Mañana vuelve a ser 8 de marzo, otro 8 de marzo reivindicativo, porque desgraciadamente pocas cosas han cambiado en los últimos 12 meses respecto a la situación de las mujeres, prácticamente estamos donde estábamos.
Hace un año en este mismo medio yo hablada del 8 de marzo y su significado a toro pasado, y esta vez lo hago un poco antes. El motivo es el mismo, no creo que las mujeres nos merezcamos sólo un día, sino que cualquier día es bueno para seguir demandando un trato de igualdad, y eso no significa que nos traten mejor como muchas veces se interpreta, sino simple y llanamente que ante las mismas capacidades tengamos las mismas opciones.
Vuelve el 8 de marzo y los políticos vuelven a repetir los mismos errores hacen suya la jornada intentando aprovechar para hacer caja, en materia de votos, y apuntarse un tanto, que puede servir para todo excepto para la causa real que no es otra que recordar que seguimos aquí, exigiendo lo que nos corresponde y al margen de colores políticos.
Vuelve el 8 de marzo y los políticos vuelven a repetir los mismos errores hacen suya la jornada intentando aprovechar para hacer caja, en materia de votos, y apuntarse un tanto
A mi juicio, a las reivindicaciones en favor de nuestra igualdad, tampoco ayuda la imposición de cuotas para que haya un supuesto equilibrio entre hombres y mujeres en distintos escenarios. No creo que sea tirar piedras contra mi propio tejado renegar de aquellos espacios en los que a las mujeres se nos hace un hueco por el simple hecho de cubrir el expediente, y de ofrecer una imagen más o menos igualitaria. Soy de la opinión de que los espacios deben ocuparlos siempre los más capaces, independientemente de su género. Si las más capaces son las mujeres hay que apostar por ellas aunque la foto salga excesivamente femenina y exactamente lo mismo en el caso de que los mejores sean hombres.
Creo que una excelente reivindicación es que se nos dé lo que nos corresponde por nuestra capacidad y no por cuotas. Cada vez somos más las mujeres que renegamos de llenar huecos sólo por aparentar, esa no es nuestra aspiración. Nuestra aspiración es que con las mismas capacidades y las mismas responsabilidades se nos ofrezcan las mismas condiciones. Ni más, ni menos.
A mi juicio, a las reivindicaciones en favor de nuestra igualdad, tampoco ayuda la imposición de cuotas para que haya un supuesto equilibrio entre hombres y mujeres en distintos escenarios
Y llegados a este punto es inevitable hablar de la sempiterna brecha salarial que se recuerda todos los días y especialmente en fechas próximas al 8 de marzo. Precisamente el pasado jueves, como ven en fechas muy próximas al 8M, el Parlamento vasco aprobó y afortunadamente con un amplio consenso la “Ley para la Igualdad de Mujeres y Hombres y vidas libres de violencia machista contra las mujeres“, una norma que seguro que es mejorable, por aquello de que nunca llueve a gusto de todos, pero que era absolutamente necesaria porque actualiza la aprobada en 2005, que había quedado absolutamente desfasada.
Tiene sin duda, la nueva ley muchas mejoras importantes respecto a la de 2005, sobre todo en lo que se refiere al trato de la violencia contra las mujeres y a la protección de los niños que se ven afectados por ella.
La nueva norma hace alusión también a la citada brecha salarial, anunciando la retirada de subvenciones a aquellas empresas que incumplan la igualdad salarial. Está bien la medida, siempre que se demuestre evidentemente que las condiciones son iguales, pero llama la atención que en paralelo no se hable de la brecha salarial en la propia administración pública, donde según datos objetivos es mucho más acusada.
En definitiva bueno es todo lo que permite que vaya calando que la igualdad es un derecho, si bien los avances son tan pequeños y tan lentos que convierten el objetivo en una auténtica carrera de fondo. Aun así, seguiremos peleando no solo el 8 de marzo sino el resto del año, y la mejor forma de hacerlo es desde nuestras responsabilidades y con nuestra capacidad, porque sabemos que el mejor 8 de marzo será aquel que no tengamos nada que reivindicar.