La central nuclear de Santa María de Garoña iniciará en el mes de mayo el proceso de vaciado del combustible radiactivo usado que se encuentra en la piscina del edificio del reactor.
Fuentes de Enresa han confirmado que en el mes de mayo se habrán finalizado las pruebas previas de todos los equipos y sistemas que se van a utilizar para la carga de los primeros cinco contenedores, - de los que tres están ya en las instalaciones de la central- y que arrancaron en el mes de septiembre.
Este será el inicio de un complejo proceso de desmantelamiento de la central nuclear, ubicada en la provincia de Burgos pero muy próxima a Vitoria, ya que además de estos primeros cinco contenedores, el vaciado de la piscina radiactiva precisará del llenado de otros 44 contenedores, que está previsto empiecen a llegar a la central en el cuarto trimestre de 2023. Todos ellos proceden de la empresa cántabra Ensa.
Con ellos se almacenará todo el combustible gastado en Garoña, incluido el combustible de alto quemado y dañado: 2.505 elementos en total.
Una vez cargados los contenedores con el combustible gastado en el reactor, se irán almacenando en el ATI (Almacén Temporal Individualizado), una infraestructura ya edificada en las instalaciones de la central nuclear. Ahí permanecerá hasta que se decida su "gestión definitiva", según señalan desde Enresa.
Un proceso de diez años
El proceso de desmantelamiento de la central nuclear que está gestionando la empresa pública que se ocupa de la gestión de los residuos radioactivos, junto a Nuclenor, que era la propietaria de la central, cuya titularidad comparten Iberdrola y Endesa, se está desarrollando con un cierto retraso sobre lo que estaba previsto, ya que en un princio se esperaba que el vaciado de la piscina hubiera arrancado a finales del pasado año.
En cualquier caso, el desmantelamiento de Garoña tardará en su conjunto alrededor de diez años y precisará una inversión de más de 600 millones de euros.
En estos momentos Enresa está a la espera de que el Ministerio de Transición Ecológica autorice la transferencia de titularidad, con lo que Nuclenor traspasará al Estado todos los edificios y equipamientos de la central. El Ministerio deberá autorizar también la primera fase del desmantelamiento.
Esta primera fase de los trabajos incluyen la carga del combustible de la piscina junto al desmontaje del edificio de turbina para acondicionarlo como edificio auxiliar de desmantelamiento. Durará tres años. La segunda fase está prevista que arranque en 2025, con una duración de 7 años. En ella se procederá al desmantelamiento del reactor, así como del resto de edificios con implicaciones radiológicas, siguiendo con las actividades de descontaminación, desclasificación y demolición de edificios, para concluir con la restauración ambiental del emplazamiento.
La central nuclear de Garoña cesó su actividad a finales del año 2012 y en 2017 se decretó su clausura definitiva,