No se lo que pensará de esto un referente moral como Daniel Innenarity, director del Instituto de Gobernanza Política de la Universidad del País Vasco y ex miembro de la Comisión de Ética del Gobierno vasco. Al fin y a la postre él es un sabio y yo un advenedizo gruñón.
Llama mucho la atención que algunas trayectorias profesionales, así como determinadas decisiones del Gobierno vasco en materia de nombramientos, pasen el filtro, no tanto de los votantes, que está claro que aún no penalizan estas conductas, pero sí de los referentes éticos y estéticos de este país nuestro que se desliza, lenta pero incesantemente, hacia la gris vulgaridad.
Ha quedado atrás, y para tontos sensibleros como yo, aquello que nuestros padres nos enseñaron. Prepárate, trabaja, hazlo lo mejor que puedas y eso te garantizará un futuro. Además, si destacas en lo tuyo es posible que ese futuro sea brillante. Es mentira.
En Euskadi no importa si lo haces mal, eres indolente o poco eficaz. Cuenta más como mérito la mezquindad con el diferente o que permanezcas callado cuando toque. Y si al final la justicia o la responsabilidad política te alcanza y debes dimitir o, incluso, pagar en la cárcel, no te preocupes, te protegerán y volverán a acoger.
El precio de la honradez. Que se lo digan a Ainhoa Alberdi, que levantó la liebre en el Caso De Miguel grabando el intento de extorsión del entonces número 2 del PNV alavés y, de paso, terminó con su prometedora trayectoria profesional
En Euskadi no se premia el mérito, la capacidad profesional, la honradez o el talento. O por lo menos se premia mucho menos que la afinidad al PNV ¿Recuerdan ustedes el 'caso Osakidetza'? Va en la línea de lo descrito anteriormente. Una trama médico-política decidía que opositores eran favorecidos con la filtración de las pruebas antes de los exámenes.
Un asunto largamente rumoreado pero que al final llegó a los juzgados gracias a, como siempre en estos casos, la ruptura de la omertá por parte de un grupo de aspirantes que, imagino, estarán ejerciendo en alguna otra comunidad o país. El precio de la honradez. Que se lo digan a Ainhoa Alberdi, que levantó la liebre en el Caso De Miguel grabando el intento de extorsión del entonces número 2 del PNV alavés y, de paso, terminó con su prometedora trayectoria profesional.
Inciso: Por cierto, el señor de Miguel, condenado a trece años, no ha entrado en la cárcel. Continúa trabajando en una sociedad foral de Bizkaia, en la que al parecer tiene plaza, 52.000 euros de sueldo, y de la que no le han echado tras la sentencia. Alfredo de Miguel, sus abogados, están esperando que se resuelvan los recursos presentados ante el Tribunal Supremo. Quién paga al equipo jurídico queda a la imaginación de cada cual.
En Euskadi no importa si lo haces mal, eres indolente o poco eficaz. Cuenta más como mérito la mezquindad con el diferente o que permanezcas callado cuando toque
Volvamos al caso de las oposiciones de Osakidetza. La postura del Servicio Vasco y del Departamento de Salud fue, y es, negar todo e ir poniendo fusibles al paso de las revelaciones. Un director por aquí, un jefe de servicio por allá, la directora de Osakidetza por el otro lado, hasta llegar al propio consejero Jon Darpón que fue cesado el 19 de marzo de 2019. Pues bien, al cabo de mes y medio, una gran multinacional de la salud, Keralty-Sanitas fichó a Darpón como directivo del grupo. Un gran premio de consolación, a través de una evidente puerta giratoria por, indiciariamente, callar, mentir y ocultar la verdad respecto a la adulteración de unas oposiciones.
Por cierto, tras casi dos años de reflexión profunda, el Comité de Ética del Gobierno vasco concluyó que no había irregularidades en el paso del exconsejero desde el máximo cargo de la Sanidad vasca a la dirección de una empresa privada del ramo. Mes y medio entre ambos. Que digan algo los catedráticos de Ética presentes, por favor.
En Euskadi no se premia el mérito, la capacidad profesional, la honradez o el talento. O por lo menos se premia mucho menos que la afinidad al PNV
Lo de su sucesora en el cargo también es de reseñar. Nekane Murga, tras poco más de año y medio, y más quemada que la moto de un hippie por los rescoldos del caso Osakidetza y por la primera ola de la pandemia, no renovó tras las elecciones de julio de 2020 y fue sustituida por Gotzone Sagardui.
La consejera Murga aparentemente tenía conocimiento de las oposiciones fraudulentas. Una cardióloga opositora, Izaskun Obieta fue clara ante los investigadores de Osakidetza. "Es 'vox populi' que las oposiciones de especialidades médicas sufren filtraciones siempre desde hace años". (…) En la segunda OPE, que es la que pasé (…) ella (Nekane Murga) me comentó: 'Para no tener el examen, lo has hecho muy bien'.", manifestaba Obieta en 2019, dando a entender que Murga conocía estas prácticas.
En cuanto a su gestión durante la primera hora y ola de la epidemia fue, como la de la mayoría, errática, contradictoria, mal comunicada y, esto sí es un hecho diferencial, reñidora. Las comparecencias de la consejera solían derivar en regañinas a la sociedad sin que asomara por ningún lado la más mínima autocrítica.
Cuando los tiempos son felices, y podemos compararnos con otros en clave de superioridad y fanfarronería, perdonamos casi todos los deslices mientras rogamos que la prosperidad se extienda y algo nos llegue al final
Es decir, una trayectoria gris, mediocre y salpicada por la sospecha de su conocimiento de las irregularidades históricas en las oposiciones de Osakidetza. Una gestión que se ha visto recompensada con una dirección de nueva creación y 85.000 euros anuales. En los próximos días Nekane Murga se pondrá al frente del área de Medicina Personalizada, de Precisión y Terapias Avanzadas. Premio gordo.
Hay muchos más ejemplos en todos los niveles de las administraciones y empresas públicas de Euskadi, pero valgan estos botones para lanzar unas preguntas al Gobierno vasco: ¿Qué sociedad podemos reclamar si desde la auctoritas se premia al delincuente y se castiga al delator? ¿Si el que mete la mano es protegido y el que lo denuncia es arrastrado y arrojado al ostracismo? ¿Si el que oculta la verdad y obstaculiza la investigación del delito recibe palmadas en la espalda?
Cuando los tiempos son felices, y podemos compararnos con otros en clave de superioridad y fanfarronería, perdonamos casi todos los deslices mientras rogamos que la prosperidad se extienda y algo nos llegue al final. Pero cuando el futuro es incierto, nuestro infalible gobierno nos falla cada día y vamos en el vagón de cola de los resultados pandémicos, se hace muy duro ver publicados, día sí y día también, nombramientos de muchos miles de euros de personas que, en su mayoría, no han demostrado valer lo que les vamos a pagar.