Deutsche Bank ha arrancado el juicio mercantil con el que espera conseguir el control de Celsa con el anuncio de que se compromete a dar un “apoyo al empleo” de la siderúrgica catalana en su plan de reestructuración. Tal y como recoge Crónica Global, ha asegurado que si el magistrado del Juzgado mercantil 2 de la ciudad, el juez Álvaro Lobato, homologa el plan que ha presentado junto a un grupo de fondos que también tienen deuda vencida con la familia Rubiralta --Goldman SachsCross Ocean Partners y SVP Global, entre otros-- ejecutarán cambios que, según su relato, serán quirúrgicos.

Reafirma su intención de apear a la actual dirección de la cúpula y dar forma a un nuevo consejo de administración “competente” para dirigir la compañía. Incluso han abierto la puerta a mantener a consejeros independientes como el consejero delegado de Ficosa, Javier Pujol, que ha declarado en la primera jornada del juicio como testigo. Aunque el ejecutivo, íntimo de los Rubiralta, ha dejado claro que los fondos “no son de fiar” y que se teme que su único objetivo sea vender Celsa a trozos al mejor postor, tras la insistencia de las preguntas del abogado de los acreedores ha señalado que si llegan a ratificar el plan industrial vigente en Celsa “se pensaría” quedarse en el órgano directivo.

10.000 empleos directos de Celsa en juego

El representante del banco alemán ha intentado desvirtuar la principal baza de los actuales propietarios de la siderúrgica, la continuidad de los 10.000 empleos directos y los 30.000 indirectos. Ha mostrado su sensibilidad con la plantilla, pero sin incluir ningún “compromiso de permanencia” en el plan de reestructuración que debe analizar el juez. Y este ha sido, precisamente, el punto en el que más hincapié ha hecho el abogado de los fundadores de Celsa.

De hecho, ha preguntado a cada uno de los portavoces de los acreedores que han hablado ante la sala detalles de la producción anual de la siderúrgica. Ninguno de ellos ha pasado el examen, ya que no han sabido responder ni cuántas toneladas producía al año. Las respuestas recibidas han ido todas en la misma dirección: que habían analizado la cifra en el momento de dar forma a la hoja de ruta con la que intentan asegurar el control y la viabilidad del grupo pero que no la tenían “en la cabeza”.

Cambio del equipo directivo al completo

Este factor también resulta clave, ya que otro de los argumentos con los que intentan convencer al titular de la sala es que la experiencia de los Rubiralta y el resto de la dirección asegura el futuro de la compañía con el perfil actual. Sin que por los problemas en devolver la deuda convierta a Celsa en un grupo con el que maximizar beneficios si se vende por trozos.

Preguntado al respecto, Deutsche Bank ha dejado claro que su compañía no cuenta con ningún tipo de experiencia en dirigir empresas industriales. De hecho, ha asegurado que no es el objetivo de entrar en la compañía. Se ha remitido al plan de reestructuración presentado que sí prevé reforzar la gestión con un “equipo competente” y solucionar, con la capitalización de la deuda que no se puede devolver, un pasivo que no se puede digerir y que convierte a la siderúrgica en un gigante con pies de barro.

Quién se queda el control de Celsa

De hecho, este siempre ha sido el escenario que se ha defendido desde el grupo de acreedores que han instado el proceso mercantil en Barcelona. Que, por mucho que les duela, a los Rubiralta no les queda otra que diluirse y dejar que los acreedores se incorporen en la compañía que fundaron.

Pero, en lugar de quedarse en una posición minoritaria como insiste la familia en las últimas propuestas que les han hecho llegar (que incluyen una quita generosa), deberían también dejar el control de la compañía en sus manos.

Pugna judicial de Celsa en Barcelona y Madrid

Los representantes de los Rubiralta, incluidos varios miembros del equipo directivo y consejeros independientes como Pujol que ellos han nombrado, han regresado a los juzgados junto a los acreedores. Desde el estallido de la pandemia, el principal problema que ha tenido la cúpula de Celsa para devolver los préstamos fruto de la crisis económica que siguió la sanitaria, han recurrido en diversas ocasiones en tribunales tanto de Barcelona como de Madrid.

De hecho, la causa mercantil actual, donde se decidirá el futuro del grupo, se dirime en la ciudad con otros dos contenciosos vivos en la partida judicial de la capital. En todos ellos los argumentos se repiten. Los propietarios de la empresa insisten en que los informes financieros de los fondos omiten que la compañía pasó por una situación compleja durante la pandemia del Covid y argumentan que la siderúrgica registró cifras récord de facturación y rentabilidades muy superiores a los de 2021, hecho que avalaría su gestión.

En contrapartida, los fondos recuerdan que los 2.800 millones de euros de deuda sigue sin saldarse y la situación no cambiará ni en el corto ni el medio plazo. El juicio tendrá lugar a lo largo de esta semana y las conclusiones se leerán el próximo 11 de julio.