Desde los famosos pintxos hasta platos típicos elaborados con productos de mar y montaña. La gastronomía vasca es muy conocida no solo por su riqueza o su combinación de sabores y texturas sorprendentes, sino por su tradición. Entre las grandes creaciones sorprenden, también, sus postres.
Y es que las pastelerías vascas cuentan con una larga trayectoria en el territorio vasco, como Arrese, Otaegui o Martina Zuricalday, lugares que llevan décadas endulzando desayunos y meriendas gracias a unas delicias que han sido capaces de conquistar a generaciones. Bollos de mantequilla, carolinas, pasteles de arroz, pasteles vascos o pantxinetas. Todos estos dulces vascos han sido capaces de enamorar a todos.
Sagargala, un postre ideal y desconocido
Cuando se habla de dulces vascos se suelen mencionar los anteriores dejando uno muy importante y muy poco conocido de lado. Un postre curioso que merece una oportunidad por su interesante mezcla de sabores. Esta es la Sagargala y la repostera Eva Arguiñano ha ofrecido la receta ideal para que quede de lujo en el artículo Sagargala por Eva Arguiñano: un tradicional postre vasco de la web del programa de cocina de Antena 3, Cocina Abierta.
Para su elaboración se necesitan sobaos, manzanas, azúcar, queso fresco, zumo de medio limón, hojas de menta, azúcar glas, azúcar, grosellas y frambuesas para el jarabe de vino tinto, hojas de gelatina y una rama de canela para la compota, nata líquida, hojas de gelatina, vino tinto y una cáscara de naranja y otra de limón para la crema de queso fresco.
El primer paso es lavar las manzanas y partirlas para colocarlas, posteriormente, en una cazuela caliente, donde incorporamos la rama de canela, el zumo de medio limón y el azúcar. Cocinamos todo a fuego suave durante unos minutos. Después añadimos en un bol con agua fría, dos hojas de gelatina y las dejamos en remojo.
Las incorporamos a la cazuela, lo mezclamos todo bien y lo trituramos hasta que quede un puré. Tapamos un molde con papel de cocina y echamos la mitad de la compota. Metemos el resultado en la nevera durante tres horas hasta que quede duro. Cuando empecemos con el jarabe de vino tinto añadimos en un cazo dos cáscaras de naranja y dos de limón, incorporamos el azúcar y el vino y lo dejamos reduciendo a fuego suave o medio a unos minutos.
Para preparar la crema de queso fresco dejamos en remojo tres hojas de gelatina en un bol con agua fría. Echamos la nata en un cazo y la calentamos a fuego suave. Luego añadimos las hojas de gelatina y lo mezclamos todo hasta que la gelatina se haya disuelto.
En un bol grande ponemos el queso y el azúcar glas y mezclamos con la batidora. Posteriormente, agregamos lo que queda de la nata lentamente hasta que la nata quede semi-montada. Lo restante de nata lo añadimos también con la gelatina ya diluida y lo mezclamos con los ingredientes.
Sacamos el molde de la nevera y lo vertemos, sobre la gelatina de manzana, la mezcla de queso. Dejamos enfriar y que endurezca. Emborrachamos los sobaos con el jarabe de vino tinto y los colocamos sobre la crema de queso. Metemos el molde en la nevera durante tres horas. Y así conseguimos el postre vasco más curioso y delicioso que no muchos han tenido la suerte de probar.