En la empresa, como en la Naturaleza, no suele llevarse la misericordia: la supervivencia depende de ser el más fuerte y de llegar el primero. O eso dicen. La ley de la selva es en realidad mucho menos agresiva, porque además de sacarse los dientes las especies son capaces de trabajar mano a mano para mantener la pirámide. Y eso mismo pasa en el mundo de los negocios. Poco a poco crecen los espacios y alianzas entre adversarios naturales para obtener beneficios conjuntos. Incluso hay palabreja para definir esta práctica: coopetición, un híbrido de cooperación y competición que designa las colaboraciones concretas de empresas rivales para que todos ganen. En el País Vasco esto se viene experimentado desde hace años. Primero fueron los clústeres, un modelo que se ha convertido en referencia internacional. Ahora los hubs o, último tecnicismo, ecosistemas.
Euskadi arranca 2023 apostando por la coopetencia bajo el paraguas de organismos como SPRI o Innobasque, junto a entidades tan potentes como la Universidad de Deusto y con multinacionales de la talla de Repsol, combinando apuesta por la industria y el desarrollo sostenible. Allá el Basque Circular Hub, acá el Hub Vasco del Hidrógeno, ahora el proyecto Foodelibery... Siempre están las instituciones públicas detrás, formando parte o financiando. Y siempre hay grandes compañías del brazo. La coopetición suena fuerte en las altas esferas vascas, pero continúa siendo asignatura pendiente entre pymes.
La competencia de un pequeño negocio no es otro igual. La suma hace resiliencia
Txerra Ordeñana, presidente de Negobide Círculo Empresarial y especialista en encuentros de cooperación, considera que “hace falta más cultura” para introducir el cambio de mentalidad en todas las esferas empresariales. “Dentro de un mismo sector o segmento de mercado se ven amenazas y rara vez oportunidades, pero precisamente entre pequeños negocios es una cuestión muy práctica. Pueden unir esfuerzos y sumar cuota de mercado de mejor manera. ¿Qué porcentaje del mercado tiene un pequeño negocio, el cero coma cero cero cero uno...? Su competencia no es otro igual. La suma de varios pequeños negocios será más resiliente frente a los verdaderos competidores, que son sin duda las grandes empresas”, defiende.
Para inculcar esa mirada a largo plazo también son precisos agentes que dinamicen las nuevas reglas del juego. En los encuentros de Negobide se realizan dinámicas que favorecen contactos, proyectos conjuntos de producción o de comercialización e incluso la creación de “consorcios internacionales para no viajar en pelotas a países donde no sabes ni cómo empezar a gestionar las relaciones humanas y, mucho menos, las profesionales”. El objetivo de fondo es ayudar a pasar del “yo” al “nosotros” a través de tres claves: “sentido común, visión común, bien común”.
Ordeñana las llama “palabras mágicas”, aunque está convencido de que Euskadi tiene la llave del hechizo. “El espíritu emprendedor y el carácter solidario son señas de identidad que se han cultivado y cuidado desde hace siglos”, asegura. De hace 500 años pone de ejemplo a Ignacio de Loyola, creador de la primera startup global con impacto. Mirando al presente menciona a la cooperativa BIKO, con la que Negobide ha colaborado en la dinamización de encuentros.
¿Por qué sólo hay clústeres de grandes empresas? Tienen medios, dinero, tiempo y a las instituciones
Javier Goikoetxea, socio de esta consultoría dedicada a transformar el modelo empresarial, coincide en que la sociedad vasca “siempre ha creído y desarrollado el espíritu colaborativo, y eso se ha reflejado en los numerosos clústeres existentes”. Sin embargo, su visión sobre este tipo de alianzas no es tan benévola. “¿Por qué sólo los hay de grandes compañías?”, se pregunta. Y contesta: “Para mí hay dos motivos principales: uno, las grandes empresas tienen medios, personas, dinero, tiempo... que las pequeñas no; dos, la administración ayuda mucho a los clústeres y por tanto a esos gigantes, lo que al final provoca desigualdad y competencia extrema”.
En ese marco, Goikoetxea considera que la coopetición puede convertirse en “un claro greenwashing, un lavado de cara de la palabra competición”. Por eso BIKO, primera B Corp de Euskadi, prefiere hablar de colaboración radical. “Frente al colectivismo por interés de mercado, nosotros defendemos el colectivismo por convencimiento en un bien común, hacer causa común entre iguales por un beneficio colectivo. Y ahí sí que podemos decir y actuar mucho las pequeñas empresas”, afirma. Un ejemplo para rematar la idea. Cuando su compañía se presenta a un concurso lo primero que hace pocos días después de que el ganador se haga público, sea quien sea, es ponerse en contacto para concertar una reunión, conocerse y tantear futuras colaboraciones. Ni enemigos ni malos rollos. ¿Quizá demasiado para la lista de propósitos de 2023? “Nunca es pronto para empezar”.