Hace ahora un año, 82 trabajadores de Aernnova estaban a punto de dejar su puesto de trabajo en la planta de Berantevilla, en Álava. 55 de ellos fueron despedidos, el resto se acogieron a bajas voluntarias y prejubilaciones en el marco de un ERE que el grupo aplicó en todas sus plantas en el mundo para reducir platilla ante la situación de crisis sin precedente motivada por el covid, que afectó de forma muy directa a todo el sector aeronáutico.
Cuando el grupo planteó el ERE, en el mes de noviembre de 2020, acumulaba 42 millones de pérdidas, unos números rojos que la dirección calificó de "históricos", que vinieron acompañados por una caída de la carga de trabajo del 40%, sin que se vislumbrara una salida rápida.
De hecho, en la empresa daban por sentado que la recuperación del sector en general no se daría antes de 2024, y, acogiéndose a previsiones que consideraban más realistas, la recuperación podría retrasarse hasta 2029.
Un año después, Aernnova vuelve a ser noticia, pero no por un ERE, sino por protagonizar una importante operación de expansión internacional con la compra de las dos filiales de fabricación de Embraer en Portugal.
Incertidumbre en la plantilla
Una operación valorada en 151,3 millones de euros, que convierte a la empresa vasca en el principal fabricante de aeroestructuras de España y la coloca en una posición de hegemonía que puede facilitar otros movimientos corporativos y que ha llenado de incertidumbre a los 380 trabajadores de la planta vasca.
Recuerdan desde los sindicatos que aunque la compra refuerza el acuerdo con Embraer y garantiza cartera de pedidos, "la mano de obra es más barata en Portugal" y se fabrica lo mismo que la planta vasca. "Hay mucho nerviosismo".
"Esta operación demuestra que el grupo está sobrado económicamente, pero lo que a nosotros nos preocupa es la carga de trabajo y el empleo en la planta vasca", señalan representantes sindicales en la planta.
Los sindicatos se han enterado de esta operación "por la prensa" y están a la espera de poder obtener información por parte de la dirección sobre la cuestión. Y, aunque oficialmente desde el comité de empresa no se hace de momento valoraciones sobre el tema, las centrales reconocen estar "a la expectativa" para saber de qué forma repercute esta operación en la planta vasca y si no supone a la larga pérdida de carga de trabajo y de empleo.
"Se demuestra que la recuperación ha sido rápida y que la crisis, tal y como defendíamos los sindicatos que impugnamos el ERE era coyuntural", señalan.
En el caso de Aernnova los jueces dieron la razón a la empresa y consideraron el expediente de extinción de empleo ajustado a derecho por tratarse de una crisis estructural. Sin embargo, el proceso judicial no ha terminado, porque se está a la espera de la sentencia del Supremo. Una situación "especialmente compleja", a la espera de la sentencia firme, en la que "llama la atención que anuncien esta compra". "La gente está muy quemada", dicen.
Mientras llega esta sentencia, los sindicatos constatan que se ha recuperado la actividad y que la planta alavesa "está a tope de pedidos". De hecho, se levantó el ERTE que estaba en marcha en el mes de septiembre antes de lo previsto, por lo que están pidiendo a la dirección la readmisión de los despedidos. "El ERE no era necesario", aseguran.
Los sindicatos denuncian la reducción de empleo en la planta vasca como una tendencia histórica, mientras crece el número de trabajadores en otros centros de producción o adquiere nuevas compañías. "Aquí se destruyen puestos".
No es la primera vez que Aernnova quiere reducir personal en Euskadi para crecer en otras de sus plantas. En 2015 las críticas del Gobierno vasco frustraron el plan de despido de 130 trabajadores en Berantevilla mientras preparaba inversiones en su planta de Illescas (Toledo) para crear otros tantos empleos.
Además de las plantas de Álava y Toledo Aernnova tiene fábricas en Andalucía, Madrid, y filiales en México, Brasil, Gran Bretaña, Estados Unidos y ahora en Portugal.