Una anécdota y una propuesta alrededor de nuestro grupo público de comunicación. Ese compendio de empresas que emplea a mil personas de forma directa y unos centenares más de manera indirecta. Y que nos va a costar unos 160 millones de euros este año. Por eso digo nuestro.
La anécdota es que España no existe en EiTB. Esto no es demasiado importante, ni molesta a mucha gente. De hecho, después de cuarenta años de monodosis nacionalista y vasca apenas inquieta a la parte de la ciudadanía que comulga con formaciones de corte no nacionalista o con las de índole nacionalista española, que no es lo mismo. Es parte del paisaje.
Me contaban el otro día que no era inusual llamar a la redacción de la tele, la radio o la web (que ya no se si es la misma) para corregir el entusiasmo de redactores que, en su inconsciencia profesional, cambian declaraciones para evitar poner la palabra España. Y todos sus derivados.
Así, si un cargo, responsable o persona de interés explica a alguien de EiTB Media, por ejemplo, que “es difícil que en este año alcancemos en España las cifras previas a la pandemia”, la persona encargada puede sustituir tranquilamente la palabra España por Estado, ¡y mantener el entrecomillado! Y que le den a la deontología profesional.
La anécdota es que España no existe en EiTB. Esto no es demasiado importante, ni molesta a mucha gente
Y al Libro de Estilo. Porque en ETB hay un Libro de Estilo que encargó la vilipendiada dirección de Alberto Surio y Miguel Angel Idígoras. Un libro redactado por especialistas de la Universidad del País Vasco y que está alcance de cualquiera en Internet. En el Libro de Estilo no dicen nada sobre la utilización o no de la palabra España, por lo que entiendo que está permitida. Otra cosa es que las (y los) redactoras practiquen el pase foral con un documento que, por picotear un poco, afirma que “EiTB respetará la pluralidad existente en la sociedad, tanto en lo político como en lo religioso, social, cultural y lingüístico. Todas las opiniones o declaraciones serán atendidas desde la igualdad (…)” o que “En EiTB sus profesionales no exhibirán simbología religiosa o vinculada a opciones políticas e ideológicas en el ejercicio profesional. En su quehacer informativo tampoco expresarán sus creencias o idearios”. Pues eso. Pase foral.
No es solo España. Una palabra, un concepto, como Euskadi (denominación oficial de la comunidad autónoma), por el que tanta gente luchó y sangró contra la dictadura, ha sido sustituida, con la pasividad e incluso aquiescencia del PNV, por Euskal Herria, término que incluso la dictadura veía con mejores ojos. Que se lo hagan mirar en Sabin Etxea, hogar natal del fundador e inventor de un concepto que primero fue nacionalista, luego republicano y antifranquista y, por fin, de todos.
Podría haber más ejemplos, algunos graciosos, otros deprimentes, pero sería elevar la anécdota a categoría y podría aburrir. Retomo hablando de la otra gran contribución de la dirección de EiTB durante el periodo del “ilegítimo” y “usurpador” Patxi López, en opinión del PNV: el Consejo de Redacción. Así aprovecho para introducir en este artículo a Jasone Agirre, periodista de ETB y actual parlamentaria de Bildu, que formó parte en la gestación del citado consejo y fue tremendamente beligerante en la etapa de Alberto Surio. Activa y luchadora hasta que…. el PNV volvió a mandar en la tele y en la radio.
Desde ese momento y hasta su entrada en política Jasone Agirre se tomó un periodo de reflexión. Un periodo de reflexión largo, de más de tres años. No dijo ni mu. Se conoce que en la época de Patxi López se manipulaba mucho y en la de Urkullu no. Hoy en día el Consejo de Redacción languidece mortecino por falta de actividad.
Una palabra, un concepto, como Euskadi, por el que tanta gente luchó y sangró contra la dictadura, ha sido sustituida, con la pasividad e incluso aquiescencia del PNV, por Euskal Herria, término que incluso la dictadura veía con mejores ojos
Ni siquiera las recientes y supuestas manipulaciones de EiTB denunciadas por Bildu sobre la persecución de los (presuntos) delitos de odio de Ernai hacia la Ertzaina o sobre las torticeras (presuntamente) informaciones emitidas para perjudicar a la izquierda abertzale en el tema de Corrugados de Azpeitia, han conseguido estremecer al exangüe organismo. Los profesionales de Bildu que trabajan en la casa no deben ver la manipulación que denuncia su partido. Aunque son mayoría sindical, el Consejo de Redacción calla.
Así que Jasone Agirre, supongo que harta de que ni el Consejo de Redacción, ni el de Administración, ni el Parlamento hagan nada por salvaguardar la integridad informativa de las radios y televisiones públicas vascas, o por garantizar la independencia de sus periodistas, ha presentado un proyecto para crear el Consejo Audiovisual Vasco.
Según Jasone Agirre este tramankulo sería un organismo independiente y elegido por las tres quintas partes del Parlamento y “debería elaborar una ley que incluyese un código de buenas prácticas, recomendaciones y también resoluciones vinculantes”. Textual. Por último, sus integrantes serían siete profesionales de reconocido prestigio y experiencia en el ámbito audiovisual.
La patita totalitaria de Bildu en este nuevo Consejo Audiovisual asoma cuando se menciona su potestad para sancionar, con multas de hasta 90.000 euros y hasta la retirada de la licencia
Las tres quintas partes son 45 parlamentarios, cifra que se alcanzaría, por ejemplo, entre el PNV y Bildu (52). Cualquier otra fórmula exigiría tres partidos. Un Consejo Audiovisual Vasco elegido únicamente por el nacionalismo se me antoja más de lo mismo. Y eso ya tenemos.
Además, la patita totalitaria de Bildu en este nuevo Consejo Audiovisual asoma cuando se menciona su potestad para sancionar, con multas de hasta 90.000 euros y hasta la retirada de la licencia, a aquellos medios que publiquen o divulguen contenidos inapropiados. Debo confesar que dejar al albur de los siete sabios de Sion la capacidad de discernir lo que son “contenidos inapropiados” me produce un escalofrío en la espalda. Lo de la retirada de las licencias no se a que se refiere. Y menos en un mundo hiperdigitalizado donde imprentas, rotativas, frecuencias y canales son conceptos en franca decadencia.
Eso sí, reconozco en la propuesta de Jasone Agirre un intento de concreción, erróneo y represor, que ya querría yo para poder criticar cuando su partido habla de modelos policiales para la Ertzaina.