La presidenta de las cooperativas vascas, Rosa Lavín (Sestao, 1973), labor que compagina con su trabajo en la empresa Servicios Sociales Integrados (SSI) del ámbito de la intervención social, ha reforzado la campaña del sector para conseguir presencia en el consejo de Lanbide. Asegura que el debate legal "está superado" y, aunque no mantiene contactos con el departamento de Trabajo de Idoia Mendia en esa dirección, confía en que la futura ley de empleo abra la puerta del Servicio Vasco de Empleo a una entidad con 1.400 compañías y 60.000 puestos de trabajo.
¿Es la nueva ley la gran oportunidad de Konfekoop para entrar en Lanbide?
Esto no es un capricho puntual, es algo que venimos reclamando desde hace años y es algo estratégico para nosotros. El consejo de Lanbide está basado en un modelo clasico del trabajo que no tiene en cuenta los empleos que no están basados en una relación contractual al uso. La economía cambia y surgen nuevas formas de empleo, muchas vinculadas a la economía social. Creemos que los interlocutores de la concertación social tienen que reflejar esa realidad. Tenemos una ley vasca de empleo en construcción que debe incorporar estas realidades.
¿Qué les aportaría estar en el consejo?
Tener una voz propia. Las cinco sillas de la parte empresarial se le conceden a Confebask y nosotros somos un modelo empresarial totalmente diferente, no estamos representados ahí. No se pueden gestionar políticas públicas de empleo dejando fuera a uno de los colectivos que más empresas y empleo genera en Euskadi. Uno de los objetivos de Lanbide es fomentar la economía social. ¿Cómo se puede hacer esa función dejando fuera al interlocutor que lidera esa labor? Hay que recordar que el tercer sector está liderado por cooperativas.
Precisamente la nueva ley pretende mejorar la cualificación de desempleados del Servicio Vasco de Empleo.
La formación es prioritaria en una cooperativa. Queremos dar nuestra visión de la formación y también de cómo gestionar el empleo en situaciones difíciles. Hemos crecido en empleo a pesar de todas las dificultades de los últimos años. Podemos aportar experiencia en cómo, cuando las cosas van mal, somos capaces de, con flexibilidad, aguantar el tirón y dar estabilidad al empleo. Muchas veces esto se consigue con reciclaje y recualificación. Ha habido cooperativas que han absorbido personal de otras cooperativas en crisis que no tenían la preparación necesaria y se les ha dado.
Somos un modelo empresarial totalmente diferente al de Confebask, no estamos representados ahí
Ahí se puede hablar de casos concretos como el de Fagor Electrodomésticos o, más recientemente, el deterioro de firmas de algunas cooperativas dedicadas a la matricería.
La formación es parte de nuestro adn, y ahora más con estos cambios que vienen a nivel tecnológico y energético. Durante la pandemia hubo que tomar decisiones rápidas por el método de ensayo error, es parte de nuestro día a día. Vemos con preocupación también la falta de talento y la atracción de la juventud. Sin duda hay cooperativas históricas que necesitan relevo. Tenemos que enganchar a la juventud.
¿Se estudiará pronto cooperativismo en las universidades?
Venimos teniendo presencia en Secundaria y Bachillerato pero queremos dar un paso más. Desde hace meses estamos trabajando para intentar, no sé si con una asignatura o con unos créditos, que en el currículum de algunas carreras incluya el emprendimiento colectivo y el modelo cooperativo más en profundidad. Que nuestra juventud no esté pensando siempre en trabajar para un tercero o en hacer una oposición. No este próximo curso, pero confío en que para el siguiente ya pueda incorporarse.
Falta talento y las cooperativas históricas necesitan relevo. Hay que enganchar a los jóvenes
Volviendo a su petición de entrar en Lanbide, ¿dónde cree que está el obstáculo?
Es que se romperían los cánones establecidos y los statu quo de las organizaciones empresariales y también sindicales. Los sindicatos están acostumbrados a estar con una única patronal y esto rompe ese monopolio de Confebask y esa concertación entre ambas partes. Somos un elemento disruptivo pero bueno, también hay sindicatos que comienzan a trasladar a la sociedad una mayor apertura. Las organizaciones cambian porque los entornos cambian. Confebask tiene que ser sensible a esta pretensión.
Lanbide argumenta que su presencia tiene un difícil encaje legal.
En 2008 hubo dos resoluciones del Parlamento Vasco en las que se instaba a las administraciones a reconocernos como interlocutor y garantizar nuestra presencia en espacios económicos y sociales. En 2018 de nuevo el Parlamento Vasco apuesta por un nuevo modelo de empresa inclusivo y participativo. Tenemos un informe jurídico de las tres universidades vascas diciendo que nuestra entrada en Lanbide respetaría el tripartismo (Lanbide está concebido como un organismo a tres bandas con Gobierno vasco, empresarios y sindicatos) y que no habría ningún impedimento para ello. El propio Gobierno vasco en 2019 dice que no haría falta ninguna nueva norma más que la voluntad política para que podamos entrar en Lanbide. Yo creo que la cuestión legal está superada.
¿Hay contactos en ese sentido con el departamento de Trabajo de Idoia Mendia?
Tenemos contactos con todos los grupos políticos. En despachos y reuniones todo el mundo nos apoya pero luego no se concreta en nada. Al final es lo que decía, esto supone romper un statu quo y un disgusto para la patronal que tradicionalmente ha tenido el monopolio.
Los propios sindicatos están acostumbrados a tratar con una sola patronal. Esto rompe el statu quo
Entonces, ¿no hay un proceso de diálogo abierto con las cooperativas dentro de la gestación de la nueva ley de empleo?
No. Lo que pasa que nosotros este año sí llevamos una estrategia más activa con ese tema a nivel público y mediático porque la nueva ley es una oportunidad.
Sobre la situación económica, ¿qué cooperativas sufren más la crisis energética?
Afecta a las electrointensivas en primer lugar. Sobre todo a cooperativas grandes industriales e internacionalizadas que han visto parados pedidos. Cuando estalló la guerra de Ucrania hicimos una rápida ronda para ver las necesidades y hay ya en marcha ayudas del Gobierno vasco para amortiguar este impacto. En ese aspecto hay una vía a explorar para ver cómo se podría hacer para reducir esta dependencia externa. Dentro del modelo cooperativo hay experiencias de autoconsumo que empiezan a coger forma, sobre todo en Gipuzkoa, y esperamos poder dar impulso a esas alternativas.
El otro gran problema para la empresa convencional hoy día es cómo encajar la inflación en los salarios. ¿Cómo encara esto la cooperativa?
Como hemos hecho toda la vida, igual que cuando vino la pandemia o la huelga de transportistas. Cada cooperativa tiene que ver si puede aguantar o no. En 2019, antes de la pandemia, ya había cooperativas, por ejemplo en automoción, que por la situación de mercado ya tenían que llevar a cabo mecanismos de ajuste interno. Si subir salarios con el IPC va a suponer tensionar la empresa pues habrá que tomar decisiones y ver si se puede llegar o no. Lo tendrán que decidir los socios.
En todo caso es un problema más fácil de resolver en su caso.
Es a lo que estamos acostumbrados. Este tipo de cosas están a la orden del día para nosotros. No hay un tercero que te imponga una decisión, la tenemos que tomar entre nosotros. Evidentemente sí, tenemos una falta de materias primas, los costes energéticos están disparados... pues habrá que mirar la cuenta de explotación y tomar decisiones.