El teatro es uno de los mejores espectáculos a los que se puede asistir desde tiempos inmemoriales y, por regla general, es el título de la obra el que atrae a más o menos público hasta la sala. Sin embargo, hay ocasiones en las que esto pasa a un relativo segundo plano ya que lo que realmente se desea es visitar aquellos teatros que albergan una importante historia entre sus muros.
Estos edificios se han convertido en referentes de las ciudades donde están emplazados y en muchas ocasiones son un interés turístico por sí mismos, más allá de las obras o espectáculos que se estén llevando a cabo en sus instalaciones. En definitiva, son teatros cuya visita merece la pena.
Teatro Arriaga
El teatro más famoso de Bilbao es el Arriaga y esto sucede desde que se reconstruyera a finales del siglo XIX en estilo neobarroco, puesto que hay que tener en cuenta que su inauguración se remonta al año 1834, cuando se levantó el primitivo Teatro de la Villa. Más tarde, en 1883, fue cuando se decidió sustituirlo por un edificio de mayor tamaño y más monumental. De esa manera no habría que remodelar los destrozos causados por las Guerras Carlistas.
El nuevo Teatro Arriaga fue inaugurado el 31 de mayo de 1890 y el arquitecto que comandó la edificación fue Joaquín de Rucoba. Desde ese momento se convirtió en el auténtico centro cultural de la ciudad, aunque hay que apuntar que no ha llegado hasta nuestros días tal y como se levantó. Por un lado, en 1914 se tuvo que reconstruir después de un incendio que prácticamente lo destruyó (se reinauguró en 1919). Posteriormente, a lo largo del siglo XX, las instalaciones se fueron deteriorando paulatinamente hasta que en 1980 se comenzó a reparar. Sin embargo, en 1983 se produjo una gran inundación que provocó graves daños, de modo que se siguió con las obras y no quedó tal y como se puede ver hoy en día hasta diciembre de 1986.
Teatro Campos Elíseos
Quizás no sea tan conocido como el Arriaga, pero el Teatro Campos Elíseos es un Bien Interés Cultural que cuenta con una de esas fachadas que no pasan inadvertidas (diseñada por Jean Batiste Darroquy), ya que es una de las mejores muestras del modernismo en Euskadi.
Este edificio se inauguró en el año 1902 y fue proyectado por Alfredo Acebal. Durante el siglo XX se realizaron reformas, aunque la mayor de ellas tuvo lugar a finales de los 70, después de que en 1978 una bomba puesta por ETA causara daños graves. Más tarde se ha trabajado constantemente en su aspecto tanto interno como externo y ha llegado hasta nuestros días uno de esos teatros que merecen la pena visitar.
Teatro Victoria Eugenia
En San Sebastián, el honor de ser el teatro más emblemático recae en el Victoria Eugenia, tanto por haber acogido grandes estrenos y durante muchos años el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, como por la indudable belleza de su construcción junto al Hotel María Cristina. De hecho, la construcción de ambos inmuebles fue todo un hito en una ciudad que estaba en pleno esplendor a comienzos del siglo XX, con numerosas visitas de personalidades de la época.
El teatro Victoria Eugenia fue proyectado por el arquitecto Francisco de Urcola y se inauguró en el año 1912 con el nombre de la reina consorte de Alfonso XIII. Su estilo es neorrenacentista español y neoplateresco y su perfil se ha convertido en un clásico junto al río Urumea. Cabe señalar además que entre los años 2001 y 2007 se llevaron a cabo obras de remodelación que mejoraron aún más el aspecto de este edificio esencial en Donosti.
Teatro Principal de Vitoria
La capital alavesa también cuenta con una sala teatral a la que merece la pena acudir a ver alguna obra o concierto puesto que en ella se siente la cultura. El Principal está inspirado en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y fue proyectado por Cesáreo Iradier. Se inauguró en 1918 y fue gracias a la aportación de los propios ciudadanos vitorianos, que se convirtieron en accionistas para sacar adelante el proyecto y mejorar la vida cultural de la ciudad.
Su nombre es más moderno, ya que lo de Principal lo adquirió en 1961. Asimismo, en 1992, los gobiernos autonómico, provincial y municipal colaboraron en la renovación de unas instalaciones que se pueden visitar en la calle San Prudencio, 29, de Vitoria.