Hace ya muchos años compartiendo mesa y mantel en Bruselas con un histórico compañero de profesión ya retirado, se suscitó un interesante debate que coincidía con el acceso masivo a Internet, y con él, a una gran cantidad de información. Caliente ya la conversación el lúcido veterano sentenciaba “a partir de ahora y con la globalización informativa, la clave va a ser cribarla, y objetivarla” y así entendía nuestro papel en el que entonces era el futuro.
Mucho ha llovido desde entonces y la idea es de rigurosa actualidad. Estamos sobreexpuestos a cantidades ingentes de información, que llegan a través de canales de todo tipo, y es difícil no sólo saber con qué quedarse, sino en muchísimas ocasiones, distinguir lo verdadero de lo falso. En paralelo, la crisis en el sector mediático es una obviedad, cierres, eres, cuestionamiento de los profesionales, ofertas de trabajo absolutamente denigrantes… y todo ello en un contexto en el que los periodistas hemos contando cómo se han ido transformando el resto de los sectores, mientras el nuestro se quedaba anquilosado.
El periodismo, el de verdad, el que viene respaldado por la ética profesional, es hoy más necesario que nunca y nosotros, los profesionales tenemos una responsabilidad y un deber serio para con los ciudadanos
La verdad es que la competencia es dura, quien más quien menos se siente un profesional de la información por el hecho de publicar algún que otro contenido en redes sociales o tener un blog con un puñado de seguidores. Si a este filón de “profesionales”, le añadimos la inmediatez que nos acucia por ser los primeros en dar la noticia, prisa que es un enemigo directo del periodismo, tenemos ingredientes suficientes como para que se genere la tormenta perfecta en la que campen a sus anchas la falta de criterio, la desinformación y las noticias falsas.
Por eso, el periodismo, el de verdad, el que viene respaldado por la ética profesional, es hoy más necesario que nunca y nosotros, los profesionales tenemos una responsabilidad y un deber serio para con los ciudadanos que esperan fundamentalmente que hagamos nuestro trabajo. Y es un trabajo arduo porque desgraciadamente hemos perdido credibilidad y respeto y esas son dos atribuciones que cuesta mucho ganar, pero que se pierden en cuestión de segundos con una información sesgada, mal contrastada o poco objetiva.
Hoy más que nunca y ante la avalancha de información que procesamos cada día es necesario que los profesionales hagan una labor muy selectiva y contrastada de todo ese maremagnun de noticias
El social media hace años que proporciona al periodismo nuevos instrumentos en los que ampliar su campo de actuación pero no nos equivoquemos, el periodismo al igual que la política no se hacen en las redes sociales. Las redes son meros instrumentos al servicio del periodismo. Este relativamente reciente nuevo escenario, meramente instrumental requiere de preparación, de educación para que los futuros profesionales conozcan con rigor las posibilidades que el mundo 2.0 pone a su alcance. A partir de ahí, y teniendo siempre presente que igual que el periódico, la radio o la televisión los social media, son instrumentos al servicio de las personas, siguen estando vigentes los valores que cualquier profesional debe abanderar: objetividad, independencia, responsabilidad y un elevado sentido ético.
Por todo ello y lejos de pensar que la crisis del periodismo es un obstáculo insalvable, creo que estamos ante un reto que debemos aprovechar en beneficio de una profesión digna y totalmente necesaria para la sociedad. Hoy más que nunca y ante la avalancha de información que procesamos cada día es necesario que los profesionales hagan una labor muy selectiva y contrastada de todo ese maremagnun de noticias que en muchos casos, sin ningún tipo de criterio se dan por validas, por el simple hecho de que aparecen en una red social y pocos se cuestionan de donde vienen y hasta qué punto son fiables.
Y en cuanto a los medios tradicionales, sin duda, también tienen su hueco porque somos muchos los que amamos el papel del periódico, la compañía de la radio y una buena imagen en televisión, pero eso sí, hay que llenarlos de información diferenciada, de valor añadido y de profesionalidad. Y como en el resto de los ámbitos profesionales tal y como dijo el gran referente periodístico Ryszard Kapuscinski “creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer; buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.