Le robo la frase a Bart Simpson y la hago mía para este, mi último artículo de 2021, porque creo que pocas resumen mejor lo que la mayoría le deseamos, a estas alturas de la película, y tras casi dos años de pandemia, al virus que nos ha cambiado la vida y que no nos da cuartelillo.

Que se mutiplique por cero es lo mejor que nos podía pasar a todos. 12 meses después de las navidades más atípicas que muchos vivimos, una tiene la sensación de volver tristemente a la casilla de salida, por lo que es necesario analizar con las claves oportunas el momento en el que estamos. 

Hay quien asevera de forma categórica que estamos igual o incluso peor que hace un año. No lo creo. Las vacunas, y esto es una evidencia, no evitan los contagios, pero sí que muchos acabemos en el hospital o en una cama de UCI, lo cual desde luego nos sitúa en un escenario totalmente diferente al que teníamos hace un año. 

 

Se acaba el año, han pasado casi 365 días desde que soñábamos con recuperar las navidades y la añorada antigua normalidad, pero de momento, está claro que no puede ser

 

Eso sí, hay cosas que no cambian. Meses de pandemia y nuestros responsables políticos no dejan de sorprendernos negativamente hasta llegar a cansarnos. La última es que tras el anuncio solemne por parte de Pedro Sánchez del encuentro de presidentes autonómicos, la decisión más notoria sea la de imponer el uso de la mascarilla es espacios abiertos. Con toda la lógica del mundo la decisión ha sentado mal prácticamente a todo el mundo. Llevamos meses escuchando a quienes saben de esto, los científicos, que el riesgo en exteriores es exponencialmente menor que cuando estamos en interiores y a pesar de eso, los que tenemos sentido común que somos la mayoría, ya nos poníamos la mascarilla cuando no se respetaba la distancia en la calle. Pues nada, ahora por decreto. Y de estas van… 

Mientras tanto dejan a la responsabilidad de cada uno de nosotros que celebremos la Navidad como lo consideremos oportuno, cuando sabemos que el año pasado las celebraciones familiares fueron la causa fundamental de los contagios.

 

Hay quien asevera de forma categórica que estamos igual o incluso peor que hace un año. No lo creo. Las vacunas, y esto es una evidencia, no evitan los contagios, pero sí que muchos acabemos en el hospital o en una cama de UCI

 

Por otra parte se insiste en dar cada día la información del número de contagiados que además es altísimo, y genera una desazón tremenda. La variante Omicrón parece ser especialmente contagiosa, y no se para con el pasaporte covid, pero el dato del número de contagiados a estas alturas y con el 90% de la población diana vacunada, tiene el sentido que tiene, poco. El dato que de verdad debe importarnos es el de la presión hospitalaria. Ese sí. Es bueno que sepamos cuanta gente está ingresada por covid y qué ocupación hay en las UCIS por culpa del virus. Y creo que también es de interés que esas cifras se desglosen entre quienes están vacunados y quienes no lo están. Entiendo que es un dato más que significativo tanto para unos como para otros,

máxime cuando seguimos inmersos en una campaña de vacunación masiva y los convencidos de que la vacuna es la solución intentamos convencer a los que se niegan a ponérsela.

Se acaba el año, han pasado casi 365 días desde que soñábamos con recuperar las navidades y la añorada antigua normalidad, pero de momento, está claro que no puede ser.

Y llegados a este punto lo mejor es no generar expectativas de ningún tipo, cada vez que lo hacemos nos volvemos a estrellar y eso afecta a nuestras emociones, a nuestro estado de ánimo y a nuestra salud mental. No lo podemos permitir.

Y un deseo para el virus: ¡Multiplícate por cero y déjanos en paz”