El 84% del tejido productivo vasco en Euskadi está conformado por empresas familiares. Un apabullante dato que pone de manifiesto “el papel vertebrador de este modelo” frente a otras formas empresariales, tal y como destaca José Miguel Lanzagorta, presidente de Aefame, la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, quien defiende, junto a José Luis Blanco, director general ejecutivo del IEF, el Instituto de la Empresa Familiar, que las compañías con tradición familiar tienen vocación de arraigo en su territorio y unas ventajas para su entorno más próximo, lo que las convierte en “un modelo muy favorable de desarrollo social”.
Una filosofía, la de las empresas familiares, que, a día de hoy, trata de convivir, o más bien sobrevivir, a los intereses de fondos extranjeros que invierten su capital en empresas que necesitan financiación para crecer o para salir de un bache económico. Tenemos casos actuales como por ejemplo Celsa, que con la nueva Ley Concursal ha pasado de ser capitaneada por la familia Rubiralta a ser controlada por sus acreedores, fondos extranjeros entre los que destacan Deutsche Bank, Anchorage y Attestor.
A juicio del director general ejecutivo del IEF, no son un modelo “vetusto, sin futuro, sino enormemente competitivo”, pero lo cierto es que la paulatina desaparición de las empresas familiares hace años que comenzó a sentirse en el territorio, más aún si cabe con la pandemia, cuando se hizo tan palpable la necesidad de la producción de proximidad. Para evitar una diáspora mayor, desde Aefame creen que es necesario mejorar la gobernanza interna de las compañías de tradición familiar. “El año pasado acompañamos a 106 empresas para que se sentasen a hacer un protocolo de gobernanza interna, porque nos preocupa que el centro de decisión se vaya a las Bermudas o a otro lugar”, advierte Lanzagorta.
No obstante, Blanco ha querido resaltar que el arraigo no está reñido con la internacionalización y es que la empresa familiar tiene una gran capacidad de traspasar las fronteras, como ya ha demostrado a lo largo de la historia. “Es un error pensar en las empresas familiares como localistas, ya que la mayor parte de ellas tienen presencia en el extranjero”, con la ventaja añadida, destaca, de que “lo hacen sin desvincularse de su territorio”.
Por un “ecosistema competitivo”
Es por ello que, más allá de las condiciones fiscales, tanto Blanco como Lanzagorta solicitan a las administraciones la creación de un contexto favorable para el desarrollo de las empresas familiares, acercando la formación a las empresas, creando clústeres que sirvan como impulsores del talento, dinamizando las relaciones entre empresas e instituciones… Medidas, al fin y al cabo, que permitan afianzar las raíces de este tipo de empresas.
"Las empresas familiares somos un factor de competitividad clave de la economía y tenemos mucho potencial para seguir contribuyendo al crecimiento económico y social vasco. Pero para que Euskadi continúe siendo un territorio atractivo para el asentamiento y mantenimiento de empresas familiares, necesitamos generar un ecosistema competitivo que nos dote de estabilidad y potencial de crecimiento", defiende Lanzagorta.
En este sentido, el director general ejecutivo del IEF ha alabado el trabajo de las empresas familiares vascas, un ejemplo de buen hacer. Precisamente Aefame surgió hace sólo ocho años, cuando Bilbao se convirtió en la sede para la celebración de esta cita, pero la trayectoria de la empresa familiar vasca viene de lejos, como destaca Blanco. “En esta segunda ocasión que nos reunimos en la capital vizcaína queremos rendir tributo al profundo arraigo de las empresas familiares vascas, pues su tradición ha sido fundamental para el desarrollo de toda España”, advierte.
Aefame nació en 2015 y agrupa a 72 empresas vascas líderes en sus sectores de actividad que alcanzan una facturación agregada superior a los 15.242 millones de euros anuales y dan empleo a más de 148.000 personas, lo que representa un 55,45% del empleo en Euskadi.
Marruecos, el país invitado
Para poder debatir acerca del presente y el futuro de las empresas familiares, el IEF celebra un año más el Congreso Nacional de la Empresa Familiar, con la colaboración de Aefame. Su vigésimo sexta edición, que se desarrollará en Bilbao, en el Paraninfo de la Universidad de Deusto, entre el 22 y el 24 de octubre, será inaugurada por el rey Felipe VI y clausurada por el presidente del IEF, Andrés Sendagorta.
Está previsto que a la cita acudan más de medio millar de representantes de prestigiosas empresas familiares de toda España y, en esta ocasión, será Marruecos el país invitado, con quien las empresas familiares de todo el Estado tienen grandes lazos, según destaca el director general ejecutivo del Instituto de la Empresa Familiar, José Luis Blanco.