En un año en el que es mejor huir de las aglomeraciones, nada como darse un paseo por alguno de los pueblos más bonitos y tranquilos de la geografía. Un recorrido que en este caso traslada sus pasos hacia los municipios con más encanto del País Vasco.
Y es que descubrir algunos de los rincones más bellos de la comunidad vasca puede ser un plan de lo más acertado para pasar un día del fin de semana. Rutas para admirar la sabia combinación de parajes indescriptibles en localidades entre el mar y la montaña.
Laguardia (Álava)
Bienvenidos todos los amantes del buen vino. Visitar esta fantástica villa medieval amurallada es todo un placer para los sentidos ya que tiene la fortuna de ubicarse en una magistral atalaya desde la que se divisan cientos de viñedos a su alrededor. Situada a menos de una hora de la capital vasca, Laguardia es famosa por la galería de bodegas que recorre sus entrañas como si de un queso gruyere se tratara.
Degustar una buena copa no es el único de los placeres de la ruta. Laguardia es una localidad que parece sacada de un cuento gracias a su muralla y a sus estrechas calles empedradas. Unas largas vías que discurren en paralelo y que llevan a descubrir uno de los tesoros mejor guardados del arte eclesiástico vasco, el retablo de la iglesia de Santa María de Los Reyes.
Hondarribia (Guipúzcoa)
Hondarribia, o Fuenterrabía en castellano, es el nombre de la siguiente localidad en la lista de los pueblos más bonitos del País Vasco. Un municipio al bode del mar que ofrece algunos de los más bellos ejemplos de la arquitectura típicamente vasca con sus casas de coloridos balcones. Una estampa de postal que sobre todo se puede contemplar en el tradicional barrio de la Marina donde además se localizan la mayor parte de los establecimientos hosteleros.
Pero esta localidad guarda algún que otro secreto más para poder conocerla a fondo. Así pues, en el recorrido por la villa marinera no puede faltar una parada en la Puerta de Santa María, una de las dos entradas por las que se accedía a la antigua ciudad amurallada; así como sendas visitas a la Iglesia de Santa María de la Asunción, además de contemplar nobles edificios como es el Palacio Zuloaga, la Casa Iriarte o la Casa de Casadevante.
Getaria (Guipúzcoa)
La visita continúa por tierras de Guipúzcoa, pero en este caso para llegar al pequeño y coqueto pueblo de Getaria; todo un símbolo de la mejor tradición pesquera y que lleva con orgullo la fama de ser la cuna del txakolí; el vino blanco de la zona que destaca por su acidez al paladar. Para probarlo, nada como pasear por las callejuelas del casco viejo y parar en alguna de las numerosas tabernas que salpican estas empedradas calles. Eso sí, toda ruta gastronómica que se precie en la costa vasca no puede terminar sin probar un buen pescado a la parrilla con las mejores vistas al puerto de Getaria.
Una imagen donde sorprende ver a lo lejos lo que parece ser un ratón. No, no es producto de unas cuantas copas de vino de más. Se trata de un monte, el de San Antón, y cuya peculiar forma recuerda a este pequeño animal. Este es el símbolo más amable de una villa que además cuenta con la fortuna de albergar el espacio que todo amante de la moda quisiera visitar. Se trata del Museo Balenciaga, dedicado al gran modisto de alta costura Cristóbal Balenciaga oriundo del pueblo.
Bermeo (Vizcaya)
La historia y la vida cotidiana del País Vasco están íntimamente ligadas al mar. Ese mar Cantábrico al que se asoman algunos de los municipios más bonitos del norte del país. Es el caso de Bermeo con una ubicación privilegiada en plena Reserva de la Biosfera del Urdaibai. Un pueblo que enamora con tan solo contemplar las barcas de su puerto viejo.
Los aficionados a las series quizá no pierdan detalle de una visita que se les antoja conocida. En sus alrededores se grabaron algunas de las escenas más famosas de la serie Juego de Tronos. Cómo no acordarse de esa interminable escalinata, formada por más de 200 peldaños irregulares, hacia San Juan de Gaztelugatxe y coronada por la pequeña ermita de San Juan Bautista.