Recién incorporada a la OTAN, Suecia ha empezado a tomar ya sus primeras decisiones estratégicas por una mayor protección de su territorio. Dadas sus características geográficas y el ecosistema hostil que afecta a Europa, estas no han sido pocas. Una de las más comentadas: el veto de más de una docena de proyectos eólicos marinos en el Báltico.
Y es que este es un lugar táctico tanto para la estrategia militar de este país -potenciada en marzo de 2024 con la entrada de Suecia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte- como para la instalación de parques eólicos offshore, dado el espacio y las fuertes rachas de viento que se dan en él.
13 parques eólicos cancelados
Han sido, en concreto, 13 parques eólicos marinos proyectados a lo largo de toda la costa este hasta el estrecho de Öresund -situado en el sur- los que han sido cancelados. 13 proyectos de, entre otros promotores, Statkraft, Eolus, OX2 o Deep Wind Offshore, que sumaban más de 30 GW de potencia.
Aunque la mayoría de ellos se encontraban en fases iniciales, desde el Gobierno de Suecia ya han confirmado que esta decisión supondrá una pérdida de inversión privada de más de 45.000 millones de euros.
La razón, según el equipo de Gobierno del primer ministro sueco, Ulf Kristersson, dar prioridad a la seguridad nacional. Y es que la instalación de estos parques haría más difícil detectar y derribar misiles en caso de conflicto bélico; esto en general, pero más en particular los ubicados en aguas suecas cerca de Kaliningrado, enclave estratégico para el ejército ruso.
Iberdrola esquiva el veto
Una de las energéticas que también cuenta con proyectos en estas aguas es la vasca Iberdrola, que, por el momento, ha esquivado el veto que sí que ha afectado a otras energéticas pese a su fuerte presencia en proyectos marinos del mar Báltico.
En concreto, la de Sánchez Galán tiene en desarrollo en aguas de este país nórdico 3,6 GW, una potencia que, si bien no es alta sí que es superior a la que tiene en desarrollo en otros países como Brasil -3 GW-, Australia -3 GW- o Japón -1,8 GW-.
La energética irrumpía con fuerza en el país hace solo cuatro años dado el potencial que este tenía. No solo por su ubicación geográfica o las características de sus aguas, también por la apuesta del Ejecutivo sueco hacia las renovables, fijando en 2040 como el año en el que el 100% de su energía eléctrica tenía que producirse a través de fuentes renovables.
Así, en 2020 Iberdrola acordaba con la compañía sueca Svea Vind Offshore AB, una opción de adquisición mayoritaria para el desarrollo de la mayor cartera de proyectos de energía eólica marina en Suecia.
Un desarrollo que sumaría 9 GW de capacidad y cuyos proyectos, ya por aquel entonces, se encontraban en distintas fases de tramitación con el objetivo de entrar en funcionamiento a partir de 2029 en dos áreas geográficas, consideradas de interés nacional para el desarrollo de la eólica: Gavle -seis parques que suman 5,1GW- y Oxelosund -dos parques con 3,9 GW de potencia conjunta-.
La presencia de Iberdrola en el mar Báltico
Sin embargo, la apuesta de Iberdrola por aguas bálticas no se queda ahí. En el país en el que sí que cuenta con una importante presencia es en Alemania, donde la apuesta por proyectos en el mar Báltico ha sido firme desde hace años, hasta el punto de que la energética se ha posicionado como el mayor operador de parques eólicos marinos en este enclave.
A pesar de que Iberdrola inició su presencia en Alemania en 2001, no fue hasta 2017 cuando entró en su primera operación en un proyecto offshore de este país. Concretamente en el parque eólico marino Wikinger, la primera instalación eólica marina diseñada y operada 100% por una empresa española.
A este le han seguido Baltic Eagle, el segundo gran parque eólico en el mar Báltico, que se puso en marcha en octubre de este mismo año con 476 MW, que suministran energía renovable a 475.000 hogares; y Windanker, que se pondrá en marcha en este mar en 2026 tras una inversión de más de 1.000 millones de euros.
Todas una apuesta por estas aguas con unas características especiales que le hacen convertirse en un foco de interés para las energéticas como Iberdrola que, de momento, ha conseguido esquivar el polémico veto de la OTAN.