Si le preguntamos a cualquier vasco por la persona más poderosa de Euskadi, rápidamente le vendrán a la cabeza unos cuantos políticos. Pero lo cierto es que hoy en día en la comunidad que preside Urkullu mandan mucho más que él unos cuantos directivos de empresas. Si sus compañías estornudan, removerán no solo las estadísticas de empleo sino también gran parte de los impuestos que recaudan las haciendas forales.

El ejemplo más claro es el de Emilio Titos, de cuyas decisiones dependen 5.000 empleos directos y otros tantos indirectos, fundamentalmente en Álava. Este ingeniero granadino-alemán no hace otra cosa que seguir las directrices que le marcan en Stuttgart, donde está la sede de Daimler, cuyos máximos accionistas son chinos (Geely y Baic) y kuwaitíes. Evidentemente, Titos tiene hilo directo con las máximas autoridades locales, atadas de pies y manos ante semejante coloso corporativo.

Más difícil lo tienen los políticos para mantener contentos a los dos gigantes energéticos vizcaínos. Por una razón muy simple: compiten entre sí. De hecho, en los últimos días Bilbao ha vivido una batalla de gallos entre José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola (y CEO), y Emiliano López Atxurra, el delegado local del gigante Repsol, que en Euskadi destaca especialmente a su filial Petronor.

Más difícil lo tienen los políticos para mantener contentos a los dos gigantes energéticos vizcaínos. Por una razón muy simple: compiten entre sí

El último se ha adelantado por la vía del hidrógeno montando un proyecto muy ambicioso de producción de este combustible e incluso de los componentes que son necesarios para su fabricación, los electrolizadores. Con un equipo repleto de expolíticos del PNV, Atxurra, que se hizo conocido cuando fue llamado por el lehendakari Patxi López a formar parte de su consejo de sabios económicos, lo tiene más fácil. Galán no solo no vive en Euskadi sino que encima casi no le queda equipo decisor en Bilbao, por mucha torre que luzca.

Así que, cuando el todopoderoso presidente de Iberdrola aterrizó en Loiu hace dos semanas para recibir un premio y se enteró de que Atxurra estaba siendo agasajado por las autoridades locales, su primera reacción fue colérica. Canceló el palco de la empresa en San Mamés, paralizó la contratación de un nuevo responsable de comunicación y puso en duda la instalación en Euskadi de la fábrica de electrolizadores que promueve con Ingeteam. No le fue fácil encajar que uno de sus principales competidores le hiciera sombra en el territorio en el que su empresa tiene su sede social.

Sea como fuere, hace apenas cinco años ambas empresas, Petronor e Iberdrola, se encargaron de recordar que generan el 12% de la recaudación de impuestos de Euskadi. "Si Petronor se resfría, Euskadi cogería una pulmonía", apuntó en ese momento Atxurra. Los responsables políticos lo saben pero no les va a resultar sencillo agradar a los dos a la vez. Es verdad que el dinero de los fondos europeos Next Generation va a facilitar las cosas, porque están especialmente diseñados para proyectos energéticos. Pero todo indica que Urkullu y Unai Rementeria van a tener que hacer un esfuerzo extra para mantener las inversiones de Iberdrola en Euskadi, por no hablar de su sede social.

La decisión de Kutxabank, fundamentalmente del presidente de BBK Xabier Sagredo, de desinvertir en Iberdrola no pone las cosas fáciles


La decisión de Kutxabank, fundamentalmente del presidente de BBK Xabier Sagredo, de desinvertir en Iberdrola no pone las cosas fáciles.Tampoco lo hace la lentitud con la que Lakua está poniendo en marcha fondos para tomar participaciones en empresas estratégicas. Sin ir más lejos, los gobiernos de Qatar y Noruega son hoy en día los principales accionistas de Iberdrola. Y no solo en la eléctrica. Norges Bank, el fondo soberano del país escandinavo, tiene hoy participaciones superiores al 3% en Iberpapel, Tubacex, CAF, Vocento o Euskaltel. Por cierto, el dinero que han invertido los noruegos para garantizarse las pensiones del futuro proviene de los ingresos que ha generado el gas natural, ese hidrocarburo que algunos no quieren extraer en Alava.