En Euskadi, a día de hoy, hay concedidas más de 2.100 licencias de taxi y poco menos de 200 de VTC. Estas últimas están reguladas por la norma 1/30 -que limita la presencia de VTCs, vehículos de transporte con conductor, a uno por cada 30 taxis- norma enmarcada dentro del ‘Decreto Ábalos’, que también limita los trayectos de este tipo de vehículo a recorridos exclusivamente interurbanos.
Empresas de servicios VTC como Uber y Cabify achacan a estas normativas su escasa o nula existencia en Euskadi, sin embargo, los taxis van más allá, y aunque admiten que el cambio de esta normativa perjudicaría a su negocio, no habría un cambio significativo en su demanda porque, según Iñaki Pardo, presidente de la Federación vasca del Taxi, “los vascos son fieles al taxi en Euskadi”.
El Decreto Ábalos tiene su origen en 2018 cuando, el que por aquel entonces era ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, sacó adelante una moratoria para modificar la Ley de Ordenación de Transportes. Este nuevo decreto permitía a los conductores con licencia VTC realizar su trabajo de manera “más flexible” para amortizar el desembolso que en un principio suponía una licencia para este tipo de vehículos -que se fijaba en torno a 80.000 euros-; esto con la condición de que pasados cuatro años - es decir, a finales de 2022- estos vehículo solo pudiesen realizar trayectos interurbanos para no sustituir la figura de los taxis. Por el lado contrario, el decreto incluía una norma que limitaba la presencia de estos vehículos a uno por cada 30 taxis. O al menos así ajustó el Gobierno vasco este decreto al territorio, ya que este estaba sujeto a cambios dependiendo de los gobiernos regionales. Sobre este escenario el estadounidense Uber desembarcó en Euskadi a finales de 2019 con poco más de veinte vehículos; la española Cabify, sin embargo todavía no lo ha hecho.
Diferentes modelos
A raíz de este decreto la presencia de vehículos con licencia VTC en Euskadi ha aumentado ligeramente en los últimos tres años, así en la actualidad hay 193 vehículos con esta titularidad, de los que se estima que tan solo 30 pertenecen a Uber. El resto son vehículos de VTC propios. “Nunca hemos estado en contra de que puedan trabajar ni Uber, ni Cabify, ni muchos menos las VTC de toda la vida; nosotros insistimos en que se tienen que controlar sus servicios”, explica Iñaki Pardo, presidente de la Federación Vasca del Taxi, que además insiste en que, de hecho, estas últimas se reunieron con los taxistas para redactar a nivel de Euskadi los cambios del decreto que se estableció para regular este negocio, “al igual que nosotros tenemos un decreto para regular el taxi, el Gobierno vasco hizo un decreto para regular el de las VTC. Decreto para el que nos reunimos ambas partes”.
“Frente a los enfrentamientos y conflictos en otras comunidades autónomas, en Euskadi ambos modelos de negocio han trabajado de forma conjunta en la elaboración de una norma de aplicación en Euskadi que regule de la manera más eficaz y ordenada la actividad del sector en el marco normativo vigente y que atienda a todas las realidades existentes”, se puede leer en este decreto regional. Así, este marcaba una serie de condiciones que los VTC tenían que acatar, normas que tal y como denuncian los propios taxistas, no se están cumpliendo.
Normas "incumplidas"
Tres años después de que se aprobase esta serie de normas, parece que la relación entre taxistas y conductores de vehículos VTC es cada vez más complicada. La razón, según Iñaki Pardo, "no se están cumpliendo las leyes. Tal y como los propios altos cargo de Uber admitieron en su día, estas empresas son jodidamente ilegales", haciendo alusión a los 'Uber files', una serie de documentos sacados a la luz tras una investigación periodística que analizó más de 124.000 archivos internos de Uber, en los que se desvelaban las estrategias que siguió la compañía para implantarse en decenas de países y presionar a políticos, archivos en los que incluso se podía leer como un exdirectivo de esta empresa norteamericana catalogaba sus prácticas de "jodidamente ilegales".
Trasladandolo al contexto vasco, Pardo enumera un listado de diferencias que se distinguen entre ambos modelos: "Un taxista en Euskadi es el dueño de su licencia y el dueño de su vehiculo, y por eso a un taxista lo que menos le interesa es tener su vehiculo en malas condiciones, roto o sucio. Le interesa que el coche esté bien. A esas empresas, sin embargo, les da lo mismo lo que pase con los coches, porque tienen miles, y al conductor igual, porque no es su coche", comienza. Además, las tarifas de los taxis, añade, están reguladas, por lo que el precio no varía. "Uber no tiene tarifas reguladas, su precio vará dependiendo de la demanda".
Y continúa: "Un conductor de taxi tiene que sacarse un examen municipal, conocer la ciudad. No sirve tener un gps, hay que conocerse las calles y saberse la normativa. A estos conductores no se les exige nada, les vale con tener el carnet de conducir. Además, tampoco tienen la obligatoriedad de tener una antigüedad del carnet de dos años, hay coches de Uber por Bilbao con la L." Y hace incapié en la existencia de los comités disciplinarios, "en caso de que cualquier cliente tenga alguna pega se le tiene geolocalizado, sabemos a que hora ha pedido el taxi, el recorridoque ha realizado, cuánto le ha costado, todo…Y, logicamente, si el comité tiene que abrir un expediente y sancionar a un taxista lo hace. Además, si el cliente tiene cualquier duda o queja, llama y habla con una persona, no con una máquina".
Según el decreto vasco, los VTC no podrán, en ningún caso, circular por las vías públicas para buscar clientes ni propiciar la captación de personas viajeras quedando parados en doble fila o en espacios urbanos sin servicio cuando no hayan ni contratado ni solicitado previamente el servicio. "Esto no se está cumpliendo. Esta gente se dedica a dar vueltas por la ciudad porque a los conductores les da lo mismo estar dando vueltas ocupados que libres. Esto tendría que estar controlado. Un taxi tiene las paradas de taxis, y esto se ha hecho precisamente para que no esten dando vueltas por la ciudad, para no contaminarla ni congestionarla. Como ellos no tienen, lo que hacen es dar vueltas para que a la gente que quiere solicitar su servicio les salga en la aplicación que están cerca".
Todas estas diferencias y el incumplimiento de esta norma está haciéndo que el clima entre ambos servicios sea cada día más tenso. Y aunque Pardo asegura que legalmente los taxistas están protegidos por este decreto, pide que estas acciones se controlen y se regulen; aunque insiste: "Nosotros siempre estamos muy pendientes del usuario, estamos intentado, y consiguiendo, que la gente no tenga la necesidad de buscar otras alternativas. Y pese a que es cierto que mucha gente, sobbre todo joven, está provando ese servicio, todos vuelven al taxi. El cliente vasco es muy fiel al taxi y nosotros, a pesar de estar distracciones, trabajamos día a día para dar el mejor servicio posible".