La demanda de casas prefabricadas ha crecido exponencialmente durante la pandemia, en busca de un espacio alejado de los núcleos urbanos y grandes bloques de edificios. Los fabricantes de este tipo de viviendas señalan una tendencia al alza que el año pasado duplicaba las ventas en el sector y todo parece indicar que ha venido para quedarse. "La solicitud de presupuestos está siendo brutal, aunque no todas las peticiones lleguen a ejecutarse sigue habiendo mucho trabajo" señalan desde Casas del Irati, empresa especializada en la construcción e instalación de casas prefabricadas con mayor presencia en La Rioja, Navarra y País Vasco.
Las compañías dedicadas principalmente a viviendas modulares y prefabricadas han detectado un cambio de hábitos que impulsa el interés por este tipo de residencias ligadas a un precio asequible, plazos más cortos, eficiencia y practicidad. En Euskadi, florecen este tipo de negocios en concepto de mayor calidad y menor coste, según indican desde la compañía, que sitúa el precio medio del metro cuadrado entre 1.050 y 1.150 euros, en su caso separado de otras partes de la vivienda como son el porche, a 350 euros por metro cuadrado, o garaje, a 560 euros.
Si hace unos años la prefabricación apenas se tenía en consideración, su puesta en valor en los últimos años abre una vía de expansión como ya existe en algunos países nórdicos, Canadá y Estados Unidos. En este sentido, desde Hobycasa, empresa con 70 años de experiencia en el sector con sede en Vitoria, diferencian entre el particular en busca de una vivienda habitual con ciertas características y facilidades y todo aquel que demanda una nueva experiencia vinculada a la naturaleza y espacios abiertos, incluidos campings, agroturismos y hoteles que intentan adaptar el servicio a la nueva demanda a través de construcciones que no impliquen numerosas habitaciones en espacios cerrados.
"Las casas que se vienen solicitando no suelen ser de gran tamaño, entre 30 o 40 metros cuadrados que no suponen un alto coste y se montan en dos o tres días, incluso en fincas rústicas que no requieren permiso", afirma Garbiñe Chasco, directora comercial de Hobycasa. En su caso, la demanda de pedidos aumentó en más de un 100% y siguen creciendo respecto al año pasado, doblando la facturación. Incremento al que se suma además un importante tráfico en la web: "muchas personas se han quitado el miedo a comprar por internet, si además el covid ha potenciado el interés por este tipo de viviendas, el salto es mucho mayor".
Desabastecimiento de materia prima
Al margen de la heterogeneidad que presentan las casas prefabricadas, la madera es uno de los materiales más icónicos del sector por su eficiencia energética libre de emisiones CO2 ni en uso ni en construcción. Fue tras la crisis del petróleo cuando comenzaron a organizarse las normativas en torno a la vivienda que darían lugar al primer Código Técnico de la Edificación, en el que se establecen requisitos básicos de seguridad y habitabilidad de construcciones que han evolucionado a lo largo de los años, especialmente lo referente al ahorro energético en el que materias primas como la madera juegan un papel importante, pasando de un modelo cerrado a su industrialización. La apuesta por este tipo de construcciones empieza asomarse en Euskadi, entre otras iniciativas, con la reciente puesta en marcha del Máster en Estructuras, Construcción y Diseño de la Madera en la UPV/EHU.
Producto de esta tendencia que combina recursos naturales con ahorro energético, evolucionan las llamadas 'biociudades', la primera de España iniciada en Galicia por una constructora vasca. Espacios que priorizan el desarrollo sostenible con la madera como eje principal de transformación y se extienden internacionalmente hasta el punto de provocar un desabastecimiento de materia prima en Europa, según señala Chasco, al tratarse de modelos de captura y almacenamiento de carbono que disminuye la necesidad de consumir energía para calefacción o refrigeración.
Otros de los materiales utilizados para las viviendas prefabricadas son el hormigón, a partir de módulos individuales ensamblados en el terreno, o el acero, construcciones que se caracterizan por su resistencia, aislamiento, facilidad de transporte y personalización. Una obra en seco que reduce el tiempo de ejecución y evita cualquier tipo de humedad al evitar el uso de ladrillo y productos cerámicos.