente: “Aunque se utilicen medidas de carácter operativo, la cultura fiscal es fundamental —y, añade—, no basta control, también hace falta incentivar el cumplimiento, facilitar los trámites y cambiar la percepción social sobre esto”, concluye Arrieta.