La central nuclear de Santa María de Garoña tiene previsto comenzar a finales de este año la extracción de los 2.505 elementos de combustible gastado que actualmente almacena en la piscina del edificio del reactor. Se trata de un paso simbólico en la larga lista de tareas que ya viene realizando la empresa Nuclenor, participada por Iberdrola y Endesa, en las instalaciones del valle de Tobalina para su desmantelamiento. Un proceso que se prolongará durante 10 años y que tendrá un coste de más de 600 millones de euros.
Traslado del combustible al ATI
Todo el combustible gastado, y que actualmente se almacena en la piscina, se trasladará al ATI (Almacén Temporal Individualizado), una infraestructura ya edificada en las instalaciones de la central nuclear y que albergará 49 contenedores especiales donde se almacenarán los residuos en seco. Se trata de una solución temporal para el guardado de estos materiales impulsada por Enresa, el organismo del Gobierno encargado del tratamiento de los residuos radiactivos, y aprobada por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Los ATI son una herramienta que ya vienen utilizando todas las centrales nucleares como alternativa para el almacenaje del combustible gastado, una vez paralizado el proyecto del Almacén Temporal Centralizado (ATC) proyectado en Villar de Cañas (Cuenca).
Garoña cuenta ya con cinco de los primeros contenedores (ENUN 52B). Serían los primeros en acoger los materiales de la piscina. Son unos recipientes metálicos que pueden almacenar y transportar los restos radiactivos. Con capacidad para guardar hasta 52 elementos de combustible, cuentan con un blindaje neutrónico y un sistema presurizado antifugas. Estos contenedores fueron adquiridos ya en 2014 y ya han sido validados tanto por Enresa, como por el CSN. Serían los primeros recibir el combustible gastado y comenzar a vaciar la piscina.
Se trata sólo de un pequeño, pero simbólico paso. El grueso de este trabajo, llegará más adelante, en 2023, con la llegada de otros 44 contenedores, ya encargados, y que terminarán por vaciar todo el combustible empleado que impulsó la actividad de la central situada a orillas del Ebro. Según han confirmado fuentes de Enresa a ´Crónica Vasca´, este proceso de llenado de los primeros 5 contenedores está previsto que comience a finales de este año y se prolongue durante el primer semestre de 2022.
600 millones de euros en los próximos diez años
Enresa ya ha solicitado al Ministerio de Transición Energética el cambio de titularidad de las instalaciones. Se trata de un proceso por el que la empresa explotadora de la central, Nuclenor, traspasará definitivamente todos los edificios y equipamientos de la central al estado, en concreto a Enresa, la sociedad pública encargada del desmantelamiento definitivo y gestión de los residuos.
Este proceso ha sido valorado en 468 millones de euros, a los que sumar 138 de la segunda entrega de los 44 contenedores, y se desarrollará durante los próximos 10 años. El gasto de estas actuaciones se asume con la tasa que las centrales deben pagar por su actividad y que el pasado año se incrementó un 20%. En concreto, Garoña, abonó por este concepto 30 millones de euros en su último año de actividad, 2012.
Aunque, todavía no está tramitada el cambio de titularidad, Nuclenor mantiene una estrecha colaboración con Enresa para el desarrollo de los trabajos de desmantelamiento de las instalaciones bajo la supervisión del Consejo de Seguridad Nuclear. La central de Iberdrola y Endesa todavía emplea a 200 personas, la mitad trabajadores de plantilla y, el resto, de empresas contratadas.
Se estima que el coste anual del mantenimiento que actualmente realiza Nuclenor de las instalaciones y de la piscina de residuos asciende a unos 33 millones anuales.