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Los presupuestos del Gobierno vasco para el año que viene colocan aparte, en un anexo, los casi mil millones para movilizar inversiones industriales. Eso da a entender que las partidas incluidas en ese añadido al margen de los 16.000 millones de gasto total son una partida extraordinaria que no tendrá réplica en futuros ejercicios.

Aun así la dotación de 350 millones de euros para Finkatuz, uno de los dos pilares de esa política de inversiones para el arraigo junto a Indartuz, sorprende teniendo en cuenta las modificaciones anunciadas en sus estatutos para acometer operaciones de menor calado.

Con esa nueva aportación en las cuentas de 2026 el fondo para el arraigo creado por Iñigo Urkullu ronda los 500 millones de dinero disponible para invertir, ya que contaba con reservas sin gastar, y un patrimonio global sumando participaciones en cartera superior a los 600 millones, tal y como se recoge en el documento presupuestario.

No se contemplan ahí ni el impacto negativo de Talgo ni el dividendo extraordinario anunciado por ITP Aero, dos factores que se anulan el uno al otro y a efectos prácticos dejan las cosas como están.

La pregunta que surge es: teniendo en cuenta la vocación de accionista minoritario del Gobierno vasco, ¿existen suficientes operaciones corporativas viables como para dar salida a esos 500 millones?

Eric Arana, del Grupo Arania, con los consejeros Jauregi y D'Anjou

Empresa mediana en el foco

Finkatuz, así está recogido en sus estatutos, apunta en principio a participaciones entre el 3 y el 5% en empresas, con un máximo del 20%. Solo en circunstancias excepcionales se podría superar ese umbral, nunca llegando a una posición de control de más del 50%.

Con esa premisa, el departamento de Hacienda de Noël d'Anjou ha anunciado un cambio en el modelo de inversiones del fondo para acercarlo a empresas medianas, de forma que se podrán tomar participaciones en proyectos que facturen entre 50 y 100 millones (hasta ahora el objetivo eran empresas con más de 100 millones de cifra de negocio).

Todo apunta por tanto a que Finkatuz puede materializar en Talgo su última operación de primer nivel mediático y económico y que pone el rumbo a inversiones de perfil más bajo, dejando en manos de Indartuz ese nuevo papel de liderazgo en la política de arraigo.

Esa sería la línea seguida con los últimos movimientos si se deja de lado el fabricante de trenes: grupo Arania, 15 millones, y Ohmnia e Innometal, 35 millones entre ambas.

Tendría sentido un presupuesto abultado de 500 millones si se fuera a acelerar el número de operaciones, pero no apunta a ese escenario la previsión presupuestaria, que espera cuatro inversiones para Finkatuz en 2026.

Fábrica de Talgo J. P Gandul EFE

El espejo de Talgo

Tras la confirmación de este viernes, Finkatuz tiene asegurado ese desembolso cercano al final a 50 millones de euros. Pero del desarrollo del culebrón para acompañar a José Antonio Jainaga en el fabricante de trenes el Gobierno vasco extrae también una lección: las operaciones de este tamaño y con tantos intereses implicados conllevan importantes riesgos políticos.

Estos días el consejero de Industria, Mikel Jauregi, ha anunciado la disposición del Ejecutivo de estar dentro de la 'operación Ibermática' que encabeza BBK, una piedra de toque para valorar si Talgo abre o cierra el camino a las grandes aventuras impulsadas desde Lakua para recuperar centros de decisión estratégicos.

José Antonio Jainaga en la ceremonia de entrega del Premio Korta

Jauregi no aclaró si se estudiará una participación directa en la parte tecnológica de Ayesa que está en venta o si se estudiarán otras fórmulas de respaldo a la oferta de BBK, ni si el vehículo elegido para ese respaldo será Finkatuz, Indartuz u otro de los fondos más pequeños o vías de financiación bajo control del Gobierno.

Sin más grandes operaciones a la vista, Finkatuz corre el riesgo de morir de éxito, con los bolsillos llenos pero dificultades para dar salida a su propio presupuesto. La alta rentabilidad de ITP Aero, su participada estrella, sigue además llenando la caja, a la que lleva un par de años contribuyendo de forma más modesta también CAF.