Con 47.000 millones de su plan estratégico pendiente de ejecutar, Iberdrola encara un año particularmente importante para la energética vasca. La antigua Iberduero tiene por delante de sí un 2023 en el que se vislumbran no pocos obstáculos: tipos de interés, costes de la energía, los 'impuestos de solidaridad'... No es un año sencillo, pero sí, como en cualquier empresa que se precie, un tiempo de crisis que también esconde oportunidades.
Entre los retos que debe afrontar Iberdrola está la renovación de parte de su consejo de administración. Una renovación que incluye la del propio presidente de la firma bilbaína. Un Ignacio Sánchez Galán que cerró el 2022 cediendo parte de su poder a Armando Martínez -en un gesto que, aunque no quita poderes ejecutivos a Galán, está precisamente encaminado a ir acercándose al modelo de dualidad de poderes que se está extendiendo por las grandes empresas españolas- y que ahora encara el año en el que tendrá que aclarar si quiere seguir como presidente de la empresa.
Un proceso en el que todavía se desconocen incluso las propias intenciones de Galán, que tiene 72 años y cumple este 2023 16 al frente como presidente ejecutivo de la firma. Otro mandato empujaría al presidente de Iberdrola hasta los 76 años y le haría sumar la friolera de 20 años al frente de la empresa, pero no es para nada descartable -más bien, todo lo contrario- que su intención sea repetir en el cargo. Tan cierto es que en 2019 afirmó que había un plan de sucesión -que ahora tiene un claro señalado como mano derecha y futuro máximo dirigente de la firma- como que este último periodo de cuatro años ha sido particularmente anómalo y eso podría empujar a Galán a repetir.
Ambos escenarios se contemplan, aseguran fuentes conocedoras de la gobernanza de la compañía, y no es descartable ninguna de las dos opciones, aunque "es más probable la continuidad", sostienen esas mismas fuentes. La presión de los 'proxys' -especialmente de ISS- siempre ha estado ahí, pero también las de importantes fondos como BlackRock o Norges Bank, que toman las políticas de ESG muy en serio. Eso es un factor claro en la balanza en contra de repetir, pero en favor de Galán juega el despeje de algunos de los frentes judiciales que estaban por el camino. El objetivo, por tanto, parece apuntar a lo que, de entrada, sería un último mandato -la edad sería un factor muy a tener en cuenta en 2026- antes de ceder el testigo.
Junto a la reelección de Galán, la junta de este año deberá acometer la reelección de algunos consejeros claves para el papel de Euskadi. Toca renovar los asientos de figuras tan relevantes como Sara de la Rica, Xabier Sagredo -presidente de la fundación BBK- o Manuel Moreu, vicepresidente de Tubacex. Todos ellos son consejeros independientes a los que hay que sumar la reelección de Helena Antolin, vicepresidente del grupo burgalés de automoción.