La conflictividad interna que vive el grupo Silken, la firma con la que la familia Iráculis gestiona sus hoteles, ha dado un nuevo paso con el recurso al fondo de rescate de empresas estratégicas de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). La entidad pública ha hecho público que Silken ha solicitado un rescate con una financiación, que fuentes conocedoras del proceso han confirmado a 'Crónica Vasca' ronda los 30 millones de euros para hacer frente a la crisis que el sector está sufriendo por la pandemia y mantener el plan de inversiones que prevé seis aperturas.
Pero el movimiento es también un mecanismo para que la familia Iráculis retenga el control de Silken, gracias al 55% de las acciones de Javier Tobar (Inversiones JT), evitando así que Escampa, accionista del 45% del grupo hotelero, aumente su peso en el accionariado. Así, este recurso al rescate público evita una ampliación de capital que cambiaría la equilibrada relación de mayorías entre los socios de Silken, que viven un enfrentamiento por diferencias de gestión agravado en los últimos meses.
Fuentes de Escampa han asegurado a 'Crónica Vasca' que "no se ha ofrecido la posibilidad de evitar el rescate", que se ha obviado la opción "elemental" de una ampliación de capital cuando "estamos en condiciones de aportar la suficiente inversión para evitar el rescate, garantizando con nuestra gestión una administración prudente y leal". Esta compañía, que tiene dos hoteles en Cataluña y un resort de apartamentos, recuerda que se está recurriendo a dinero público y a compromisos ante un préstamo, cuando hay otras alternativas, como fondos de inversión, dispuestos a participar en la operación de Silken.
Se trata de un capítulo más en la batalla interna que mantiene la familia Iráculis con los que vienen siendo sus socios desde 2005, Escampa. Tras la crisis financiera que impactó sobre el grupo Urvasco con una deuda de más de 700 millones de euros, los Iráculis se vieron obligados a la venta de numerosos activos, entre ellos 8 hoteles, y a desprenderse de diferentes participaciones. Un proceso que cambió la relación de mayorías en Silken dando a Escampa el control de hasta un 80% de las acciones. En 2017 hubo un cambio en esa relación cuando Escampa culminó un proceso de desinversión y la mayoría quedó en manos de Javier Tobar que, a través de Inversiones de JT, controla un 55% de Silken frente al 45% de los catalanes. Tobar es un directivo histórico de la cadena que fue responsable de uno de los emblemas de la empresa, el Hotel Puerta América. Con su mayoría se alineó con los Iráculis y modificó la forma de gobierno de la empresa desmontando el consejo de administración e instaurando la figura del administrador único, que actualmente es, precisamente, Emilio Iráculis, quién dirige la compañía.
Conflicto en la Junta de Accionistas
El pasado mes de noviembre Escampa hizo notar su descontento con la manera de gestionar Silken "porque no nos dejan participar, ni conocer los detalles de cómo se financiará la inversión necesaria para la expansión". Una situación en la que denunciaron no tener acceso a la información, ni un detalle explicado de las cuentas. De hecho, en la Junta de Accionistas del pasado noviembre pidieron explicaciones a Emilio Iráculis por su gestión, así como cambiar el modelo de gobierno de la sociedad de los hoteles Silken, para que en vez de regirse por un Administrador Único adopte la forma colegiada de un consejo de administración.
Inversión de 25 millones
Silken afronta aperturas en Estepona, Galicia y Tenerife el próximo año, así como tres hoteles en África. El director general de la cadena, Javier Villanueva, señalaba este otoño que, tras una caída de la facturación en 2020 del 70%, este año cuentan con una mejora del 45% para llegar a los 40 millones de euros, todavía lejos de los 93 millones de 2019, cifras que se confía recuperar en 2023. Para el reposicionamiento durante la covid-19 Silken ha invertido 25 millones de euros.
La compañía cuenta actualmente con 32 hoteles, aunque solamente uno es propiedad de Silken, el de Valencia. El resto son arrendados, en 16 casos, siete son comercializados por la cadena y ocho se trabajan con un acuerdo de explotación. La gestión hotelera funciona habitualmente de este modo, busca activos inmobiliarios que sean de fondos de inversión o inversores institucionales con los que se llega a un acuerdo para la explotación hotelera. Esos 32 hoteles suponen 3.215 habitaciones que se incrementarán hasta las 3.500 con las tres aperturas del próximo año.