El rescate del Gobierno español, a través de la Sepi, al grupo Celsa, al que inyectará 550 millones de euros, supondrá un balón de oxígeno para las factorías vascas del grupo catalán. La principal, la vizcaina Nervacero, está inmersa en la renovación del convenio en un escenario marcado por los altos costes energéticos y de las materias primas, y en ese sentido el espaldarazo financiero público al grupo supone también una dosis de tranquilidad en una de las principales acerías de Euskadi. Además la sociedad catalana cuenta con la antigua Laminaciones Arregui, ahora llamada Celsa Atlantic, que tras numerosos ajustes en los últimos años no alcanza el centenar de operarios.
A falta de algunos flecos y de su aprobación definitiva por el Gobierno español, el rescate de Celsa Group tiene ya luz verde por parte de la Sepi, según ha avanzado este jueves Expansión y ha confirmado Europa Press. Eso significa que la inyección de liquidez, la más importante en cantidad de las que va a acometer la sociedad pública a través del fondo creado en la pandemia, está ya en marcha y permitirá a Celsa aliviar su situación financiera, lastrada por una deuda de 2.000 millones de euros.
En este contexto la ayuda que entra al gigante siderúrgico viene bien también a sus proyectos en Euskadi, el principal el de la factoría vizcaina Nervacero, ubicada entre Portugalete y Trapagaran. La situación actual para la fábrica es complicada por los altos costes energéticos y de las materias primas, pero el hecho es que Nervacero ha vivido ya otros momentos delicados en la última década y ha acabado saliendo adelante.
En ese sentido la acería vizcaina inicia ahora los contactos para renovar su convenio, en un escenario pese a todo "claramente mejor" de los que se vivían en las últimas negociaciones que acabaron en acuerdo, en especial la de 2012, explican desde el comité de empresa que preside UGT. Aquel año la factoría vivió un momento muy complicado que incluso hizo temer por su futuro, aunque finalmente se llevó a cabo un proceso de ajuste pactado, principalmente con prejubilaciones y la introducción de una parte variable en el salario, que permitió sobrevivir. Nervacero cuenta ahora con 350 operarios.
La fábrica ha acordado un nuevo ERTE en marzo de este año ante la presión de los precios energéticos y la guerra de Ucrania, pero cuenta con carga de trabajo para remontar los próximos meses y cerrar el ejercicio en números de producción parecidos a 2021. El rescate de la Sepi se ve además por parte de la plantilla como un empujón hacia delante también para Nervacero. "No sabemos cuánto nos llegará aquí, pero es seguro que mal no va a hacernos", indica el comité, que arranca la negociación del nuevo convenio con el IPC como punto de partida.
En cuanto a la antigua Laminaciones Arregui, ahora Celsa Atlantic, la firma con instalaciones en Urbina y Vitoria dedicada a la producción de productos planos ha ido perdiendo relevancia en los últimos años de la mano del grupo catalán. El comité denunciaba en 2020 el "cierre a plazos" vivido desde 2012 con una reducción desde 350 trabajadores a menos de 100.