La afición del presidente Sánchez por convocar reuniones con los presidentes de comunidades autónomas sin una agenda que suscite el interés de los convocados ha hecho de la asistencia a las mismas un motivo de negociación o de posicionamiento político. El president de la Generalitat ha desestimado la invitación, pues ya las hace él de tú a tú, la presidenta de Madrid ha amagado con no asistir si no se convoca conforme al reglamento y el lehendakari se ha puesto de perfil hasta que ha podido asistir al besamanos con un trofeo que transforma el leal acatamiento en un triunfo negociador.
El lehendakari se ha puesto de perfil hasta que ha podido asistir al besamanos con un trofeo que transforma el leal acatamiento en un triunfo negociador.
En este caso, han sido tres las materias que se han presentado como mejoras del autogobierno: el impuesto sobre Transacciones Financieras (Tasa Tobin), el Impuesto de Servicios Digitales (Tasa Google) y la concertación especial del IVA para determinadas transacciones de venta a distancia.
En relación al impuesto sobre transacciones financieras, la concertación es correcta, pues en la exposición de motivos de la Ley se explica que se quieren gravar las adquisiciones de acciones con independencia de la residencia de los sujetos intervinientes y del lugar de negociación, por lo que el hecho imponible es la adquisición de acciones de sociedades españolas y es coherente que el punto de conexión sea el domicilio fiscal de la sociedad cuyas acciones se adquieren.
Se utiliza el Concierto Económico como palanca y puede despertar susceptibilidades y complicar su general aceptación en el resto de España
En el impuesto sobre servicios digitales, por el que se pretende gravar servicios en relación con los cuales existe una participación de los usuarios, se gravan las prestaciones de servicios realizadas en el Territorio de Aplicación del Impuesto (TAI), entendidas como las realizadas por un usuario situado en el mismo. Por ello, es coherente que en la concertación el punto de conexión sea el lugar donde se sitúe el usuario.
Por último, la concertación de la directiva europea One Stop-Shop (OSS), que trata de simplificar las obligaciones tributarias de profesionales y empresarios en las ventas a distancia de bienes, tampoco parece relevante si es que no rompe el propósito de la directiva que es el de establecer una ventanilla única para el contribuyente.
Por tanto, nada que no hubiera podido acordarse en cualquier momento sin que tuviera el efecto deseado para el PNV de parecer un logro fruto de su sagacidad y que, por otra parte, vuelve a poner en cuestión la forma de cálculo y gestión del Concierto Económico toda vez que se teatraliza convocando la Comisión Mixta de Concierto por la vía de urgencia para que se advierta la indudable conexión con la reunión de presidentes.
El acuerdo encierra nada que no hubiera podido acordarse en cualquier momento sin que tuviera el efecto deseado para el PNV de parecer un logro fruto de su sagacidad y que, por otra parte, vuelve a poner en cuestión la forma de cálculo y gestión del Concierto Económico
Pero el PNV se siente cómodo con esta forma de negociar que le permite decir que “trae cosas para Euskadi”. Especialmente, en un momento en el que tiene que rivalizar con Bildu en la forma de hacer Gobierno en el País Vasco mientras mantiene la tensión con el Gobierno de España. Es comprensible. Yo no veo problema en ello más allá de que se utiliza el Concierto Económico como palanca y puede despertar susceptibilidades y complicar su general aceptación en el resto de España.
“Traer cosas para Euskadi”, ese es el objetivo. Está bien. Todos los alcaldes quieren hacer cosas, traer cosas. También el presidente Sánchez se ufana de ello cuando consigue una buena negociación en Bruselas, al igual lo hacían sus predecesores.
El PNV se siente cómodo con esta forma de negociar que le permite decir que “trae cosas para Euskadi”. Ahora bien, eso conviene analizarlo tomando un plazo más amplio.
Ahora bien, eso de traer cosas conviene analizarlo no solo en el momento del acuerdo sino tomando un plazo más amplio. Por ejemplo, cabe recordar que el tren de alta velocidad lo ha negociado el PNV hace ya unas décadas sin que por ahora hayamos visto el AVE. De hecho, ha llegado ya a Cataluña, Valencia, Sevilla y Valladolid, donde no gobierna el PNV. Con toda seguridad va a llegar, tiene que llegar, somos la vía de conexión del oeste de la península con el resto de Europa, pero, realmente, no se ha anticipado.
En estos cuarenta años de autogobierno dirigido por PNV-PSOE, Euskadi ha perdido en PIB per cápita respecto al resto de España, ya no tenemos el porcentaje de autovías sobre el total nacional que teníamos hace cuarenta años y nuestro servicio sanitario, sometido a la prueba del coronavirus, no se ha destacado del gallego o del de La Rioja.
El País Vasco es un territorio extraordinario de un extraordinario país, con una gran calidad de vida y unos buenos servicios públicos que a lo largo de los últimos cuarenta años han mejorado en un ritmo que no ha significado despegarse de nuestro entorno. El autogobierno en educación, en seguridad ciudadana o en el pronóstico del tiempo no nos han elevado a niveles olímpicos, más bien, nos ha humanizado.
Nos queda el orgullo de acudir a una reunión de presidentes tras una negociación exclusiva que singulariza nuestra representación en esa cita y nos permite decir: “Traemos cosas a Euskadi”.