Es propio de la condición humana quedarse con aquello que más le satisface, como también lo es retorcer la realidad hasta convertirla en  eso que queremos que sea para nuestra propia satisfacción o consuelo.

La economía no es ajena a este comportamiento, los datos que nos ofrece se prestan a una interpretación y a la contraria, dependiendo de la lectura más o menos interesada que cada uno haga de los mismos,  bien para buscar ese consuelo del que hablábamos,  o bien para contentar a determinados sectores.

Por eso es fácil y más ahora con la que está cayendo que nos encontremos con lecturas absolutamente opuestas con los datos que se refieren a asuntos como la situación de las empresas,  las expectativas a medio –largo plazo o los datos sobre el empleo que precisamente hemos conocido hace unos días

Pero para lo bueno y para lo malo y al margen de interpretaciones los datos son los que son y por mucho que los vistamos de lagarterana y queramos ver el vaso medio lleno son muy preocupantes.

Y son preocupantes no tomados de forma aislada, sino porque tenemos a la economía dopada o anestesiada con artificios que con toda seguridad no podrán mantenerse en el tiempo. Ya habrán escuchado y leído las “bondades” de los últimos datos del paro, y sí, si los cogemos de forma aislada, los datos que octubre deja en Euskadi son buenos ya que se redujo el paro en 6.287 personas, lo que para muchos ha sido tildado como “histórico”.

Los datos son los que son y por mucho que los vistamos de lagarterana y queramos ver el vaso medio lleno son muy preocupantes

 

Pues bien cuando se habla de algo “histórico” debe hacerse con una perspectiva global y teniendo en cuenta pequeños detalles también históricos como el hecho de que en los datos del paro no se computan los 14.608 trabajadores que están en ERTE en nuestra comunidad.

De marzo aquí nuestra economía ha ido recibiendo un golpe  detrás de otro y en paralelo se ha ido reaccionando, no nos engañemos en muchos casos simplemente parcheando, para amortiguar los golpes con ayudas, siempre insuficientes, directas o indirectas que maquillan los moratones pero no los sanan. La mejor medida no cabe duda ha sido la aplicación de los ERTE y sus reiteradas ampliaciones, muy bien vendidas por cierto, por aquellos que las autorizan y la pregunta que aún no tiene respuesta es ¿hasta cuándo?.

La respuesta a esa pregunta va a condicionar la economía y en concreto el empleo mucho más de lo que podemos pensar en este momento. ¿Cuántos hosteleros con plantillas en ERTE podrán soportar el empleo los próximos meses? ¿cuántas empresas industriales pueden adquirir el compromiso de mantener el empleo ante la incertidumbre económica más contundente de la historia reciente?

¿Cuántas empresas industriales pueden adquirir el compromiso de mantener el empleo ante la incertidumbre económica más contundente de la historia reciente?

 

Me decía hace poco un empresario, uno de los muchos que siguen peleando por resistir, “viene hambruna”. Esperemos que la sangre no llegue al río, pero sin duda depende de todos. Y de unos más que de otros.

Que todos y cada uno de nosotros seamos capaces de asumir nuestra responsabilidad, las instituciones adquiriendo compromisos de apoyo a las empresas porque son estas, no nos engañemos, las que crean empleo y los trabajadores y empresarios compartiendo sacrificios, responsabilidades y esfuerzos porque soplan malos vientos y enderezar el rumbo no va a ser tarea fácil, se vendan los datos como se vendan.