Desafortunadamente, el cambio de tendencia en la evolución de los casos es una realidad en Euskadi y también en el resto de España. Una vez más, afrontamos una tendencia epidemiológica ascendente sin haber logrado llegar a un nivel de incidencia seguro, muy lejos del soñado y pretendido hace apenas unos meses. A estas alturas de la pandemia, se pueden concluir que vivimos ciclos curvilíneos constantes de 3-4 meses en la evolución de los contagios, ciclos, en los que por cierto, la fase de expansión tiende a coincidir con los periodos vacacionales.
Leo y escucho a algunos expertos vaticinar que la cuarta ola será más leve y suave que las anteriores. Algo que podría explicarse por el inicio de la vacunación en los más mayores, pero que no debe hacernos estar confiados. Basta recordar que queda una enorme población no inmunizada por encima de los 60 años susceptible al virus y a la enfermedad, y los datos procedentes de los países vecinos no son muy halagüeños. De hecho, la incidencia de casos en el continente ha repuntado un 34% a lo largo del último mes, impulsado principalmente por la variante de origen inglesa (B.1.1.7). Una gran proporción de los ingresos en las unidades de cuidados intensivos corresponde a personas menores de 60 años, lo que corrobora la mayor transmisibilidad y peligrosidad de la variante que convive con nosotros.
A estas alturas de la pandemia, se pueden concluir que vivimos ciclos curvilíneos constantes de 3-4 meses en la evolución de los contagios, ciclos, en los que por cierto, la fase de expansión tiende a coincidir con los periodos vacacionales
Las variantes del coronavirus han dado lugar a importantes titulares científicos a lo largo de los últimos siete días. Me ha sorprendido observar como la variante sudafricana (B.1.351) y la brasileña (P.1) han evolucionado hasta el punto de poder infectar nuevas especies de animales. Un trabajo sugiere las mutaciones presentes en estas variantes no solo mejoran la transmisión y evasión parcial de la inmunidad en humanos, si no también ampliarían la gama de huéspedes vulnerables, pudiendo infectar y replicarse en ratones, algo que no hacía el virus predominante en oleadas anteriores.
La tórpida evolución de los acontecimientos que giran entorno a la vacuna de AstraZeneca ha vivido un nuevo capítulo esta semana. Supimos a través de la farmacéutica que el ensayo clínico de más de 65.000 voluntarios realizado en Estados Unidos había concluido una eficacia media para la vacuna del 76-79% (100% frente a COVID19 crítica y muerte, y 80% en personas de más de 65 años) y un muy buen perfil de seguridad.
No obstante, apenas un día después, funcionarios americanos pusieron en duda parte de los resultados, por la inclusión de datos obsoletos en la evaluación. No debemos olvidar que primero fue la falta de claridad en el ensayo clínico, luego las constantes discusiones con la Unión Europea sobre las dosis pactadas, y recientemente el hallazgo de 29 millones de dosis de AstraZeneca en Italia. Va a ser difícil encontrar algún otro ejemplo de gestión y comunicación tan pésima por parte de una farmacéutica, y un descrédito mayor a una vacuna, que con los datos existentes, es segura y eficaz.
Va a ser difícil encontrar algún otro ejemplo de gestión y comunicación tan pésima por parte de una farmacéutica, y un descrédito mayor a una vacuna, que con los datos existentes, es segura y eficaz
Miro con envidia el ritmo de vacunación que muestran algunos países. Israel, Reino Unido, Chile o Estados Unidos son buenos ejemplos. Precisamente, el país norteamericano ha pasado de tener de un 8% de la población de más de 65 años vacunada, a un 70% en apenas 9 semanas, mientras Israel, con la economía a su máxima actividad, registra un 85% menos de muertes y 72% menos de enfermos críticos diarios. Gibraltar llegará en breve a vacunar al 100% de la población, y desde el domingo permitirá pasear sin mascarilla en espacio públicos, y abrirá bares y restaurantes hasta las 2 de la madrugada.
Me gustaría despedirme no sin antes recordar los mensajes clave en la prevención de la infección. Quiero hacer especial hincapié a los espacios cerrados, ya que son los lugares que están propiciando el alza en la tasa de los casos en nuestro entorno. Es preferible hacer actividad en espacios abiertos, pero llegado el caso, debemos maximizar el tiempo de uso de mascarillas y la distancia social en los lugares cerrados con poca ventilación. No olvidemos que la una parte sustancial de los mayores de 80 años y todos los que se encuentran entre 60 y 80 están sin vacunar y por lo tanto representar un riesgo potencial en caso de infección.