La empresa aeronáutica participada por el Estado, Indra, ha tenido una relación muy intensa y cercana con la vasca ITP. Un matrimonio que no fue posible en 2019 y que con un futuro muy incierto, muchos han planteado de nuevo, una vez que Rolls Royce ha anunciado que quiere vender ITP para hacer frente a sus problemas financieros.
ITP, impulsada por la familia Sendagorta en 1989 a través de Sener, no deja de ser un referente en el sector aéreo militar y bien posicionado en la vanguardia del diseño de motores. Son herramientas a las que se agarra para afrontar la crisis que ha generado la pandemia del coronavirus. Pero el problema es que su propietaria, Rolls Royce, sí que sufre una grave situación tras unas pérdidas de más de 6.000 millones de euros. Por eso busca la venta de sus activos, e ITP es uno de los más valiosos.
Por la vasca se han interesado cuatro fondos de inversión, Carlyle, CVC, Towerbrook-Onex y KKR, y la empresa alemana MTU Aero Engines. Desde Euskadi, el entorno prefiere una empresa como la germana, que tiene proyecto en el sector y varios trabajos compartidos con ITP.
Pero antes de que los bancos que prepararan la venta, Goldman Sachs y Société Générale, dibujaran esa batería de compradores, desde Euskadi, y desde el entorno del PNV, se ha vuelto a plantear la opción de que la empresa militar española Indra pudiera hacerse con ITP. Un segundo intento por lograr la unión, pero que, en esta ocasión, las dificultades por las que atraviesa Indra por la caída de pedidos y la situación de crisis que debe gestionar el Gobierno de España, hacen muy difícil formalizar.
Es un momento muy complicado para que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pueda respaldar a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) para el desembolso de la operación. Y es que, en plena gestión de la pandemia, el Gobierno no ve sencillo dotar una parte importante de los 1.500 millones de euros que podrían ser necesarios para la operación.
El intento de 2019
En cualquier caso, esa no ha sido la primera ocasión para unir estas compañías. Tras la adquisición de la empresa vasca por Rolls Royce en 2017, solo dos años después, Indra, arrancó un proceso para hacerse con ITP. El objetivo era crear un gigante aeronáutico de defensa en Europa. El precio que Rolls Royce fijó para la empresa con sede en Zamudio fue de 1.500 millones euros y ambas compañías anunciaron el inicio de las negociaciones.
El director general de Indra, Ignacio Mataix, acaba de llegar a la empresa, se incorporó en 2018, precisamente desde ITP, donde había sido consejero delegado durante 14 años. Mataix era el hombre indicado para liderar la adquisición y crear un gigante aeronáutico militar en Europa. Era una operación, además, que desde la política contaba con todo el respaldo porque suponía dejar el centro de la toma de decisiones en España y en Euskadi.
Para financiar la operación, Indra, planteó obtener un crédito de 1.000 millones y realizar una ampliación de capital de 500 millones de euros. El apalancamiento y el esfuerzo para aumentar el capital de la compañía se tradujo inmediatamente en un descenso del 10% del valor de su acción en tan sólo dos días. Tras varios desencuentros con Rolls Royce, las negociaciones se abandonaron y, solo ese anuncio, generó un rebote bursátil de las acciones de Indra de un 8%. En aquellos momentos, y a pesar de unas perspectivas muy favorables para el sector aeronáutico, el esfuerzo que requería para Indra el desembolso para hacerse con ITP hizo que no se pudiera concretar la operación.
Así que, casi dos años después, y, en las actuales circunstancias, parece de nuevo un matrimonio que no veremos surcando los cielos.