El negocio puede ser redondo para Vidrala. El fabricante de recipientes de vidrio asume su nueva filial brasileña, Vidroporto, en plena expansión y, a la vez, obtiene liquidez tras renunciar a una pieza en un mercado europeo con menos velocidad. El cambio de cromos permitirá cruzar el charco con las espaldas cubiertas sin perder en ningún momento volumen de mercado.
Al contrario, Vidroporto apunta alto tras poner en marcha nuevas instalaciones a finales del pasado año que permitirán aumentar su capacidad productiva en 2024 en torno a un 35%. Si el primer año en el que la firma brasileña computaba dentro de los balances de Vidrala aportaba 159 millones de euros de facturación, la previsión es superar de largo este año los 200 millones teniendo en cuenta la evolución favorable de la demanda en el país latinoamericano.
Brasil es un mercado al alza con el vidrio en plena expansión dentro de la lucha global para reducir el uso de plásticos. En este contexto Vidroporto es una compañía más que asentada (Vidroporto ganó tamaño al absorber Indústria Vidreira do Nordeste antes de la pandemia) con alianzas con las principales marcas de cerveza y refrescos de un país con más de 200 millones de habitantes.
Con en torno a un 20% de cuota de mercado, Vidroporto ha costado en total a Vidrala 384 millones de euros pero cruzar 'el charco' va camino de salir más que rentable teniendo en cuenta la proyección de los mercados latinoamericanos en comparación con Europa. La compañía de la familia Delclaux explica que la venta de la filial italiana a Verallia llega tras "una reflexión estratégica" en un contexto de "moderación" de la demanda en Europa.
20 años en Italia
La venta de la planta italiana permitirá a Vidrala embolsarse 230 millones de euros con los que, además de dar una alegría a los accionistas, reduce el riesgo financiero de su nueva aventura latinoamericana. La firma que encabeza Carlos Delclaux pagó en su momento, hace unos 20 años, un total de 138 millones a Owens-Illinois por la compra tanto de la fábrica italiana como de la catalana de Castellar del Vallés, es decir, el paso por el país transalpino queda más que amortizado. En 2022 y 2023, con 106 y 131 millones de euros, Italia ha reportado a Vidrala en torno al 8% de la cifra de negocio.
En estos momentos Vidrala se queda, al margen de Vidroporto, con posiciones destacadas en Europa por un lado en el mercado ibérico (España y Portugal), que reporta casi la mitad de las ventas y por encima del 50% del ebitda; y, en segundo lugar, Reino Unido e Irlanda se van por encima de los 600 millones de facturación en 2023 tras las inversiones realizadas para impulsar esa región.
Una estrategia así muy concentrada en un par de zonas en Europa pero con gran tirón a pesar de que la compañía advierte de un frenazo de la demanda en el continente (no ha sido así en los años posteriores a la pandemia por el tirón de la hostelería) y luego Brasil como puerta abierta a la expansión en latinoamérica.
Queda la duda, en todo caso, de hasta qué punto influirá en las instalaciones de Euskadi ese giro de guión en el mercado de vidrio europeo. Hasta hace un año las compañías del sector no daban abasto literalmente para llegar a todos los pedidos, un boom de ventas agridulce por la reducción de márgenes por los altos costes del gas. La situación ahora parece haber cambiado.
Vidrala dio un primer aviso a finales del año pasado al anunciar el cierre de uno de los hornos de Llodio y señalaba en la presentación de resultados recientemente que adoptará nuevas medidas "para controlar las tasas de utilización de capacidad en algunas de sus plantas". Con más de 300 trabajadores, el fabricante de vidrio es uno de los principales motores económicos y de empleo, junto a las tuberas Tubacex y Tubos Reunidos, del Valle de Ayala. La comarca, venida a menos en lo industrial, ve cerca el cierre de Glavista, heredera en parte de la antigua Guardian Llodio.