Todos los polacos conocen el mito de Rejtan y el cuadro de Matejko: Rejtan, con mirada enloquecida, rasgando la camisa blanca, está tumbado en el suelo, cruzando la puerta del Sejm (Parlamento polaco) y poniendo su pecho abierto en su defensa, con ojos ya de martirio. Es el mito de la 'Libertad dorada', cuando tenían el parlamento más democrático y guay del mundo. Cualquier delegado tenía derecho al ‘Liberum veto': un solo voto en contra anulaba el acuerdo y obligaba a buscar la unanimidad. Y claro, la historia terminó como el rosario de la aurora.

La unanimidad como norma a la hora de decidir no es lo más democrático, es, simplemente, suicida.

Conociendo la historia cuesta entender por qué la Unión Europea se ha aferrado desde el principio a esta norma de unanimidad como regla decisional. Como consecuencia de este mecanismo, la Unión Europea está sujeta a chantaje permanente, en unas cuestiones por unos estados y en otras, por otros.

No tenemos Constitución europea por esta maldita norma. Tenían un ejemplo histórico en el nacimiento de Estados Unidos. Cuando las trece colonias decidieron en Philadelphia formar la Federación de Estados Unidos, fue preciso que cada una de las mismas la ratificara. Pero estos ilustrados sí se acordaban de la historia polaca y decidieron que cuando nueve de las trece colonias aprobaran la Federación automáticamente esta quedaba constituida, aún a riesgo de que alguna colonia quedara fuera. Y ocurrieron cosas curiosas. El Estado de Nueva York era mayoritariamente antifederación pero, llegado el momento, votaron a favor porque, aunque eran contrarios a la federación, mayor era su miedo a quedarse fuera.

Es verdad que, después del fracaso de la Constitución europea, en Lisboa la Unión ha intentado buscar recovecos para llegar a acuerdos. Por un lado, está la cooperación reforzada, que permite crear acuerdos limitados al ámbito de países concretos; y las votaciones del Consejo también tienen una mayoría cualificada que resulta del voto favorable del 55% de países y el 65% de la población europea. Pero el derecho de veto se mantiene en las grandes decisiones de la Unión Europea. La historia de los fondos extraordinarios por la crisis de la pandemia lo ha dejado al descubierto con toda su crudeza.

Al principio fueros los cuatro ‘frugales', liderados por el ultraliberal holandés. Hombre, Holanda muy frugal no es; su gasto público está ligeramente por encima del español. Pero no es lo importante, lo importante es que se nutre de impuestos de otros países de la Unión con su elusión fiscal y su ‘sandwich holandés'. Además, Holanda, junto con Alemania, es uno de los países que se han beneficiado extraordinariamente con el sistema del euro en detrimento del sur. Pero cuatro países, con un porcentaje muy pequeño de la población europea, se permiten insultarnos llamándonos ‘vagos y vividores', y querían bloquear los fondos europeos mancomunados. No sé qué ventajas han conseguido con su chantaje, pero seguro que algo sí. Los que chantajean con el ‘Liberum voto' siempre lo hacen por razones espurias y vergonzantes, no en defensa de los intereses generales de la Unión.

Holanda muy frugal no es; su gasto público está ligeramente por encima del español. Pero no es lo importante, lo importante es que se nutre de impuestos de otros países de la Unión con su elusión fiscal y su ‘sandwich holandés'.

 

Pero al fin se desbloqueó el tema y tenemos fondos anticovid europeos, esos 700.000 millones de euros. De paso, me parece que le estamos dando una importancia excesiva, elevándolos casi a la altura de cura milagrosa. Son muy importantes, porque han abierto un nuevo camino de solidaridad dentro de la Unión, pero no así su cuantía. Las cantidades que países del norte, especialmente Alemania, están invirtiendo a cargo de deuda de sus propios presupuestos nacionales hacen palidecer en su pequeñez a estos fondos europeos. Cuando salgamos, si salimos de esta crisis, la distancia, es decir la desigualdad, entre España y Alemania será mucho mayor que antes de la pandemia.

Y ahora, después de superar la zancadilla de los voraces ‘frugales', salen los polacos diciendo que no, que no se aprueba el presupuesto con esos fondos. Estos sí que saben exactamente lo que significa el derecho de veto. Y lo van a utilizar sin misericordia, al menos la ultraderecha católica que ahora está en el poder. La ultraderecha polaca no quiere irse de la Unión Europea, la quiere destruir. Y, mientras, sacar tajada para sus intereses totalizantes (acaban de hacerse con un imperio de medios de comunicación, y seguramente habrán utilizados fondos europeos para ello).

Cuando salgamos, si salimos de esta crisis, la distancia, es decir la desigualdad, entre España y Alemania será mucho mayor que antes de la pandemia.

 

Creo que la Unión tiene que tomar tres decisiones sin demora:

a. Fiscalidad común en todos los países de la Unión. Mientras las grandes empresas pagan -bueno malpagan- sus impuestos en Luxemburgo u Holanda y hacen negocio en los países del sur, la desigualdad crecerá y se hará insoportable, porque eso supone una transferencia permanente de rentas del sur al norte.

b. Una lucha común y decidida contra los paraísos fiscales y la elusión, estén donde estén.

c. Y, finalmente, desterrar para siempre el ‘Liberum veto' para terminar con chantajes ventajistas dentro de la Unión.