Asier San Millán, director general de Siderex, el clúster vasco que agrupa los intereses de la cadena del acero (grandes acerías, transformadores y fabricantes de bienes de equipo) ha sido actor clave en la configuración del plan energético trasladado por el Gobierno vasco al central, con especial atención a las inversiones en ahorro y eficiencia a largo plazo y la recuperación de la interrumpibilidad.
Lo primero, le pido una radiografía de cómo está el sector.
Veníamos de un buen 2021, llegamos a cifras precovid. Se esperaba que 2022 iba a mantener esa línea pero el conflicto en Ucrania ha mandado todo al traste. A las acerías, que son los tractores del sector, les ha afectado sobre todo el tema de materias primas, que más o menos se va controlando, y luego el coste energético. Las acerías vascas tienen todas horno eléctrico y eso nos afecta mucho.
¿Hasta qué punto está satisfecho con las medidas de Arantxa Tapia?
Estamos contentos. Se han recogido nuestras aportaciones, como el tema de la interrumpibilidad. Ahora ya depende del Gobierno central.
¿Tienen interlocución con el Gobierno de Pedro Sánchez?
Esas conversaciones se llevan a través de Unesid, esa es nuestra voz ahí. También hay contactos por parte del Gobierno con AEGE, la patronal de grandes consumidores que encabeza José Antonio Jainaga, de Sidenor. Pero sí me consta que el Gobierno vasco ha trasladado al central lo que ha consensuado con nosotros.
Es clave que la interrupción sea voluntaria. De lo contrario el perjuicio puede ser muy grande
¿Es la interrumpibilidad la tabla de salvación del acero?
Lo primero hay que decir que no todas las acerías son interrumpibles. Tienes que cumplir una serie de requisitos que se tendrán que regular. Aunque en Euskadi sí son la mayoría de grandes plantas. Por otro lado tampoco les vendría bien que en el pico de tensión se les obligue a parar.
Pero parar sería voluntario, ¿no?
Ese es el tema. Queremos que sea así. El problema es que el perjuicio en algunos momentos de interrupción puede ser muy grande si estás en mitad de una colada, por ejemplo. Las empresas vemos bien retomar la interrumpibilidad, pero no te pueden avisar un minuto antes de parar. Hay que definir bien también el tema de la compensación. Queda letra pequeña por escribir.
El sistema ya estuvo vigente hasta 2020 para la electricidad y tampoco resolvió todos los problemas energéticos. ¿Con eso sería suficiente?
Ayudaría. Por supuesto que hacen falta más cosas, como los peajes de acceso o bonificaciones fiscales, pero esto ayudaría.
¿Y la extensión al gas, ayudaría a la siderurgia?
Depende de la planta. Hay mucho consumo de gas pero principalmente en segundos procesos de recalentamiento de horno o para palanquilla. Sobre todo nos afecta el gas más en el acople para calcular la electricidad. Mientras siga acoplado a pesar de que hayan topado el precio la cuestión seguirá complicada.
Siderex es muy insistente también con bonificar inversiones para ahorrar energía a largo plazo.
Los progrmas existen, pero hay que agilizar los trámites. Las empresas llevan tiempo haciendo los deberes en temas medioambientales pero hace falta acelerar esas ayudas. Luego podemos entrar en si países extracomunitarios están cumpliendo o no las reglas, ahí a Comisión está trabajando en un arancel para que todo el mundo tenga las mismas exigencias de emisiones, veremos cómo se aplica.
¿Le preocupa el mercado en otoño? Arcelor Mittal habla de una bajada de precios y de pérdida de pedidos.
Es verdad que algunos clientes están devolviendo al cajón algunos proyectos. Pero la situación general es buena. La energía va bien, la construcción también, aunque la obra pública sí se ha parado algo, la máquina herramienta regular y quizá el que más nos preocupa es la automoción.
La energía va bien y la construcción también. Quizá la automoción es la que más preocupa
¿Debe sacar los pies la siderurgia de la automoción?
El enfoque sí está siendo ir hacia renovables y offshore. Hacia ahí hay que ir, está claro. Son clientes muy potentes y viendo por dónde está yendo la regulación tenemos que mirar ahí.
¿Le preocupa la conflictividad si no hay acuerdos sobre salarios?
Ahí ya está Confebask y el resto de patronales al frente y tendrán que pronunciarse ellos.
Pues tendrán que adaptarse a la situación. Es que si en su día cerré un contrato a un precio x y ahora me cuesta mucho más pues las empresas tendrán que adaptarse. Está claro que es difícil hacer previsiones a largo plazo.
¿Cuánto de real y cuánto de miedo irracional hay en estos temores de finales de verano? ¿Servirán las medidas en marcha?
Uff... (sonríe) no tengo una bola de cristal. Soy optimista, pero para ello hay que aplicar esas medidas de manera inmediata. Si no dispones de unos precios energéticos estables es complicado hacer estrategias a largo plazo. La relación con el Gobierno vasco es buena, pero ahí ya le paso la pelota al Gobierno central, depende de ellos agilizar todo esto.
Las medidas deben ser inmediatas. No se puede tardar año y medio como con el dumping
¿Cuándo cree que se pondrá en marcha el plan? ¿Confía en que la interrumpibilidad llegue para este invierno?
No lo sé, el plan de contingencia se llevará a finales de mes a Bruselas. En la UE hay muchos estados miembro y la toma de decisiones se alarga mucho en el tiempo. Pedimos a Bruselas y al Gobierno central que sean ágiles en esto. En el tema de las medidas contra el dumping, por ejemplo, hablamos de año y medio, es que imágínate lo que es eso para una empresa. Necesitamos medidas urgentes porque la electricidad está siendo una lacra. Sí quiero remarcar que aun así el sector está bien, hablamos de grandes grupos internacionales que están trabajando bien. Más allá de las acerías, las grandes ingenierías tienen proyectos.
Respecto a esas grandes multinacionales, ¿está tranquilo sobre su compromiso con Euskadi? Hay plantas como Arcelor Sestao o Nervacero que siempre están en la cuerda floja.
Sí. Las empresas me transmiten que sí, creo que el compromiso social es innegable.