El curso político en Euskadi ha comenzado agitado. Los botellones y los disturbios callejeros han dado paso a la reactivación del debate sobre los límites del autogobierno y la reforma del Estatuto, a un inesperado pacto educativo entre las fuerzas políticas vascas y al anuncio de dos cambios en la primera línea política que anticipan un relevo generacional en el liderazgo político en Euskadi. Idoia Mendia, quién ha ocupado la Secretaria General del PSE-E anunciaba su decisión de no continuar en el puesto y dar paso a nuevos liderazgos y nuevas voces. Por su parte, Markel Olano, Diputado Foral de Gipuzkoa adelantaba su intención de no presentarse a las elecciones forales que se celebrarán en el 2023, al dar por agotado su tiempo político tras ocho años ocupando la máxima responsabilidad en Gipuzkoa.
Cambios de liderazgo que hay que analizar sin perder de vista los resultados de las elecciones del 12 de julio del año pasado, con índices de abstención elevadísimos; con la mirada puesta en las elecciones municipales y forales que se celebrarán en primavera de 2023, y con la sensación de que la sociedad vasca actual cada vez se parece menos a la que se acostumbraron a gobernar los líderes actuales.
Si hay una política autonómica que pueda asemejarse a un pacto de Estado, este es el de una Ley de Educación
En su día y en este mismo medio escribí sobre la “generación tapón” descrita por Josep Sala i Cullell en su libro del mismo título, generación nacida entre 1940 y 1965, que ha ocupado los puestos de dirección desde los años 80-90 y que ha dirigido Euskadi desde los años más negros de su historia reciente hasta el día de hoy, sin la aparente necesidad de dar paso a nuevas figuras políticas, lo que supone decisiones políticas que responden a lógicas de una generación que se está encontrando ante la necesidad de gestionar un contexto de movimientos tectónicos profundos, que determinarán un nuevo contexto geopolítico donde regiones como Euskadi tendrán que encontrar su lugar en el mundo. Una sociedad que camina hacia métodos de producción y entornos de trabajo diferentes, que se relaciona ya de una manera distinta con su entorno, y que demanda porque consume nuevos discursos y narrativas, que poco tienen que ver con las que dominan la generación de líderes actual.
Por la profundidad de los debates, la generación de lideres políticos vascos que parece que inicia su salida, tiene la oportunidad de dejar un gran legado
Y entre todo este magma que desconcierta a la clase política, ha emergido un compromiso de altura, impulsar un pacto educativo que concentre a las fuerzas políticas vascas en un objetivo compartido. Si hay una política autonómica que pueda asemejarse a un pacto de Estado, este es el de una Ley de Educación. Serán un proceso complicado donde se hablará de recursos necesarios para la escuela pública y concertada, de ratios de alumno por aula, de modelos lingüísticos, de competencias necesarias, de flexibilización de curriculums, de la situación del profesorado, del abandono de algunos centros, de segregación, de repetición escolar, de fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas en las chicas, de fomentar el talento… Por la profundidad de los debates, la generación de lideres políticos vascos que parece que inicia su salida, tiene la oportunidad de dejar un gran legado. Que así sea.