Las nuevas tendencias retail se abren paso en un contexto de cambio e incertidumbre, rompiendo los cánones tradicionales que conectan las firmas con el consumidor. El auge de las 'Pop up store' o 'venta nómada' son un ejemplo de ello. Negocios que aparecen y desaparecen sin anidar en un sitio concreto. Marcas que, por lo general, no buscan invertir en una presencia física a largo plazo pero sí en dotar de una experiencia nueva al consumidor, dándose a conocer sin más responsabilidad que la de invertir a corto plazo en un servicio llave en mano que facilite una estancia breve a pie de calle.
El concepto de 'pop up' como tienda efímera ha crecido exponencialmente en Euskadi como una opción flexible frente la incertidumbre que genera la puesta en marcha de un nuevo negocio durante la pandemia. "Hay mucho interés por parte de diferentes marcas en alquilar un espacio durante un tiempo determinado sin la responsabilidad que conlleva la puesta en marcha teniendo en cuenta fianzas, dar de alta la luz, controlar permisos o hacerse cargo de seguros que puedan tener", explica Marian Sandoval, responsable de Yimby, compañía desde la que gestiona cuatro locales a pie de calle en Bilbao. "En la pandemia, el 'pop up' es la línea de negocio que más ha crecido. Durante el año pueden pasar unas 20 marcas, especialmente del sector textil".
Los más comunes, cuenta, son comercios online que buscan acercarse al público y dar a conocer su producto físicamente durante un par de días, si bien no se limitan al mundo digital. "Se da el caso de tiendas que pueden estar fuera de la ciudad, por ejemplo en Getxo o incluso Madrid y lo alquilan durante un tiempo para expandir su marca sin necesidad de estabilizarse", afirma Sandoval. Por otro lado, existen comercios que quieren testar su negocio durante unos meses para alquilar definitivamente el espacio con la certidumbre de que saldrá adelante: "En breve acogeremos una clínica de blanqueamiento dental que permanecerá seis meses en el local, un claro ejemplo de testeo", explica, "se ha abierto un mercado que permite una flexibilidad de decisión que antes no existía".
Una experiencia floral
Además de un espacio de encuentro para marcas que solamente venden por Internet, las hay que buscan ofrecer nuevas experiencias aprovechando el contacto humano del que la red carece. Es el caso de Lolita Flor. Un estudio floral online que la joven Lola González ponía en marcha en diciembre junto su compañero de grado Nicolás Goñi.
Desde entonces, además de entregar sus creaciones en diferentes puntos de venta de Bilbao, ha optado varias veces por la forma 'pop up' para ofrecer sus ramos personalizables. Ahora va un poco más allá. Este fin de semana, Lolita ha utilizado el espacio Yimby para crear un recorrido floral "en el que el cliente pueda crear sus propio ramo y vivir una experiencia más allá de la compra", explica "nos estábamos quedando encajados y nos apetecía hacer algo que no se hubiera hecho antes".
Según Yimby, un negocio en auge tras el confinamiento en el que "al no poder salir la gente se ha centrado en la decoración" afirma Sandoval, "en los últimos meses han pasado varios negocios del sector". El precio fijado por la compañía es de 200 euros al día y se ajusta a medida que la firma alargue su estancia. Además de acoger nuevas marcas, "hay negocios que repiten a lo largo del año. Si no hubiera actividad intentamos darle un uso cultural, por ejemplo. Desde el punto de vista urbano es interesante que las lonjas no estén cerradas, lo que un día es una biblioteca al día siguiente puede ser una cafetería. Nosotros apostamos por que pasen todo tipo de cosas", concluye Sandoval.