En toda la operación de Euskaltel nos hemos perdido entre los árboles del bosque del ´arraigo´ y de la ´vasquidad de la empresa´. Nos hemos despistado tanto en el debate político y en llorar la pérdida del sueño de la ´Telefónica vasca´, como en buscar los culpables. Hasta hemos llegado a defender en el Parlamento que "Euskaltel seguirá siendo una compañía vasca porque les vamos a ofrecer prosperidad y gente con dinero en el bolsillo para gastar" (sic), lo dijo ayer el jeltzale Mikel Arruabarrena.

 

Hemos construido un mantra sobre los fondos de inversión porque son malos, descapitalizan y desarraigan. Pero Euskaltel tiene ahora más clientes, más valor estratégico y más capacidad para renovar su fibra

 

Entre tanto jaleo y tweet enviado a las redes, a través de la fibra de Euskaltel por supuesto, casi no nos damos cuenta de la jugada de Zegona, el fondo británico que aterrizó el año pasado en el accionariado de la empresa y que ha preparado la OPA amistosa para que MásMóvil se haga con la compañía. Es verdad que ´a cojón visto, macho seguro´ y que a posteriori todos sabíamos lo que iba a pasar. Pero es que las cifras cantan y los mercados no compran en función del arraigo, sino de la calidad y rentabilidad del producto. 

El caso es que Zegona encontró en Euskaltel una compañía que gozaba de un gran posicionamiento y buenos profesionales, pero que no acababa de arrancar en un mercado de teleoperadores cada vez más competitivo en contenidos, condiciones técnicas y precios. Que además había crecido absorbiendo a otras dos compañías, R Cable y Telecable que desarrollaban un modelo de negocio muy parecido en Galicia y Asturias. Es decir que tenían ventajas parecidas, pero también los mismos problemas, luego de la sinergia no iba a salir la solución. Así que el mismo problema se multiplicó por tres. 

Y junto a todo esto, un activo muy valioso: una red de fibra que con más de dos millones de puntos. Pero que requería una inversión brutal, imposible de digerir con los ingresos que generaba el grupo Euskaltel. 

 

Zegona encontró en Euskaltel una compañía que gozaba de un gran posicionamiento y buenos profesionales, pero que no acaba de arrancar en un mercado de teleoperadores cada vez más competitivo en contenidos, condiciones técnicas y precios

 

Los británicos hicieron una apuesta clara: crecer, crecer y crecer para mejorar el número de clientes y el posicionamiento de Euskaltel de cara a la redefinición del mercado de los teleoperadores. Había que proporcionar a la compañía las opciones de poder convertirse en el cuarto operador nacional. Hacerla atractiva por su posicionamiento y darle más volumen para afrontar la inversión sobre la red de fibra con más garantías. Zegona trajo a Virgin Telco que empezó a operar en mayo de 2020. En menos de un año ha traído al grupo más de 100.000 nuevos clientes sin tocar los mercados nativos. Así, ha podido entrar a la guerra de precios del sector. Mientras tanto, Euskaltel en País Vasco, Galicia y Asturias ha seguido perdiendo cuota de mercado, 23.000 clientes. Y los números del 2020 han dado pérdidas a la compañía, sí. 

Pero Zegona ha permitido que el interés por Euskaltel creciera, se hiciera atractiva para otros inversores y, mientras el capital vasco llevaba años saliendo del accionariado porque no lo veía claro, llegara una oferta de 2.000 millones, los que ha puesto encima de la mesa MásMóvil. 

 

Zegona ha permitido que el interés por Euskaltel creciera, se hiciera atractiva para otros inversores y, mientras el capital vasco llevaba años saliendo de su capital porque no lo veía claro, llegara un oferta de 2.000 millones, los que ha puesto encima de la mesa MásMóvil.

 

Parece que hemos construido un mantra sobre los fondos de inversión porque son malos, descapitalizan y desarraigan. Pero Euskaltel tiene ahora más clientes, más valor estratégico y más capacidad para renovar su fibra. Para jugar en el ámbito internacional parece ingenuo querer contar solo con el dinero local, en ese proteccionismo económico es difícil que salgan las cuentas. Y sí, por eso lo suyo es cobrar un dinero.

El ´arraigo´ y el enriquecimiento del país debería tener más con crear un entorno de innovación, de gente inquieta, emprendedora, con un buen sistema educativo, universidades, abierto al mundo, una gestión que solucione problemas y que no obligue a ir a tres administraciones para abrir una empresa o a esperar dos años para un trámite urbanístico.  Creando todo eso sí parece más fácil tener a "gente con dinero en el bolsillo para gastar".