Nos quedará durante mucho tiempo en la retina la imagen de Antonio Garamendi, actual presidente de CEOE, llorando ante una Asamblea de la patronal, que puesta en pie le aplaude tras lo que el propio protagonista reconoce “han sido unos días muy malos”. Ninguna duda. Garamendi ha debido pasar los peores días desde que se le nombró primer responsable de las empresas, y todo por haberse pronunciado de forma más que contundente sobre los indultos, un asunto que para algunos es exclusivamente político y sobre el que los empresarios y sus representantes están mejor callados.

Seguro que si el presidente de CEOE llega a saber la polémica que sus palabras iban a generar, habría matizado la respuesta, o directamente habría obviado la pregunta, seguro. Sin embargo, está muy bien que se pronunciara como lo hizo, porque os permite visualizar quién y para qué se cuenta con las empresas.

La opinión de Garamendi descolocó y mucho al PP, no hay más que ver la reacción a mi juicio lamentable de Pablo Casado “los empresarios no representan a nadie”. Disculpe señor Casado, pero los empresarios se representan a sí mismos y son nada más y nada menos que el motor económico de este país. Son exactamente los mismos a los que aplaude cuando sus opiniones coinciden con las de su formación. Es normal en todo caso, la reacción del líder popular puesto que siempre se ha atribuido, aunque no siempre sea real, y a las pruebas me remito, la buena relación, para muchos “natural” entre esa formación política y CEOE. Pues bien, en CEOE y en cualquier organización empresarial hay sensibilidades ideológicas de todo tipo, y es todo un arte intentar opinar sobre cualquier tema sin pisar ningún callo. Créanme es un arte. Y lo es entre otras cosas, porque es mucho más factible no contentar a nadie que contentar a todo el mundo.

 

Disculpe señor Casado, pero los empresarios se representan a sí mismos y son nada más y nada menos que el motor económico de este país

 

Y otra “anomalía” que nos ha permitido vivir este episodio es que hayan sido los líderes de los sindicatos mayoritarios quienes hayan salido a defender nada menos que al presidente de CEOE. Muchos pensarán y con razón, que ha tenido los defensores que también defienden los indultos y las críticas de quienes están en contra, y efectivamente lo clavan.

En cualquier caso este debate que le ha generado un buen dolor de estómago a Antonio Garamendi va, y debe ir mucho más allá. ¿Cuál es el papel de los representantes empresariales? ¿Cuál debe ser en el siglo XXI el papel de una organización empresarial? ¿Deben opinar públicamente sobre temas políticos?

En esto como en botica, habrá opiniones para todos los gustos, quien estas líneas firma considera que la patronal tiene que opinar sobre política, por la sencilla razón de que condiciona la economía, y a partir de ahí, está más que habilitada para decir lo que considere con el único requisito de que la opinión esté consensuada internamente, lo cual insisto, es todo un arte, muchas veces imposible de poner en práctica.

 

Muchos pensarán y con razón, que ha tenido los defensores que también defienden los indultos y las críticas de quienes están en contra, y efectivamente lo clavan

 

Y las opiniones que se viertan además no tienen por qué ser políticamente correctas, de hecho no deben serlo, y debe asumirse que levantarán ampollas unas veces en un frente y otras en otro. Lo importante es que estén bien argumentadas desde el punto de vista empresarial que es el que tienen la obligación de defender.

Para muchos tanto dentro como fuera, el presidente de CEOE se ha pasado de frenada. Sin entrar en la opinión vertida respecto a los indultos, en esta, Garamendi tiene mi respeto no sé si por haberse equivocado, o por haber sido valiente, pero ninguna asociación empresarial debe permitir que nadie ajeno le marque la ruta, y eso vale por supuesto para posicionarse sobre temas que algunos consideren exclusivamente políticos.