Hace ocho años, Baigene daba sus primeros pasos con el diseño de un kit de análisis genético que, a través de una pequeña muestra de saliva, permite personalizar la nutrición y el entreno a partir de resultados científicos. En plena pandemia del coronavirus, la empresa vitoriana apuesta por seguir creciendo con la apertura de nuevos centros especializados en Durango y en Baréin, estado insular asiático situado en la costa este del golfo Pérsico. Instalaciones que se suman a la inaugurada en la capital alavesa hace algo más de un año, el primer centro de ejercicio analítico a nivel mundial que engloba un entrenamiento personalizado a partir de un estudio de la genética.
La función de este estudio es la de aportar información sobre lo que diferencia a una persona respecto al resto. En concreto, analiza las partes del ADN que tienen que ver con la medición de proteínas relacionadas con el deporte, la actividad física y la nutrición. Esto aporta información sobre la lesionabilidad, la fatiga, la asimilación de nutrientes o las intolerancias de una persona, entre otros factores. Un ejemplo son los receptores para la absorción de los carbohidratos: "Hay personas que son muy eficaces a la hora de absorber sus carbohidratos y otras que, por un cambio en alguna de las letras de las intrucciones del ADN, lo son menos. Dependiendo de esas diferencias, planificamos el camino a seguir según los objetivos de cada persona", explica David Celorrio, doctor en genética y uno de los creadores de Baigene.
A través de una solicitud online, la persona interesada recibe en su casa una caja que contiene los isopos y las instrucciones para realizar el test. Una vez recogida la muestra de saliva, se analizan los resultados y se elabora un informe que consta de dos partes: por un lado la información referida a la genética, por otro, las pautas aconsejadas para adecuar entrenamientos y nutrición de cara a un mayor rendimiento.
Un modelo más global
Además de los resultados del test genético, Baigene realiza actualmente un análisis ambiental del individuo, tiene en cuenta su forma de vida para que logre su objetivo de la mejor manera posible. "El test genético proporciona una información que no cambia a lo largo de la vida, se necesita conocer el entorno de esa persona para llevar a cabo un tratamiento eficaz", afirma Celorrio.
A partir de ahí, Baigene puede gestionar una dosis mínima de ejercicio de 30 minutos a la semana y planificar los entrenamientos tanto para deportistas como para gente que quiera perder peso. La compañía, que en sus inicios colaboró con el Athletic de Bilbao para analizar la lesionabilidad de los jugadores, trabaja con deportistas que buscan mejorar su rendimiento, pero también con personas de mediana edad que no tienen tiempo para ir al gimnasio o realizar una actividad física saludable e incluso mayores de 70 años preocupadas por su nutrición.
"Sólo trabajamos las zonas que verdaderamente hacen falta, grupos musculares muy concretos que conocemos gracias a un análisis previo", explica. En este sentido, cada dos meses realizan un informe de evolución a partir de los datos cuantitativos de las pruebas que orienten al usuario en base a unos resultados objetivos.
Perspectivas de crecimiento
Celorrio reconoce que la pandemia ha supuesto 'una piedra en el camino' en relación al trabajo con las personas que habían planificado el año en base a sus tareas y competiciones, si bien el confinamiento ha evidenciado la importancia de una actividad física saludable: "En el centro, una persona que no acude al gimnasio o no hace deporte normalmente es capaz de realizar entrenamientos específicos de manera efectiva a la vez que compagina este ejercicio con el trabajo u otro tipo de tareas".
Su objetivo pasa por consolidarse y rentabilizar al máximo su actividad, llegando a facturar "el doble o el triple que en 2020". Hace un año contaba con tres personas y ha aumentado a ocho su plantilla. Aunque a través de la web reciben pedidos procedentes de varios países de Europa, la mayoría de sus clientes son de proximidad. Es, de hecho, en su sede principal, el Parque Tecnológico de Álava, donde planean fomentar su servicio, esta vez en empresas cercanas. "La idea es que cuatro, cinco o seis personas acudan al centro y las empresas de alrededor puedan tener a sus empleados más en forma", apunta Celorrio.