Muchas veces la solución a un problema está más cerca de lo que parece. Cuando en todo tipo de foros económicos se habla ya de una guerra abierta por el talento parece lógico explotar al máximo cualquier oportunidad para amarrar a los jóvenes a la empresa. Y en esa batalla puede ayudar mucho una herramienta casi olvidada en los últimos años como es el contrato de relevo, concebido en su día precisamente para dar oportunidades estables a los jóvenes y, a la vez, traspasar la experiencia acumulada por el trabajador que se jubila.
Este sistema topa en estos tiempos con el muro de las pensiones. Sacar parcialmente a un trabajador del circuito laboral a los 60 años es caro y va contra la línea argumental marcada por Bruselas: la caja no da y hay que trabajar más años. Y aun así el contrato de relevo sigue en la agenda de los gobiernos vasco y central y la realidad es que, aunque ha estado en horas bajas, nunca ha dejado de utilizarse. Normalmente es una fórmula que interesa al empresario como vía de ahorro y también a los representantes sindicales porque permite asegurar contrataciones indefinidas.
En estos momentos además la importancia del contrato de relevo adquiere otra dimensión por la escasez de trabajadores en ciertos sectores. Así lo reflejan las cifras del año pasado, cuando se alcanzaron los mejores registros desde 2018 con un total de 737 contratos de este tipo. Lejos todavía de sus mejores momentos (antes de la crisis de 2008 se superaban los 5.000 anuales) sobre todo por los nuevos requisitos fijados en 2013 pero conservando una pequeña presencia en el mercado laboral que, según la declaración de intenciones de la propia consejera de Trabajo, Idoia Mendia, puede servir de primer escalón dentro de una nueva fase de crecimiento. El mensaje que envía el Gobierno de Pedro Sánchez con la prórroga en la industria señala también en esa dirección.
1,1 millones en 2022
En ese intento de recuperar el peso de este contrato juega un papel importante el apoyo económico de la administración. No siempre las ayudas son conocidas o, por distintas razones, accesibles para las empresas. El año pasado Lanbide aprobó un total de 130 solicitudes de incentivos económicos para realizar este tipo de contratos, repartidos en cerca de un centenar de compañías, principalmente del sector industrial y la construcción. Es decir, uno de cada seis relevos realizados el año pasado accedió a ayudas de este tipo.
Con entre 8.400 y 9.200 euros por contrato el gasto en este apartado fue de algo más de 1,1 millones de euros, un presupuesto con el que se parte también en este ejercicio 2023. Así lo avanzó Mendia en comisión parlamentaria, señalando en todo caso que la cantidad está abierta a la demanda final de las empresas, es decir, si hace falta más dinero se ampliará la partida. A este algo más de millón de euros para 2023 habría que sumar otros 700.000 euros para un programa específico para el traspaso generacional de pequeñas empresas.
La mayor parte de las empresas que han recibido ayudas son de pequeño y mediano tamaño, si bien el año pasado hubo acuerdos ligados al convenio para dar un empujón a esta fórmula estos próximos años en firmas destacadas del ámbito industrial como Tubos Reunidos o CIE Automotive Legazpi.