Los costes energéticos han paralizado el arranque de la macroplanta de invernaderos de tomates situada en el concejo de Tuesta, en Valdegovía. La construcción de las estructuras bajo las cuales deberían empezar a desarrollarse los tomates bajo la fórmula hidropónica (sin tierra, únicamente con agua y nutrientes) está a punto de finalizar pero los promotores aseguran que con los costes energéticos actuales no se puede comenzar a producir. Ya se da por perdida esta temporada otoño-invierno aunque la idea es poder encontrar alternativas para abaratar la factura y poder empezar a plantar a lo largo del año que viene para suministrar tomate dentro de un año.
Se trata de un proyecto que generó en su día gran expectación y que aspira a generar cuando esté a pleno rendimiento más de un centenar de puestos de trabajo. Con una inversión de arranque de en torno a 20 millones de euros, incluídas varias ayudas de Gobierno vasco y Diputación de Álava, la macroplantación que alcanzaría las 20 hectáreas se gesta por la empresa Cultivos Araba, creada específicamente para desarrollar el proyecto por la almeriense Hispalus, uno de los gigantes del sector en España.
El aterrizaje de la compañía andaluza en Euskadi se produce eso sí de la mano de socios vascos como es el caso de la cooperativa vizcaína Barrenetxe, y la intención es contar con Eroski como gran cliente dentro de la apuesta de la firma vasca de distribución por el producto local, así como contar con una puerta de acceso más próxima al mercado europeo.
Desarrollo con obstáculos
Todo el proceso de incubación del proyecto, que se lanzó antes de la llegada del covid, ha sido una carrera de obstáculos. La propia tramitación de los permisos para arrancar con el montaje de los invernaderos contó con críticas de distintos partidos de la oposición, y también agentes sociales y organizaciones ecologistas han mostrado su oposición y han puesto en duda el carácter sostenible de los tomates al entender que por las técnicas tecnológicas que se aplicarán se trata de un cultivo "intensivo" que choca con el modelo de producto local.
En cualquier caso la plantación ha despertado interés y si termina de germinar puede convertirse en un generador de riqueza y empleo en la zona, de hecho ya hay una lista de personas que han solicitado trabajar y a las que se comenzó a ofrecer formación, tal y como recoge Cultivos Araba en sus redes sociales.
A estas alturas la decisión tomada en junio de no comenzar a sembrar se traduce en que no habrá una primera hornada de tomates este otoño de 2022 como figuraba en los planes iniciales. La empresa no puede asumir los actuales costes energéticos, tanto en lo referente a la electricidad que demandan los invernaderos (cierres, riego...) como, en especial, de la calefacción.
El gran problema de una macroestructura de este tipo es la generación de calor y desde Cultivos Araba se lleva tiempo buscando una fórmula innovadora que permita transportar y almacenar calor y que permita abaratar los costes de salida de la producción. Por ahora no hay una solución definida aunque fuentes conocedoras de la situación del proyecto aseguran que saldrá adelante tarde o temprano. A día de hoy, una vez perdido el tren de esta próxima temporada de otoño-invierno, la prioridad es resolver la ecuación para la primavera de 2023 y poder iniciar la plantación para verano con la idea de hacer llegar a los supermercados los primeros tomates hacia el próximo otoño.