Que el mercado de trabajo vasco goza de buena salud es innegable. No solo a nivel cuantitativo, por encima ya del millón de cotizantes a la Seguridad Social, es que también se ha dado un salto de calidad en lo que se refiere a estabilidad al calor de la última reforma laboral. Solo dos grandes sectores, comercio y sanidad, quedan arrinconados de la mejoría general en esta primera mitad de 2023.
Ambos viven realidades particulares que explican en buena medida ese estancamiento. En el caso del comercio (aquí entran tanto pequeños negocios como grandes superficies, incluso talleres de vehículos) se trata de una actividad de perfil muy estacional que aumenta la demanda de trabajadores de forma especial en Navidad. Por ello se puede considerar que el dato de cotizantes de diciembre está algo 'inflado' en relación al curso habitual del sector, lo que explica en parte el haber llegado a mayo con 1.500 trabajadores menos que en el cierre de 2022 en un contexto de alegría general en el ecosistema laboral.
Aun así, el sector atraviesa su propia reconversión hacia nuevos hábitos de consumo digitales que genera dificultades. Si se intenta desestacionalizar el dato y se compara el nivel actual de trabajadores en el comercio con el de mayo de 2022 tampoco la mejoría es para lanzar cohetes. Son apenas 500 cotizantes más para un crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social en Euskadi de más de 16.000 personas. Sin ser un mal dato, el comercio está lejos de la evolución que registran actividades 'hermanas' como la hostelería.
En cuanto a la sanidad, el otro gran sector que pierde trabajadores en lo que va de 2023, la pérdida sí es algo más preocupante, incluso sorprendente si se tiene en cuenta el aumento de las necesidades de una sociedad cada vez más envejecida. Hay que remarcar que la cifra de afiliados en el sector va mucho más allá de lo que es Osakidetza, que representaría, en números gruesos, un tercio de esos 110.000 cotizantes recogidos en la Seguridad Social bajo el epígrafe de actividades sanitarias, que incluye también servicios sociales (habría que incluir, además de clínicas privadas, negocios como las residencias).
En todo caso, no deja de ser llamativo que un sector a priori con tanta demanda se haya dejado hasta mayo más de 2.400 trabajadores. Y la comparativa interanual tampoco mejora demasiado la radiografía: el empleo en actividades relacionadas con la salud crece mucho menos que la educación, el otro pilar del sector servicios, y está por debajo también de la evolución de la industria. Sí es cierto que esta rama experimentó un fuerte crecimiento, hasta cruzar el umbral de los 100.000 trabajadores, justo en el estallido de la pandemia de covid.
¿Falta mano de obra?
El crecimiento del resto de sectores se produce a pesar de las dificultades que reportan los empresarios para encontrar personal cualificado. La construcción es una de esas actividades a las que, en pleno boom de proyectos en los tres territorios de Euskadi, se les atribuye un potencial de contratación mucho mayor. Este sector, que en el caso de Bizkaia está inmerso en movilizaciones por el convenio, crece en lo que va de año en algo más de medio millar de trabajadores, un avance corto en relación al resto.
La industria tradicional, el sector más numeroso, rebasa por su parte el listón de los 182.000 cotizantes a la Seguridad Social, 1.500 más que a cierre de 2022 (el crecimiento total en Euskadi estos cinco meses es de 8.500 trabajadores) y casi 3.000 más que hace un año. Aunque es una buena evolución el sector sigue sin recuperar el listón anterior a la pandemia, algo que curiosamente sí hace por ejemplo la construcción.
En cuanto al resto de ramas de servicios que sí se benefician del crecimiento global del mercado laboral, destacan la hostelería y la educación pero también presentan buenos números las actividades científicas y las vinculadas a las comunicaciones. Otros como banca, inmobiliarias o servicios administrativos o repuntan tímidamente o se mantiene estables. En cuanto al sector primario, en los últimos años en horas bajas, consigue sostener el suelo de los 6.000 trabajadores en Euskadi.