Portugalete es una de las localidades vizcaínas con más solera y encanto. Situada en la ría de Bilbao, se ha empapado durante siglos del especial carácter de los pobladores de esta zona y de su amor por el mar y eso queda reflejado en sus calles y en los lugares que merece la pena visitar cuando se desea hacer una escapada a “Portu”.
A pesar de no contar con demasiada extensión -lo que hace que sea una de las poblaciones con mayor densidad de población en España-, alberga interesantes puntos de interés que harán viajar al visitante por la historia de la localidad.
El Puente Vizcaya, su principal atractivo
No cabe duda de que el principal atractivo turístico de Portugalete es el Puente Vizcaya, el famoso puente colgante que ha servido como transbordador de peaje desde finales del siglo XIX. Fue el primero de su clase que se construyó en el mundo y tanto por eso como por el buen estado en que se conserva fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esta distinción no hace sino demostrar la grandiosidad de una obra que fue levantada para que la burguesía pudiera desplazarse con mayor comodidad para acudir a los balnearios que había en ambas vertientes de la ría, tanto la de Portugalete como la de Las Arenas de Getxo. El diseño fue de Alberto Palacio y sus dimensiones son las siguientes: 61 metros de altura y 160 metros de longitud.
Casco viejo de Portugalete
Después de visitar el famoso puente, es hora de adentrarse en el casco antiguo de esta villa fundada en el año 1322 por María Díaz de Haro, apodada “La Buena”. Por lo tanto, se trata de una zona de origen medieval que ha sido declarada conjunto histórico artístico, ya que incluye algunos monumentos de interés y mantiene la estructura original de la localidad, cuando estaba protegida por murallas.
No en vano, un paseo por el casco viejo resulta cuanto menos recomendable, para comprobar el latir de un municipio muy activo y degustar además, algunas de sus maravillas gastronómicas en los locales dedicados a la restauración.
Torre Salazar y Basílica de Santa María
En el casco viejo, los dos edificios más emblemáticos son la Torre Salazar y la Basílica de Santa María. Sobre el primero de ellos se puede apuntar que su origen se remonta al siglo XIV y que su cometido fue durante mucho tiempo el de controlar las mercancías y vigilar el puerto. En la actualidad es posible encontrar un restaurante en sus instalaciones.
Enfrente se levanta la Basílica de Santa María, templo donde se dan cita los estilos gótico y renacentista y que destaca especialmente por el retablo mayor que se puede observar en su interior, el cual data del siglo XV y es lo único que queda del edificio primitivo antes de que fuera pasto de las llamas en un funesto incendio.
Ayuntamiento y convento
Estos edificios son comunes en numerosas localidades españolas, especialmente cuando su origen se remonta a la época medieval. Por un lado, al visitar Portugalete hay que hacer una parada en el Convento de Santa Clara, el cual se utiliza para fines culturales y que fue construido en el año 1614. Su estilo es barroco desornamentado y aunque ha sufrido mucho a lo largo de su historia (llegó a ser cuartel durante las Guerras Carlistas), las reformas de finales del siglo XIX recuperaron una esencia que ha llegado hasta nuestros días.
Por su parte, la Casa Consistorial presenta un estilo neoclásico elegante de mediados del siglo XIX y además se sitúa en un lugar privilegiado, justo al lado de la ría.
Perderse por Portugalete
No obstante, más allá de los edificios solemnes que se puedan encontrar en las calles de Portugalete, lo más recomendable es perderse por ellas, disfrutar de la idiosincrasia de esta localidad portuaria e industrial y caminar por su Paseo Marítimo hasta contemplar el Muelle de Hierro.
Ese es el mejor modo de concluir una escapada a una villa en la que además se podrá pasear por la Plaza de la Rantxería, acercarse al palacio Lexartza e incluso imaginarse cómo debía ser alojarse en el Gran Hotel Puente Colgante tras su inauguración como alojamiento a principios del siglo XX.